El decenso de Eva

El descenso de Eva

Capítulo 1 - "La desaparición del científico"

Al recibir una llamada inesperada de su editor, Eva, una destacada periodista de investigación, supo que estaba ante el desafío más grande de su carrera. El Dr. Gabriel Torres, un reputado genetista, había desaparecido sin dejar rastro. A esta noticia se sumaba un correo electrónico anónimo que había llegado a su bandeja de entrada semanas atrás, insinuando que el doctor estaba al borde de un descubrimiento que podría cambiar la naturaleza humana para siempre.

A pesar de que el misterioso email se perdía entre especulaciones y rumores, Eva no pudo ignorar su intuición. Tenía que llegar al fondo de esta historia. Después de innumerables horas de investigación, descubrió que Torres podría haber estado trabajando en un laboratorio escondido en Bahía del Abismo, un apartado rincón del país que, hasta el momento, había permanecido al margen de las páginas de su libreta de apuntes.

Decidida, organizó su viaje hacia este enclave aislado. Las comodidades de la ciudad dieron paso a un autobús polvoriento que la llevó hasta un paraje boscoso, donde un estrecho sendero la guiaría hasta el pueblo. El aire, cargado de misterio y naturaleza, solo era interrumpido por el crujir de las hojas bajo sus botas y el canto lejano de los pájaros.

Al llegar al pueblo, Eva notó de inmediato la cautela y el recelo de sus habitantes. No era raro; los periodistas a menudo eran vistos como intrusos. Sin embargo, Eva era hábil estableciendo relaciones, y sabía que era cuestión de tiempo para encontrar a alguien dispuesto a hablar.

Su primer punto de parada fue el único hotel del lugar. Al presentarse en el mostrador, intentó proyectar seguridad y amabilidad: "Hola, soy Eva. Escuché que el Dr. Torres se hospedó aquí. ¿Podrías darme más detalles sobre su estadía?" El recepcionista la observó un momento antes de consultar el registro.

"Ah, sí, el Dr. Torres. Parecía tener mucho en mente. De hecho, lo vi charlar con Bartolomé en la Taberna del Kraken una noche", reveló.

Bartolomé. Ese nombre resonó en la mente de Eva. Sin perder tiempo, se dirigió hacia la mencionada taberna. El ambiente pesado, el olor a tabaco y el murmullo de las conversaciones la envolvieron al entrar. Al fondo, entre las sombras y risas contenidas, reconoció a Bartolomé. Aunque nunca lo había visto antes, algo en su porte y mirada le decía que tenía las respuestas que buscaba.

Con determinación, Eva se dirigió hacia él, sin sospechar que esta conversación sería solo el inicio de un enigma mucho más profundo.

Eva se aproximó cautelosamente a Bartolomé, esbozando una sonrisa que mostraba genuino interés. "Oí que conversaste con el Dr. Torres la noche que desapareció. ¿Es cierto?", preguntó con delicadeza, evitando hacerlo sentir a la defensiva.

Bartolomé, algo inquieto, tomó un sorbo de su cerveza antes de responder. "Sí, cierto. Estaba inquieto... mencionó un descubrimiento que podría revolucionar lo que sabemos sobre la vida y la muerte".

Eva se inclinó ligeramente hacia adelante, mostrando su creciente interés. "Eso suena misterioso. ¿Dijo algo más sobre ello?"

"No, solo que no quería llamar la atención. Pero sí recuerdo que habló con un tipo extraño esa noche, uno que se hacía llamar 'El Profesor'", comentó Bartolomé con un ligero escalofrío.

Eva asintió, agradeciéndole, y se retiró con un plan en mente.

Esa noche, en la seguridad de su habitación de hotel, Eva buscó en línea cualquier mención de "El Profesor". Pero la fatiga y el jet lag comenzaron a pasar factura, y pronto se quedó dormida.

Un sonido inquietante la despertó horas después. Era una mezcla entre un grito y un llanto, repetitivo y desgarrador. Se asomó por la ventana, pero la calle estaba vacía. El sonido parecía acercarse, convirtiéndose en un murmullo de voces. Eva, sintiendo un miedo primal, intentó abrir la puerta, pero parecía atascada.