Historia de un último beso

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Me tensé cuando los pasos se fueron acercando desde mi izquierda, esperaba tener que huir por el camino contrario en cualquier momento, pero el andar pausado de aquel extraño me tranquilizó también. Quizás yo no era el único que buscaba el sosiego del río.

Me quedé muy quieto, medianamente protegido por los árboles y algunos matorrales. Una mujer joven pasó muy cerca de mí, sin percibir mi presencia. Venía sola y se detuvo junto a la orilla.

"Los días pasan, sin estar allí. Todo era tan bueno, todo tú y yo" 


Un recuerdo ineludible cayó sobre mí con el peso del cielo entero. Hacía tanto tiempo, ocho años para ser más exactos. Esta misma orilla, este mismo río y el mismo modo en que Ella se inclinaba para recoger una piedra y arrojarla. Se me apretó el pecho al recordar que había sido en este mismo lugar en el que me enseñó a lanzar una piedra hacia el agua y que esta diera tres toques sobre la superficie antes de hundirse. Por aquel entonces Ella llevaba el cabello más corto, apenas habría podido comenzar a hacer una trenza como la que hoy llevaba.

"No hicimos nada mal, pensaba todo el tiempo. Así que no podemos más que continuar, todo lo demás se verá." 

Había cambiado, ambos lo habíamos hecho. Ya no reconocía la forma redondeada de sus hombros o su cadera, se había vuelto más espigada y fina. Había madurado. De pronto las preguntas comenzaron a sucederse en mi mente una tras otra: ¿Seguiría viviendo aquí?, ¿a qué se dedicaría?, ¿tendría una pareja?... ¿sería feliz?...

"Deja atrás lo que hemos tenido, separémonos.  p



Creo que de todas, esa última pregunta fue la que brotó con más intensidad. Cuando pensaba en lo mucho que había deseado su felicidad, se me encogía el corazón, porque luego me sentí como su mayor fuente de dolor. Aún la escuchaba tragándose los sollozos mientras desviaba la mirada con dignidad hacia el río. Esa tarde era mucho más cálida que ésta, a pesar de tratarse del mismo mes. Recordaba la chaqueta de tela azul que Ella llevaba puesta, un azul oscuro que le daba mayor intensidad a sus ojos que se volvían azules con los días cálidos, y de un tono verdoso con los grises. Recordaba las suaves pecas que tenía en la nariz y lo poco que le gustaban. Recordaba también el toque de su mano en la mía.

—Esto se ha convertido en una locura —le había dicho—, todo el mundo quiere una foto, todos quieren una firma. Hace unos días unas chicas me quitaron un cuaderno y escaparon.

 

—No pensamos que sería así —acepto Ella. Podía notar la preocupación en su voz.

 

—Por eso debo irme, y por las presentaciones, David quiere que comencemos en una semana —le explique con una mezcla de entusiasmo y pesar.

 

—¿Y la escuela?, ¿perderás el año? —quiso saber. Me encogí de hombros. Aún no sabía cómo iría todo.

 

—Mira, quiero que sepas que estos meses han sido muy especiales —comencé a decir, no pretendía que pareciese una despedida, pero sabía que de alguna manera lo era.

 

—¿Estás cortando? —tiró de su mano para que la soltara, yo volví a tomarla. En sus ojos vi la incredulidad y la compresión. Parecía como si estuviese esperando mis palabras. Ella siempre sabía lo que yo sentía, se anteponía a mis propias conclusiones. Me conocía.

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⏰ Poslední aktualizace: Aug 06, 2015 ⏰

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