6. Hambre de venganza (1)

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Capítulo 6

Hambre de venganza



El sonido parecía emerger de todas partes al mismo tiempo, de todas las gargantas de los zombis a la vez. Era como si la misma ciudad se hubiera transformado en una monstruosa bestia y estuviera rugiendo en cólera. Los edificios parecían temblar y las ventanas vibraban al ritmo del alarido uniforme que se elevaba en el aire.

El estruendo era tan ensordecedor que Junior y Sheep sentían que le sangrarían los tímpanos en cualquier instante y sus corazones parecían querer salirse de su pecho. Los zombis de cada rincón empezaron a manifestarse con total agresividad.

Era cómo si hubiesen perdido todo control de sus acciones, cómo si algo hubiese provocado un dolor tan punzante y tan interno que la única manera de acallarlo era dejando salir una explosión de ira y rabia.

Y nada podía detenerlos. Se acometían los unos con los otros, atropellaban y asediaban vehículos, reptaban por el suelo, se trepaban por las paredes y devastaban todo aquello que tuviesen al alcance.

En cuestión de pocos segundos, la ciudad al completo parecía agonizar con la enorme cantidad de bestias rugiendo y destrozándolo todo.

Junior y Sheep nunca habían visto nada igual en toda su vida. Sus cuerpos se habían paralizado por completo. Sus pechos parecían comprimirse al encontrarse envueltos en un tornado de absoluta brutalidad y caos.

-Agitar el avispero... -repitió Junior en voz baja al contemplar, desde la cima del puente, el caos infernal que tenía delante-. ¿Quizás a esto se refería?

Por desgracia, no había tiempo para formularse teorías o conjeturas. El caos liberó una esquirla de peligro que llegó a ellos sin hacerse esperar.

Un portón de chapa, situado en el aparcamiento de una casa cercana, fue arrancado de sus bisagras por un feroz embiste. El sonido del metal arrastrándose por la acera hizo un escándalo y culminó tras unas cuantas volteretas erráticas.

El autor de aquella demolición era una criatura de porte avasallante que despertó de su letargo y emergió desde el interior de un oscuro y desarreglado garaje.

Su estatura era temible, con músculos abultados y piel gruesa y plomiza. En comparación con su enorme cuerpo, su cabeza parecía pequeña y alargada. Andaba pesadamente, inclinando su torso hacia delante y usando sus enormes y fornidos nudillos como bastones. El sonido retumbante de sus pisadas se escuchó como un eco de ultratumba en toda la calle.

Como las demás bestias sueltas a su alrededor, su cólera era incontrolable, insaciable, indomable...

Salió de su vivienda dando tumbos, bramidos y zarpazos agresivos a cualquier cosa que se le cruzara por delante. Esta destructiva criatura ni siquiera hacía distinción entre los de su propia especie. La cólera colectiva le había segado por completo.

Al cruzarse con dos zombis, extendió sus brazos, y sus manos fueron suficientes para cubrir ambos cráneos. Con una fuerza sobrenatural y un movimiento pesado y brusco en descenso, la oscura sangre de los zombis se salpicó por el asfalto al menor impacto.

El estrés empezó a manifestarse en un punto de la zona anterior de la cabeza de Junior. Mientras que Sheep, por su lado, permanecía estático y alienado a toda la situación que se desataba a su alrededor.

Todas las luces de la atención de ambos se había volcado en aquella tenebrosa criatura, y no era para menos, porque esta no se demoró demasiado en clavar su mirada de ceño fruncido, cuál depredador hambriento, sobre ellos.

Zeta: El señor de los Zombis (Reboot)Where stories live. Discover now