21.Cita nocturna

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Escaparme con él. Otra vez esa propuesta.

Ahora estaba un poco más dispuesta a hacerlo, suponiendo que con escaparnos se refería a huir a algún sitio por un par de horas y luego regresar; y no a huír y comenzar una nueva vida, como en esas películas románticas que jamás me gustaron.

Sophie: shora?

Intenté escribir con los ojos medio cerrados del sueño. Afortunadamente, Drake consiguió interpretar mi "¿Ahora?".

Drake: Lo siento, te desperté.

Drake: Vuelve a dormir.

Le bajé el brillo a la pantalla del teléfono pero me di cuenta de que ya estaba al mínimo. Quería preguntarle a dónde pensaba escapar conmigo y por qué siempre me pedía eso. Esperaba que no tuviera pensado organizar un tiroteo en un banco y usarme a mí como cómplice.

Pero también quería saber cómo se encontraba ahora mismo. Algo me decía que no estaba bien. Nadie que enviara ese mensaje por la madrugada lo estaría.

Sophie: No vengas con la motocicleta o mi padre te oirá.

Sophie: Te esperaré en la entrada.

Escribiendo...

Cerré los ojos un momento y, cuando los abrí, habían pasado dos minutos. Miré la pantalla de mí teléfono y encontré su mensaje.

Drake: Estaba bromeando!!!

Sophie: Yo no. ¿Vamos a huir, o no?

Drake bromeaba mucho. Siempre lo hacía para bajar la tensión. Pero el que dijera las cosas en broma no significaba que no fueran ciertas. Y algo me decía que él no sólo necesitaba alejarse un momento, sino también hablar.

Drake: Bien. Estaré allí en diez minutos.

Me senté en el colchón y escribí una respuesta como pude.

Sophie: Tómate tu tiempo. Aún no me visto.

Drake: Estaré allí en cinco minutos.

Le sonreí a la pantalla un momento.

El teléfono marcó las dos de la mañana. A esta hora papá debía de encontrarse en el quinto sueño, y afortunadamente aún no estaba en esa edad en la que cualquier ruido podría despertarlo.

Metí mi cabello, despeinado, en una cola de caballo, porque no había tiempo de trenzarlo y tampoco me gustaba llevarlo suelto. Busqué unos pantalones de deporte abrigados y me eché encima un suéter azul oscuro. Tenía algunos brillos incrustados entre el pelaje, pero pretendí que no se notaban.

Bajé lo más lento que pude, con cuidado de no hacer ningún ruido cuando pisé las escaleras de madera. Fue casi eterno el recorrido desde el ático hasta la planta baja. Luego, caminé de puntitas hasta el recibidor y giré la llave de entrada despacio. Cuando finalmente salí de casa, volví a respirar.

Fuera hacía demasiado frío y era tarde para regresar por un abrigo. La luna no estaba llena, sino creciente, pero gran parte de la calle estaba iluminada gracias a ella.

Algo tocó mi hombro en cuanto terminé de cerrar la puerta y di un respingo. Cuando me volteé, me encontré con el pecho y los brazos de Drake metidos dentro de una chaqueta de motociclista. No era la misma que usó el primer día que nos conocimos, sino otra. Esta era negra casi en su totalidad, salvo por una franja anaranjada a cada lado de su torso y otra que iba de debajo de su brazo hasta su cuello en ambos lados.

Jamás me gustó el naranja, pero entre tanto negro y en él, se veía malditamente bien. Su por ell frío.

Antes de que pudiera decir nada, me atrajo hacia él y me estrechó con fuerza entre sus brazos. Le devolví el abrazo con la misma fuerza y el mismo entusiasmo, hasta que pasaron unos segundos. Sentí sus labios en la parte alta de mi cabeza, sobre mi cabello, y deje un pequeño beso en su pecho antes de separarme.

Cambio de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora