El vecino nuevo

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El aire soplaba fuertemente en Inglaterra. En el centro de la ciudad se encontraba un orfanato llamado "Nott House", una casa colorida llena de risas de niños corriendo por todas partes. En el segundo piso, el sueño de un niño fue interrumpido por los rayos del sol que brillaban a través de su ventana. Sin resistirse, se asomó, con la intención de cerrar las cortinas, pero vio a sus hermanos menores jugando abajo. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y, con un suspiro, dejó la ventana como estaba antes. En el baño, se miró en el espejo, observando su desordenado cabello rojo y largo, sus firmes ojos grises y ojeras debido a pesadillas recurrentes de su pasado.


Saliendo del baño y mirando la hora, esperaba tener tiempo para pasar con los niños. Bajó las escaleras y vio a una mujer madura mirando por la ventana con tristeza en sus ojos. El niño se acercó por detrás y apoyó su cabeza en su hombro. Cuando ella se volvió, se abrazaron, tratando de ocultar sus sentimientos detrás de sonrisas forzadas.


─Mamá─ trató de ser fuerte pero su voz tensa lo delató. ─No te preocupes.──Aarón... te extrañaré mucho.──Y yo te extrañaré─ Aarón tomó el mentón de su madre y le besó la frente.─El desayuno está listo─ salió una niña muy parecida a la mujer. ─Devora, hermano, ven.─¿Qué quieres decir con 'Devora' señorita? Respeta que soy tu madre─ Aarón rió un poco ante esta escena. Para él, esto era una de las cosas que más extrañaría cuando se fuera. Aún recordaba el día en que conoció a Devora y a su hija Ivana, quienes se convirtieron en una gran hermana para Aarón y un gran apoyo.

Fue cuando Aarón tenía 7 años que se retiró hacia sí mismo. No jugaba con nadie, hablaba muy poco y estaba tan delgado y pequeño que nadie pensaría que tenía más de 5 años. Pero todo cambió cuando conoció a un fotógrafo que le mostró las maravillas de la fotografía y le regaló una pequeña cámara digital. Esto permitió a Aarón expresarse, descubrir su talento para la fotografía y, lo más importante, sanar sus heridas y recuperar el interés por la vida.

En la mesa, todos estaban juntos hablando. Aarón se sentó en silencio y comió.Observé a los niños jugar con una pelota. Mi madre se acercó a mí y se apoyó en mí. A pesar de estar callados, el silencio no era incómodo. Mientras la miraba, vi lágrimas correr por sus ojos, sus mejillas sonrojadas y sus labios apretados conteniendo las lágrimas. La abracé y ella comenzó a llorar silenciosamente en mi pecho. Acaricié su cabello gris que solía ser castaño oscuro.


Me sentí débil. Antes no tenía a nadie llorando por mí y ahora que tenía a alguien que creía en mí y me apoyaba incondicionalmente, los estaba alejando de mi lado.

─Te quiero─ me dijo.

Todos se despidieron de Aarón. Tomando un taxi al aeropuerto con gran nostalgia, subió al avión despidiéndose de su país natal donde nació, creció, vivió momentos tristes y felices que siempre estarán en su corazón.


Sonreí. Nunca se lo había dicho, pero todo fue gracias a ella, su madre, el hecho de que hoy pueda estar aquí. Todavía tengo muchas cosas por superar, pero quizás en un mundo alternativo sin ella, hubiera acabado con ese peso hace tiempo y no estaría viviendo buscando mi felicidad. Pero aun así, necesitaba un nuevo inicio, otro lugar donde ella no me siguiera, donde el fantasma de esa mujer no me alcance... Estoy huyendo de mi pasado. Sé que es cobarde, pero no aguanto más este lugar. Verla en mí cada día, todos los días, sin tranquilidad, es agotador.Al llegar al aeropuerto de Madrid tomó un taxi a su nueva casa y su nueva vida. Una pequeña lluvia empezó a caer, sin tomarle mucha atención tomó su chelo y una pequeña maleta que tenía a la mano; lo demás se los traía el hombre de la mudanza y en cuanto tardaría en llegar. Cerré los ojos con la cabeza alta, disfrutando de la lluvia. Me encanta la lluvia. Cada gota podía aliviar mi cuerpo. Sin embargo, dejé de mojarme y abrí los ojos.


─No es bueno que te mojes. Podrías coger un resfriado. Tómalo─ me dijo una chica mientras me entregaba una sombrilla. Luego se alejó corriendo.


La chica había sido muy amable al darme su sombrilla, pero no podía evitar preguntarme qué había pasado por su cabeza para hacer eso. Suspiré y sonreí un poco.

Me sentía como un pez fuera del agua pero que no se rendiría por nada del mundo. Al entrar se llevó una gran sorpresa: todas sus cosas ya estaban allí, ordenadas donde iba cada una. Solo pudo pensar en la única persona que pudo hacer eso; con rapidez tomó su teléfono marcando a uno de los pocos números que tenía registrado.

─Aarón, ¿cómo estás? ¿Cómo te fue el viaje? ¿Llegaste bien?─Mamá, estoy bien; el viaje se me hizo eterno pero por fin estoy en Madrid.─Y qué tal la sorpresa.─Pues sí, ya la vi y... me encanta; muchas gracias.─No te preocupes mi niño, lo hice con mucho amor; espero que así estés más cómodo por allá.─Eres la mejor; lo sabías...

Después de un tiempo hablando con su madre me quede dormida en mi nueva habitación.

Aarón decidí salir un rato a conocer los alrededores y su nueva universidad; tomé la cámara, el teléfono y unos audífonos y salí de su casa. El camino a la universidad se me hizo realmente corto; al entrar busqué a la secretaria la cual me asignó los horarios y me dio un recorrido por todo el lugar. El edificio es grande sin contar lo antiguo que es; la universidad contaba con una biblioteca y salones de autoestudio, comedores y cafeterías. Al salir decidí dar un paseo por el parque que se encontraba justo al lado de la universidad con los audífonos puestos y música alta; era perfecta para tomar fotos.

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⏰ Last updated: Jan 22 ⏰

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ElliotWhere stories live. Discover now