acto III

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Su fatadica vida comenzo desde que solo deseo un poco del romance de aquellas novelas que su madre solia contarle en su infancia donde recalcaban que en el amor no habia limites que al final no importaba nada mas que amarse mutuamente asi crecio con la inocente creencia de que estaba bien si entregaba su corazón a cualquier persona, con el tiempo se dio cuenta de la manera tan infantil en la que siempre vivio pero vamos los cuentos de fantasia resultan mucho mejor para escapar de la realidad por que es una mierda.

Naruko aun asi no quizo dejar que un estatus y sociedad decidieran quien seria su compañero de vida, era una joven con un corazón aventurero, lleno de pasion lo que la hizo interesarse por la forma de expresar sus sentimientos atraves del arte. su padre habia traido a un joven pintor de la capital para que le enseñara al menos lo basico, estuvieron juntos durante las tardes de cada dia, ambos llendo juntos a comprar sus materiales, el enseñandole el significado de la vida, enseñandole... lo que podia expresar una simple pintura... se enamoro, de su forma de ser, de pensar, de ver la vida y ella deseaba ser igual de libre, su apellido fueron sus grilletes y su estatus la mas pesada cadena que la mantenian en ese frio tormento como una dama de sociedad alta.

El tambien estaba enamorado de esa muchachita con deseos de conocer el mundo, se enamoro que de apesar de tener tantos pesares siguiera con una sonrisa geuina en el rostro. Ambos se arriesgaron por hacer que su amor prohibido floreciera a escondidad de las miradas curiosas y reprobatorias de las personas, la amo mientras nadie veia y la anhelaba desde lejos. 

Cuando desidiern huir juntos lejos del ducado con la ayuda de Kushina y Naruto era por el hecho de que la femina de la familia esperaba un hijo. una inocente criatura que cargaria con los pecados de sus padres y que sin tener la culpa pagaria los platos rotos. Naruko tuvo que volver para proteger a su familia.

Aun recuerda ese momento, el llanto de su hijo, ni siquiera pudo cargarlo o darle un nombre, no sabia nada apenas nacio su hijo, Sai lo habia tomado en brazos y se habia ido dejando atras a una destrozada mujer que le habian arrebatado todo. Pero debia ser asi, su amado e hijo estarian bien aun si ella se sentia morir, debia dejarlos ir.

Su boda fue su mayor amargura, Sai no era quien la esperaba al pie del altar, ese hombre era un montruo sanguinario y despiadado, ese dia no le dirio una palabra, una mirada y tampoco lo deseaba mientras mas pasara desapercibida por el era mejor. Agradecia a todos los dioses que no pasaron la noche de bodas juntos, ni el se atrevio a tocarla.

Intentaba mantener el minimo contacto con la familia de su esposo, sabia que tenia una hija de cuatro años pronto cinco pero no la habia visto, todos esperaban que la adoptara como su hija pero no podria hacer aquello, perdio a su unico hijo ¿esperaban que sarada fuera el remplazo? no odiaba a la niña pero no podria verla, romperia el llanto por que para ser madre de Sarada a ella le quitaron ese derecho desde el principio.

-mi señora... la señorita Sarada esta ardiendo en fiebre, el maestro no esta...

Naruko levanto la vista hacia la jefa de sirvietas esa mujer le daba una mirada tan hostil y poco simpatica, era claro que en esa casa la veian como una intrusa y no era bienvenida por eso el trato poco sutil de las sirvientas de la mansion e incluso escucho de una puesta basada en el tiempo que se quedaria ahi, se levanto de su asiento, no pudiendo ignorar esa noticia.

Sasuke  no era un padre amoroso, la familia no convivia junta, parecian desconocidos.

Llego a la recamara de su hijastra, un medico estaba con ella, Sarada hacia muecas de dolor y sudaba. Asi mismo tenia unas ronchitas en la cara y partes visibles de su pequeño cuerpo

-¿cual es su estado?- pregunto preocupada.

El medico dudo en decirlo pero al final se rindio.

-Es varicela, estara asi por unos dias no es tan grabe pero dudo que la señora deba etsar aqui, puede contagiarse... 

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