Somewhere only we know

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10-7-22

Todos buscamos a Diego. No podía creer que esto me estuviera pasando a mí. Parecía la protagonista de una telenovela.

Acompañada de Carlos fuimos a su casa sobre las dos. Cogimos pequeñas piedras para golpear su ventana. Nada. No había respuesta.

-No creo que haya vuelto.

-¿Por qué dices eso?- Me preguntó Carlos.

-Porque odia las preguntas de su host mother. Imagínate que vuelve de una fiesta pronto, las preguntas que le haría la mañana siguiente.

-Su familia está en Galway.

De repente, un sitio me vino a mi cabeza gracias a mi dibujo.

-Creo que sé donde está, tengo que irme.

-Voy contigo.

-No, creo que debo ir sola.

Caminé campo a través asustada de la oscuridad y la soledad. Lo único que me consolaba era pensar que él estaría allí y las luciérnagas empezaban a alumbrar mis alrededores.

Vi su figura tirando piedras con rabia al estanque.

-Diego, lo siento.

-...

-Guille me pidió hablar y me besó, se siente muy mal.

-Siempre tienes una excusa.

-No, yo te quiero a ti.

Traté de abrazarle pero me separó con brusquedad y me dio un espalda.

-Siempre dices lo mismo, pero me tienes esperando para luego irte y besar a otro.

-Diego, no me apartes.

-¿¡Pues dime que cojones hago si no puedo olvidarte!?

-Mira viniendo hacia aquí, estaba muy preocupada y asustada, sabes bien que tengo miedo de ir sola cuando ya ha oscurecido. Pero pensar en que estabas aquí, en nuestro sitio, lo ha superado. Al fin he comprendido que no tengo que vivir con miedo a todo. Tengo que ser valiente y poner por delante lo que de verdad quiero.- Las lágrimas brotaron de mis ojos.- Te estoy diciendo que, yo, te quiero a ti.

Por unos largos segundos ambos estuvimos en silencio. Entonces yo me dispuse a irme, para dejarle intimidad y pensar, además estaba enfadado. Tras dar dos pasos, noté su mano sobre mi hombro. Me giré y sentí que levitaba, sentí que no había nada más a parte de Diego. Éramos solo nosotros y las mariposas en mi interior.

Sin decir nada volvimos a la playa dados de la mano, sonriendo como niños.

Aquella noche dejé de sentirme como una niña asustada y empecé a actuar como una persona valiente y espontánea.

Todos estaban esperando mi regreso. Algunos, aunque no quisieron admitirlo, pensaban que no iba a encontrarle. 

Les explicamos los hechos, Guille se disculpó, la verdad es que iba muy borracho y seguramente no sabía lo que hacía y con las toallas extendidas en la arena dormimos todos al rededor de la hoguera, Diego abrazándome.

Noté el sol sobre mi faz y lentamente abrí los ojos.

Mucha gente estaba sentada en los troncos colocados al rededor de la hoguera. Diego, por ejemplo, seguía dormido a mi lado.

Poco a poco abrió los ojos y al verme sonrió de lado.

-Pensaba que había sido un sueño.- Dijo.

-No, por cierto pensaba que no te gustaba llamar la atención.

-Así es.

-Pues no lo pareció anoche, montaste un buen lío.

-Será la última vez, espero.

-Hablando de líos...

-¿Qué has hecho?

-Ayer, a Carlos y a mí, nos vino a la cabeza que quizás volvieras a casa. Y tiramos pierdas pequeñas contra tu ventana. Espero que no le haya pasado nada al cristal.

-Como vuelva y esté el cristal dañado, no me ves en mucho tiempo.

-Bueno en clase, ¿No?

-Sería el único lugar.

-Además ella no tiene pruebas.

-Somos lo únicos que estamos a un radio de 2 km, es un poco evidente, ¿no crees?

-¿A qué hora vuelven?

-Hoy volverán tarde.

-Bien, pues podemos ir a ver si le ha pasado algo al cristal.

En nada nos encontrábamos mirando la ventana.

-No veo desperfectos.

-Yo tampoco, volvamos.

Seguí a Diego y nos cruzamos con gente que ya se iba.

-Adiós Nolan.

-Buenos días Yaiza.

Así con más gente. Nada más pisar la playa Carlos se dirigió a nosotros.

-Os tengo que contar algo, hoy por la mañana, he estado hablando con Aurora. Llevamos muchos días hablando y me gusta, pero no sé cómo decírselo.

-Muy bien, ¿qué tal si se lo dices?

-Pero, ¿cómo?- Replicó Carlos.

Diego parecía divertido con la idea y yo suspiré.

-Dile la verdad, que llevas pensándolo mucho y has llegado a esa conclusión.

Carlos no se atrevió aquel día pero supe que iba a tardar poco.

Cuando todos se fueron, Kim y yo comimos tranquilas y recogimos las botellas y el desorden de la playa.

Sobre las siete, Maya y Jenn llegaron. Como estaban agotadas Kim y yo nos ofrecimos a preparar la cena.

-¿Cómo fue la fiesta?

-Muy bien, bailamos mucho y...- Cuando estaba explicándoselo a Maya, Kim me interrumpió.

-Emma ahora tiene novio.

-¿Quién es?

Antes de que pudiera responder, como no, Kim se me adelantó.

-El mejor amigo de Sergio, se llama Diego.

Cotilleamos hasta que terminamos la cena y sobre las nueve Maya se fue a la cama. Entonces, nuestro plan se puso en funcionamiento.

Cogimos las bicis que dejamos fuera a propósito. Por el camino, bajo las estrellas, pedaleábamos en silencio enredadas en nuestros pensamientos.

En la entrada del bosque nos esperaban dos figuras. Eran Sergio y Diego. Kim y Sergio fueron a la playa, mientras que Diego y yo caminamos hasta el estanque. Pasamos un buen rato hablando y besándonos.

-Llevaba esperando esto desde que me pisaste en el aeropuerto. Se me hizo eterno.- Al mencionar el aeropuerto recordé lo que la señora de la rosa me dijo: << Vas a encontrar el amor muy pronto querida. Solo se paciente, y ante todo,  sigue tu corazón.>>

Comprendí que tenía razón.

-¿En qué piensas?- Sonreí y le conté la historia.

Sobre las doce volvimos al punto de encuentro.

-¿Sabes qué?- Pregunté a Diego.- Siempre quise un primer beso perfecto. Es verdad que ayer mismo no lo podría admitir, pero lo tuve.

-¿Fue ese tu primer beso entonces?

-Sí, no me juzgues es solo que...

-Querías que fuera con la persona indicada.

-Exacto.

-Tranquila, me pasó lo mismo.

Me sentí arropada, comprendida y bien por no ser la única.

Kim y Sergio ya estaban esperándonos y de nuevo, volvimos en silencio, sin decir nada.

Cada una se fue a su cama y dormí más que bien.

El camino hacia el amorWhere stories live. Discover now