Capitulo 4

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Tras unos segundos, vuelvo a la realidad en cuanto me pregunta algo que al principio no logro entender. 

-¿Trabajas aquí? -dice con una media sonrisa, repitiendo lo dicho.

-Así es...Bueno, no. O si. Es la pastelería de mi madre. -me escucho y me resulto ridículo. Un cabezazo en la pared duele menos que esta perdida de dignidad culpa de mi torpeza social.- ¿En que os puedo ayudar?

-Hemos encargado un cumpleaños. Una... -mira a su hermana y le pregunta algo en inglés-.

Miro el dietario donde apuntábamos los encargos, y esta semana solo había 3 encargos. Decido correr el riesgo.

-¿Una tarta de unicornio? -la niña sonrió, así que supongo que había acertado. James asiente, 
Mi mente se sonroja, y mi cara igual. En ese momento, él sonríe de forma cálida y mira a su hermana.

-"Princesa, ¿porqué no miras las tartas que hay expuestas?" -lo dijo en inglés.

La pequeña sale corriendo a ver las tartas, delicadamente decoradas por mi madre, y se queda embobada mirando una con flores.

James se apoya en el mostrador, y me sonríe de lado.

-No esperaba verte aquí... ¿Me sigues o algo? -esto lo decía como una puya por lo de ayer.- Espero que no te hicieras demasiado daño.

-Eso debería decir yo. Sales hasta de debajo de las piedras... -me pongo a buscar en los catálogos de los tipos de tarta, y de las decoraciones.

-Bueno, pero me gustó verte ayer. Desde fin de año estás...cambiado. A mejor, entiéndeme. -sonreía hasta con la mirada. 

Mierda, Gus, contrólate.

-Gracias por el cumplido. -no quería sonar demasiado borde, pero aquella noche era algo que prefería olvidar. Aunque... No lo pasamos mal.

»Vamos, darling...
Su voz era ronca, casi como un gruñido. El alcohol le había desinhibido, haciéndole más...abierto. Sus respiraciones, profundas, impactaban contra mi piel haciéndome estremecer deliciosamente. Una fugaz caricia, un camino en su brazo, hasta su hombro, donde dejé un beso.

-¿Gus? -El pelirrojo agitaba su mano delante de mi, como quien trata de espantar una mosca. A la mierda la compostura.

-Perdón... Estaba pensando... -"¿Como puedo ser tan estúpido?" me preguntaba la parte racional de mi cerebro. James se cruza de brazos y sonríe triunfante.

-¿En que? ¿Te he dejado sin pa- -la niña en ese momento suelta un pequeño gritito, y señala a una de las tartas, decorada con fresas. El gigante sonríe, mostrando sus perfectos dientes, alineados y rectos.

En ese momento, mi madre asomó la cabeza por la cocina.

-Augustin, más te vale que.... -se calla y mira a James de arriba abajo y sale por la puerta, con una sonrisa que decía: "¡Querido yerno!".

-Mamá, este es James. Nos conocimos en la fiesta que dio Sarah en fin de año. -mi madre y James se estrechan la mano, y cuando ve a la pequeña, no puede evitar soltar un "OWWWW".

-Así que está es la princesa que cumple años, ¿no? -se acerca a la rubita, y después de unos minutos, se la lleva adentro a enseñarle las tartas para que las probase. Antes de desaparecer por la puerta, me mira y me guiña el ojo.

A veces la odio.

-Tu madre es muy...agradable -dice con cierto tono que no se si es de admiración o de preocupación. Seguro que le ha visto poner una de esas caras suyas.

-Si, es increíble. Oye... ¿Te importaría que te invitase esta noche a tomar algo?

-¿Para retomar nuestra amistad? ¿O vas a llevarme a tu cama borracho? -su tono había pasado a uno juguetón, casi de burla.

-James... -frunzo el ceño y niego- ... Mira, déjalo. No pa-

-Acepto. -dice mirándome fijamente, y cruzado de brazos-. Pero solo si invitas. -había vuelto el James divertido.

-Vale... -digo dándome por vencido. Cojo una tarjeta de publicidad de la tienda, y apunto mi numero detrás. Después, se la extiendo.- Ya sabes, para hablar.


-Perfect. Oye Gus. -justo en ese momento su hermana sale de la cocina corriendo, con un pequeño paquete de cartón en las manos.

-I chose this flavour. I want "mama"  to taste it. -le da el paquete a su hermano, que justo guardaba la tarjeta en su chaqueta. Mi madre me mira con una sonrisa de expectación, y mira a James disimuladamente.

-Bien, James. El jueves llegaremos sobre las 14:30 para empezar a montar todo. Rubén me acompañará para ayudarme... -le fulmino con la mirada, pero ella solo sonríe. Normalmente me decía que no era necesario que fuese, que eran fáciles de montar.

-Bien. Ha sido un placer conocerla, señora Schaeffer. Augustin... -me mira y esa mirada me decía todo. Iba a mandarme un mensaje pronto. Seguro.

Después de cerrar, me encontraba dando vueltas por mi habitación, tirandome de los pelos. Era mediana, con una cama en mitad de la habitación. Al fondo, un armario, donde predominaba el negro, gris y muy casualmente el beige. Era un color demasiado alegre.

Las paredes, pintadas de un tono gris blanquecino, conjuntaban con el mobiliario. Un escritorio de metal con una lamina de metacrilato. La decoración era escueta. Un enorme mural de un bosque en el cabecero de la cama, ampliamente detallado. Casi parecía una foto.

En el banco de la ventana, tenía algún que otro peluche que conservaba con cariño. Una rana, un cervatillo, y un hámster gigante. Este ultimo lo había ganado en una rifa de la feria. El teléfono, encima de la cama, vibra en ese instante, y me lanzo a la cama a cogerlo, y del impulso caigo al suelo. Me levanto y veo el mensaje de un número. Adiviné quien era por el mensaje.

+34*******67: Hello, darling ;)

Niego con la cabeza y contesto.

Yo: Hola. Sabes que tengo nombre, ¿no? Que para eso mi madre pagó por él.
James: Es verdad... Augustin. Quien lo diría.
Yo: Oye, no te pases.

Estuvo un buen rato escribiendo.

James: Mira, voy a serte sincero. No podemos dejar que aquella noche nos joda. Empecemos de nuevo, con buen pie.

Menos mal, alguien con sentido común.

Yo: Agradezco tu sinceridad. Y ese bonito gesto.
James: Aún creo que me seguías
Yo: Cabrón, ¿tan guapo te crees?
James: ¿Aun no me conoces, Augustin?  jejeje

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