Capítulo 5

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Paul le llamó para hablar un rato y comentar lo del accidente, aunque le hizo prometer que no se lo diría a los jefes. Como él era el único que vigilaba las cámaras, ya lo sabía, en realidad.

—Cuéntame sobre ese pibón que tienes ahí cuidándote. Cuando hace ejercicio, bueno, es digna de ver.

—No dice nada bueno de ti que andes espiando a la gente, Paul —dijo Josh molesto.

—No la espío, solo me llamó la atención. Al principio pensé que sería alguna novieta tuya, pero luego te vi con la pierna escayolada. Tenías que haberme avisado. Podríamos haber retrasado el proyecto...

—¡No! Si lo retrasamos unos meses, la empresa HiTech se nos adelantará. Ya escuchaste lo que dijo el jefe. Hay que probar a Smith ya y que la domótica funcione. Esto de la pierna ha sido una putada, pero mira, así también se demuestra que puede ayudar a una persona que tiene un problema más grave.

—A ver, todo no lo puede hacer...

—En cuanto le introduzca la IA que he diseñado, lo podrá hacer casi todo. Nos falta poco para alcanzar ese futuro que vemos en las películas.

—Bueno, bueno, a mí lo que me interesa es ¿qué tienes con esa tía? ¿Cómo se llama?

—Se llama Irene y es sobrina de mi tío, y me está echando una mano.

—Joder, tu prima, qué morbo.

—No es prima de sangre, bruto. Y no hay morbo. Solo me ayuda, la he contratado, nada más.

—Vale, vale, pero te recuerdo que, aunque la pierna la tengas escayolada, podrás hacer otras cosas.

—Vete a la m... y dime los resultados de la compilación de los datos de ayer.

Durante un rato más hablaron de los datos técnicos y se despidieron. Josh se quedó pensativo. ¿Paul tenía algo que ver en lo que le había comentado Irene? Llevaban trabajando juntos más de cuatro años y era más que su ayudante, eran amigos. Él tenía acceso a todo su proyecto y confiaba en él... aunque recordó que últimamente las cosas no le habían ido bien. Se había comprado una casa y andaba hipotecado. ¿Sería por dinero? Pero no, no debía empezar a sospechar o se volvería paranoico.

Irene había salido para ver a sus tíos y él se levantó con dificultad para hacerse un café. Con las muletas se acercó al baño, y aunque le costó, ya tenía algo más de destreza. Sudando, fue a la cocina. Decidió probar el interfaz de voz.

—Smith, coge una taza pequeña del segundo armario de la izquierda.

Comprobó que el androide se desplazaba correctamente, calculaba cuál era el armario y con las manos en forma de pinza, abría la puerta. Ya se estaba emocionando, cuando metió el brazo mecánico y arrasó con varias tazas que cayeron al suelo.

—Smith, stop —dijo Josh bufando—. Smith, reposo.

El androide retiró el brazo, tirando varias cosas al suelo y Josh se convenció de que había ido demasiado deprisa.

—Smith, conecta la aspiradora.

Aunque sabía que los pedazos grandes no podría retirarlos, la pequeña aspiradora salió de debajo de la cocina y recogió todo lo que pudo. Al menos, eso sí funcionaba. Josh se acercó hacia el armario escobero y sacó el recogedor con una mano.

—¡Joder! Qué difícil es hacerlo así.

Sin querer, apoyó el pie de la escayola en el suelo, sobre un pedazo de taza y, además de cortarse, se hizo daño que le repercutió hasta la parte superior. Se sintió mareado y como pudo, llegó al sofá, sin fuerzas ni siquiera para maldecir.

Una historia de amor realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora