Capítulo I: La señora uva y el arándano

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La señora uva se quiere casar. Hace años que está soltera y se ha prometido así misma, casarse antes de los 40. Ahora tiene un nuevo novio. Se conocieron por una aplicación de citas y hoy se verán en persona.

Previo a su encuentro, ha pasado la tarde probándose todo lo que tiene en su armario. Su prima la llama y le aconseja vestir de rojo, pues dice que el rojo le sienta bien.

El misterioso galán llega justo a tiempo. Vino a recogerla en su carro blanco. Al verla queda impresionado por su impactante belleza, ella parece más joven que él. Felices de conocerse en persona, se dan un gran abrazo y juntos suben al auto blanco para ir a cenar.

En el restaurante, el misterioso caballero es muy atento y servicial. Conversan de todo un poco para conocerse mejor. Ella dice que su color favorito es el morado, y de él es el verde. Ambos están divorciados y tienen dos hijos. La señora uva no deja de verlo, «es muy guapo» piensa ella.

Pronto se rompe el hielo y el salón se llena de anécdotas y carcajadas. Durante la cena, ambos intercambian cómplices, miradas y coqueteos. Están felices de haberse encontrado.

Al salir del restaurante, el misterioso caballero le da un beso a la señora uva. Ella sonríe y devuelve el beso. ¡Están enamorados!

A partir de aquella noche, la señora uva y el misterioso galán se vuelven inseparables. Los fines de semana van al cine, juntos disfrutan de hacer su deporte favorito, escalar. Él cocina para ella todas las noches y cada domingo por la tarde miran su serie favorita.

Ha pasado cinco meses y una tarde la señora uva le confiesa al misterioso caballero sus intenciones de formar un hogar con él. El galán queda sorprendido. Con mucho tino y delicadeza le confiesa a la señora uva que él no quiere volver a casarse.

Decepcionada por aquella respuesta, la señora uva decide dejar al misterioso caballero. Ya no quiere perder su tiempo, lo que ella quiere es casarse. El entristecido caballero respeta su decisión y la deja ir.

Algunos meses después, la señora uva, aun con el dolor de la pérdida del último amor, conoce a un nuevo galán. Es muy atractivo y jovial. Ahora, él luce más joven que ella.

Basándose en sus cumplidos y detalles, el joven galán convence a la señora uva para salir. Ella acepta y una nueva historia de amor da inicio.

La señora uva vuelve a sonreír, el joven galán la llena de ternura y de amor. Empiezan a pasar más tiempo juntos. A ella le gusta leer y a él los juegos de mesa. Ella disfruta de las películas románticas y él las de acción. A él le gustan las bebidas rosadas y a ella las rojas. Pero a pesar de todas estas diferencias, han encontrado la manera de encajar uno en la vida del otro.

Los meses han transcurrido y la nueva pareja parece ser muy feliz, pero algo está a punto de suceder.

Una mañana la señora uva descubre una mancha morada en su piel, sin saber que es, va al doctor. El médico la revisa y le dice que no tiene nada, que esa mancha es muy natural, ya que el jugo de los arándanos tiende a pintar la superficie de las cosas.

Sorprendida por aquella revelación, la señora uva va corriendo a su casa. Desesperada llama a su prima, a quien le confiesa que el joven galán es un arándano y no una uva morada como ella pensaba.

Muy entristecida, la señora uva está sentada en la sala de su casa. Llaman a la puerta, el joven arándano ha venido a visitarla. Con él trae un enorme anillo y le propone matrimonio a la señora uva.

Confundida por tal propuesta, esta le revela su descubrimiento. El joven arándano no entiende lo que está pasando. El solo quiere casarse con ella. En su frustración, la señora uva rechaza la propuesta y le pide al joven arándano que salga de su casa.

Ha pasado una semana y la señora uva no responde las llamadas del joven arándano. Ella no comprende cómo no se dio cuenta de que él era un arándano y no una uva. En su mente, la señora uva cree que los arándanos deben estar con arándanos y las uvas con las uvas. Y basándose en esa creencia, decide dejar al joven galán, quien se queda triste y no entiende que hizo mal.

Ahora la señora uva tiene 42 años, y aún sigue soltera. Hace poco se encontró al joven arándano, intercambiaron saludos y una sonrisa cómplice se filtró entre ellos.

El diamante escondidoWhere stories live. Discover now