acto VI

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—¿Y bien?— tenía una espada en las manos.

Los sirvientes de la casa estaban de rodillas presos del miedo al ver a la pequeña de la familia sostener un arma pesada como si fuera algo fácil y los amenazaba, Sarada se había enterado de la forma en como la servidumbre trataban a su madre,  a veces le servían la comida fría, o el agua con el que se bañaba estaba helada.

—Pequeña dama por favor perdonenos — pidió una mujer temblorosa.

Sarada entrecerro los ojos, no podía dejar pasar esa ofensa. Su madre merecía un trato como el de la emperatriz.

—Un insulto hacia ella es como si fuera hacia a mi, los errores no están permitidos. Aún así seré benevolente por esta ocasión y me haré de la vista gorda. No quiero ni una palabra de esto, no hay segundas opciones. Naruko Uchiha es mi madre y será tratada como tal ¿quedó claro?

Los sirvientes no levantaron la cara, tenían la frente pegada al suelo, la pequeña daba miedo cuando se enojaba y sabian que tenía activado la habilidad que había heredado de su familia.

Ellos gritaron a coro que harían todo lo posible por tener a su señora complacida.

Por otra parte Sasuke seguía mirando desde lejos la interacción de su familia, una parte de el también quería disfrutar de esos momentos de felicidad que su hija experimentaba en compañía de su esposa.

Realmente nunca estuvo interesado en ninguna mujer ni siquiera en su difunta esposa, muchachos inexpertos que cedieron a un momento de desenfreno por causa del alcohol lo que logró que Sakura consiguiera lo que quería, amarrar a Sasuke y de paso su fortuna. Pero no contaba con que dar a luz a un niño uchiha era un hecho que pocas mujeres o donceles lograban, solo quienes poseían un poder especial resistían al parto, aunque quedaban débiles. Sakura era de una familia en bancarrota y poco conocida, hija de la baronesa y el barón de la finca Haruno, Sakura si logró resistir al parto pero quedó demasiado débil y solo resistió tres años, cada día muriendo lentamente.

El nombre de Sarada se lo había puesto Mikoto luego de conocerla, Sakura había esperado que su esposo le pusiera el nombre al menos pero Sasuke ni siquiera se presentó para conocer a su hija. Así que Mikoto tuvo ese privilegio.

Ser mejor que Itachi era la única meta del menor, siempre viviendo en la sombra de su hermano el príncipe  heredero del imperio, su medio hermano. Conocía la historia de su madre y su padre, muchas veces pudo oír que solo eran las migajas de lo que era Itachi y eso le hervía la sangre. Aunque no había mucho que decir, Itachi fue dotado con múltiples habilidades, un atractivo y por sin igual. Era perfecto dejando su muy característico libertinaje.

Sabia que la familia de su esposa Naruko no lo querían más bien lo aborrecian así como lo hacían con Itachi.  ¿Entonces por qué dejaban que su último hijo se casara con el?

Pudo convivir con Naruto un par de veces nunca pudieron llevarse bien era como una pelea constante entre ellos. Pero ahora son familia.

Luego estaba el hijo bastardo de Naruko, Mikoto odiaba ese hecho. La mujer de su hijo con un pasado promiscuo y un hijo ilegítimo con un plebeyo.  No había momento en cada visita de la marquesa que denigrara a Naruko por ello. Y la rubia solo bajaba la cabeza ante las palabras hirientes de su suegra. No podía hacer nada, Sasuke amaba mucho a su madre y estaría en problemas si le llevaba la contraria a Mikoto.

Mientras pensaba en ello se sentó en la orilla de la ventana, veía desde su posición como Naruko cuidaba de sus preciadas rosas con tanta delicadeza. Un pequeño cuerpo que soportaba todo lo que el destino le preparara, vio a su hija caminar hacia ella siendo recibida por un caluroso abrazo de su esposa.

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