Capítulo 80 ✔️

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—De acuerdo, está bien— pronuncié rápidamente, evitando que se extendiera su comentario y me haga sentir peor.

Saqué mi móvil.

Mamá se acercó mirando el móvil.

—Lo leeré a solas..., si no es molestia...— indiqué.

—¡Ah, claro! Adelante.

Tragué duro dándole una última mirada a mi madre antes de alejarme de ella y los que estaban en sala.

Salí al balcón.

Encendí mi móvil sintiéndome nerviosa, deslicé mi dedo sobre la pantalla abriendo el mensaje de Bastián.

<<Hazlo, no seas tonta>> me dije a mí misma, obligándome a mirar el mensaje.

"Hoy como de costumbre, estoy pensando en ti. No importa en qué momento leas esto, feliz nuevo año.

Te amo, mocosa... "

Cerré mis ojos luego de leer su mensaje, introduciendo mi móvil en el bolsillo de mi abrigo otra vez, no pensaba responderle.

Una lágrima recorrió mi mejilla mientras mi corazón latía locamente.

Cubrí mi boca con mano ahogando mis sollozos. Odiaba a Bastián, me odiaba a mí por sentir esto por él.

—¿Cariño? — llamó mi madre detrás de mí.

Me di vuelta.

—Lo siento mucho, mamá— lloré.

—Kiara, no— manifestó corriendo a mí, abrazándome fuerte.

—Lo amo, y soy una estúpida por hacerlo...

—Amar no es de estúpidos, necesitas hablar con él.

<< ¿Hablar con Bastián?>>

POV BASTIÁN DAVIS

Las festividades terminaron y todo regresaba a la normalidad, claro, en la vida de los demás, la mía cada día era un desastre.

Mi teléfono sonó en mi escritorio, lo levanté sabiendo que era mi secretaria.

—Fannie.
—Señor Davis, ah... aquí...— tartamudeó.
—Fannie si me vas a decir algo, solo dilo de en buena vez— gruñí.
—Aquí están los abogados de la señora Davis— informó mi secretaria.

Sentí como algo dentro de mí empezaba a quebrarse, mi ruptura con Kiara era inminente.

—Hazlos pasar— pedí colgando.

Minutos después la puerta de mi oficina se abrió, los abogados de Kiara caminaron al interior, eran los mismos abogados que usaron para el acuerdo prematrimonial entre Kiara, Rob y yo, así que, técnicamente, eran los abogados de Rob Walton.

—Si gustan pueden tomar asientos, caballeros— expresé amable, señalando las sillas delante de mi escritorio.

Los abogados se sentaron en frente de mí, uno de ellos sacó un documento de su maletín y lo deslizó sobre mi escritorio; tomé el documento abriéndolo.

Era una solicitud de divorcio.

Kiara Walton me pedía el divorcio formal y legal.

Cerré el documento tomándolo en mi mano, me puse en pie caminando a la trituradora de papeles, introduciéndolo en ella, haciendo trizas la solicitud de divorcio.

—Señor Davis, ¿¡Qué hace!? — gritó uno de los abogados levantándose de la silla.

—Díganle a la enana diabólica de Kiara Walton ¡Que el día que se quiera divorciar de mí, tendrá que venir ella misma a pedírmelo!, mientras tanto, seguirá llevando mi maldito apellido detrás de su nombre, ¡seguirá siendo mi esposa! — vociferé.

—Señor Davis...

Volví a mi escritorio rebuscando entre las gavetas.

—Señor Davis, tratemos de llegar a un acuerdo— suplicó el otro abogado.
—Al único acuerdo que quiero llegar, es al de tener a mi mujer en mi casa, si no es ese acuerdo pueden ahorrarse sus palabrerías— sentencié arrojando un sobre delante de ellos en el escritorio.

—Díganle a Rob Walton y a su hija menor, que he disuelto el acuerdo prematrimonial que todos firmamos antes de casarme con Kiara; ella vuelve a tener el control total y absoluto de sus acciones para disponer y hacer con ellas lo que quiera— informé.

—¿Cómo? — inquirió sin comprender uno de los caballeros.

Suspiré cansado.

—Tomen el maldito documento y lárguense de aquí— ordené con fastidio.

Me encaminé a la licorera de mi oficina, sirviéndome un trago, necesitaba algo que me ayudara a calmar lo que estaba sintiendo, escuché la puerta cerrarse, los abogados se largaron. No estaba dispuesto a darle el divorcio a Kiara, no por las buenas, no sin antes hablar con ella, aunque, me duela.

Nadie debe decirme cuánto debe de doler, ni cuándo es el momento para que me deje de doler, yo decido cuánto quiero que esto me duela, y quiero que sea para siempre.

<< ¿Será posible que haya personas destinadas a amarse, pero no a estar juntas?>> No lo sé, pero este parecía ser el caso.

Tropecé tan fuerte que enamoré perdidamente de la piedra; esto empezó mal, quizás la regla es que terminara mal también.

La idea del amor me resultaba hermosa, hasta que sacó su cuchillo y empezó a matarme. Aprendí a ser feliz a su lado, pero nunca aprendí a serlo sin ella y ahora mi mundo se caía pedazos, se volvía nada.

Nota de la autora:

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La MenorWhere stories live. Discover now