Capítulo 2 Parte 1

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MAYA

El olor a alcohol me sobresaltó y el sonido de un ligero y constante bip me trajo a mi realidad. Sentí ganas de volver a la inconsciencia y no salir de ahí en unos días. Traté de quedarme quieta para lograr escuchar algo más, pero el tacto de una mano sobre mi frente me sobresaltó más de lo pensado y una voz profunda me estremeció.

— ¿Qué haré contigo? —su voz sonaba apagada, cansada, preocupada. Mi corazón dio un salto que, esperaba la máquina que hacía "bip" no captara. No podía creer lo que escuchaba. Ian estaba sentado a mi lado, con su perfecta mano en mi frente y preocupado por mí —sé que estás despierta— dijo con un tono divertido, que nunca había escuchado salir de su boca.

Abrí lentamente los ojos y mi visión se aclaró con esfuerzo, me costaba un poco distinguir las formas y la luz me cegaba. Abrí la boca para hablar, pero la sentía pastosa. Con esfuerzo le señalé la fuente de luz y esperé que comprendiera. En cuestión de segundos todo quedó en penumbras y mi cabeza pareció reconocerlo, el dolor detrás de mis ojos fue cesando y mi vista mejoró al punto de reconocerlo de pie junto a un cortinero.

—Hola Maya— sus ojos me miraban con confusión, pero no se movió del otro lado de la habitación.

—Hola— intenté decir, pero mi voz sonaba rasposa — ¿qué pasó? —pregunté con más esfuerzo.

—Sufriste un desmayo en el colegio. Estamos en el hospital, ya hemos notificado a tu familia para que vengan.

Asentí. Si intentaba hablar no podría, volví la cabeza hacia un lado y vi un vaso con agua. Traté de estirar la mano, pero me dolió todo el cuerpo. Ian se movió con rapidez hasta la mesa y me señaló el vaso, yo asentí, entonces levantó el vaso de la mesa y lo acercó a mi cara. Logré tomar un sorbo del líquido frío y sentí que mi garganta protestaba.

—Despacio, no debes beber tan rápido.

Asentí de nuevo.

Paré de tomar agua y cerré los ojos mientras me recostaba. No me pasó por alto la manera en que parecía delicado al tratarme, o que me tuteaba, o que me había llamado Maya. No señorita Méndez; Maya a secas. Estaba confundida, esto era cómo un sueño, era tan bueno que deseaba no despertar, pero sabía muy bien que estaba jugando con fuego. Tenía miedo de repetir la historia, de ser como Danny decía que era, caprichosa..., y que mi capricho acabara arrastrándonos a un error que terminara destruyendo la vida de alguno de los dos o de ambos.

—Te oigo pensar desde aquí —dijo Ian dejando el vaso de nuevo en la mesilla.

—Lo siento —dije tratando de que no se notara que estaba perdida en mis pensamientos y que estos me ahogaban en dudas.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó mirándose las manos.

En ese justo momento entró mi madre por la puerta de la habitación. Su cara era la de una persona loca. Traía el maquillaje corrido y sus ojos estaban rojos y su nariz, normalmente blanca, era de un color rojo brillante. Detrás de ella, mi abuela, con su imponente figura entró más serena.

Ian se levantó de la cama, cómo si lo hubiesen pinchado. Cambió su expresión a una más seria y se dirigió a mi abuela. Quien, al verlo en la habitación, se sorprendió, pero no dijo nada.

—Señora Méndez —dijo con total naturalidad.

Mi abuela casi se ahoga, pero con toda la compostura que pudo le dijo —Es señora Hidalgo de Rodríguez en realidad, muchacho.

Ian se puso rojo hasta la raíz del cabello. No sabía dónde meterse, pero rápidamente se disculpó con ella y le puso al tanto de lo que el doctor le dijo a mi llegada.

ADN de un amor ♥Where stories live. Discover now