Capítulo 18 | Verdaderas caras

91 12 13
                                    

- ¿Sabes... sabes de mi tatuaje? -

- Claro. Te ayudaba cada noche con él. -

- ¿Qué? -

Hipo dio un paso al frente y se interpuso en la conversación.

- ¿Qué tal si comes un poco? Matt y yo te conseguiremos un poco de agua. -

Sorpresivamente, Mery aceptó. Se acercó a la mesa y empezó a comer, pero no soltaba la manzana que el pequeño Mofeta le llevó; se aferró a ella. Hipo y Matt salieron cerrando con delicadeza la puerta. Ya afuera, el vikingo sujetó a Matt por los hombros y se hincó para verlo de frente.

- Gracias por entrar. Hiciste que se sintiera mejor. -

El niño asintió y sonrió.

- Pero debemos tener cuidado con su mente, por ahora. No recuerda nada antes de lo que Peter Pan le hizo. -

- Entiendo... -

- Ve con Varian ¿Sí? Seguro necesita ayuda para averiguar cómo ayudar a Merida. -

Matt sonrió y salió corriendo al camarote de Varian. Hipo suspiró. Claro que vio algo raro en Merida cuando entró con su comida, pero se había concentrado más en que intentó escapar y no vio su brazo, ahora sabía que tenía un tatuaje. Y, conociéndola, solo sería cuestión de tiempo para que lograra escapar. No sabía qué hacer.

- Espero que todo haya salido bien. -

Hipo se asustó. Creyó que estaba solo, pero no; el Capitán estaba justo afuera del camarote, esperándolo.

- Ella... ella no sabe quién soy. -

- ¿Averiguaste que le hicieron? -

- No. -

- ¿Crees averiguarlo? -

- No lo sé. -

Garfio lo pasó de largo y cerró con seguro el camarote, encerrando a Merida, de nuevo. Ignoró la mirada de enojo del vikingo y le entregó la llave a otro pirata que Hipo no había notado.

- Sígueme. -

- ¿A dónde? -

- Quieres respuestas ¿No? -

Lo pensó por un segundo, pero al final Hipo lo siguió. Llegaron a la parte más baja del barco, los calabozos. Las jaulas horribles llenas de humedad, corales viejos y hasta había agua que podía llegarte a los tobillos.

A Hipo no le gustaba la situación. Pensó que el momento que temía había llegado "Garfio nos va a traicionar" Pero esa idea se fue cuando llegaron a una jaula y Killian golpeó los barrotes.

- ¡Buenos días, amiguito! ¿Cómo estás? -

Hipo vio a un joven, no mayor de quince años, rubio con ropa sucia. Le dio curiosidad "¿Quién será?" No lo había visto en todo ese tiempo en el barco de Garfio. Además, que Varian había pasado varias noches y días en el calabozo y jamás mencionó a nadie más.

- ¡Despierta, rata perdida! -

El chico cayó del banco donde estaba acostado, lo habían despertado con un susto. Grafio abrió la reja y cuando el muchacho levantó la vista y lo vio, su miedo aumentó. Se fue a una esquina y abrazó sus piernas.

- No, no, no... no me hagas nada. -

- Félix, querido. No tengo porque hacerte algo... mientras contestes a mis preguntas. -

Tomó al chico por el cuello de su playera y lo sentó en el banco.

- No sé nada, lo juro. -

- A mí me pareció que si sabias de ciertas cosas o... ¿Por qué intentabas encerrar a la Princesa Merida? -

Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora