Capítulo 18 | Verdaderas caras

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Félix se asustó. Supo que Garfio había escuchado más de lo que hubiera querido. Y al escuchar la conversación, Hipo prestó más atención. Una chispa de enojo despertaba en él.

- Entonces... empecemos ¿Quieres? -

Garfio se sentó frente a Félix.

- Eliminaron a Mofeta, el pobre y pequeño niño perdido. Sé que interfería en los planes de Pan, pero... ¿Cómo? ¿Cómo interfería? -

- Desde... desde que la Princesa llegó, ella y Mofeta eran muy unidos. Peter estaba preocupado que interfiriera. -

- ¿Pero cómo? ¿Cómo lo haría? -

Guardó silencio. La mente de Félix tenía un conflicto. No sabía a quien le tenía más miedo, si a Garfio o a Peter Pan.

Killian no quería perder más tiempo y sacó su espada. Se acercó al niño perdido y colocó su arma en su cuello.

- Vas a hablar o tendré que sacar la verdad de tu garganta. -

- Mo... Mofeta... era muy cercano a ella. Entonces... hubo momentos donde ella actuó raro y Mofeta tuvo que ver en eso. Peter... Peter tuvo miedo que despertara las memorias de la Princesa. -

Le quitó la espada del cuello.

- ¿Miedo? ¿Peter Pan? -

Garfio se burló. Era el único que reía y eso incomodó a Hipo y Félix.

- Bien... bien, bien. Siguiente pregunta ¿Qué le hicieron a la Princesa? -

Fue cuando Hipo presto toda su atención al niño perdido.

- No... no sé, yo no sé... Peter no me... -

- Oh vamos... no seas modesto. Eres la mano derecha de Pan. Seguro te lo dijo. -

Garfio caminó por toda la jaula y, discretamente, observó al vikingo. Estaba interesado de cómo reaccionaría.

- No... juro que no lo sé. -

- Estás mintiendo. -

Habló Hipo. Dio unos pasos adelante, intimidando a Félix.

- Reconozco a un mentiroso al verlo. Tú sabes lo que Peter le hizo a Merida. -

Pero, aunque Félix tenía sentía algo de miedo, se hizo el valiente. Garfio había retrocedido y creyó que podía lidiar con el joven vikingo.

- Yo no sé nada. Y aunque lo supiera ¿Crees que te lo diría a ti? -

Hipo apretó sus puños, el chico no iba a hablar y él no quería perder el tiempo. El capitán se interpuso entre ambos y con cuidado alejó a Hipo a la entrada de la jaula. Se alejaron lo suficiente para que Félix no los escuchara y Killian colocó su brazo alrededor de Hipo, por encima de los hombros.

- Me agradas chico, en verdad que sí. -

- Perdón si creo lo contario. -

- Nada personal, créeme ¿Quieres un pequeño consejo? -

Hipo lo vio con una ceja levantada. Era sospechoso que Grafio demostrara demasiado compañerismo.

- Lo tomaré como sí... Miedo. -

- ¿Qué? -

- El miedo, Hipo ¿Crees que los niños perdidos no traicionan a Peter Pan por qué son fieles? -

- ¿No? -

- Claro que no. No lo traicionan por que le temen. Le tienen miedo. -

Killian tomó una daga que ocultaba en su saco y se la dio al joven. Hipo la sujetó fuerte y no pudo evitar pensar que, tal vez, el pirata tenía razón.

Nunca JamásOnde histórias criam vida. Descubra agora