Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO

Capítulo seis

Leah

—Sí —asiento ante su pregunta.

—¿Crees que podré escucharte algún día? 

—Claro, cuando quieras.

Una pequeña sonrisa aparece en su rostro y no puedo evitar sonreír también.

Durante unos segundos ambos nos quedamos en silencio, sin decir nada, tan solo mirándonos.

Tengo que admitir que es muy atractivo, pero no puedo dejar de pensar en Ayden. Me encantaría olvidarlo de una vez pero es imposible.

Cuando volví a Nueva York pensé que estaría, mínimo, unos meses sin verle. Esta ciudad es enorme, y realmente sería una coincidencia demasiado grande encontrármelo, porque claro, puede que sea amigo de Alex pero, por lo que sé, no suelen verse. Pero la vida me odia y me lo encontré a la primera semana de estar aquí, ¿se puede ser más desgraciada?

—¿Y qué sueles tocar? —Jake rompe el silencio, haciéndome reaccionar.

—Ahora que estoy haciendo clases tengo que tocar lo que me dice mi profesora —me encojo de hombros —. Igualmente, me gusta mucho la música clásica, así que no me quejo.

—¿Tienes una pieza favorita? 

—La que más veces he tocado es "Claire de lune", así que supongo que es mi favorita.

—¿Te gusta Debussy? —parece realmente interesado.

Abro la boca sorprendida, se sabe el nombre del compositor.

—¿Cómo sabes que es Debussy?

—Bueno —sonríe, casi tímidamente —, para concentrarme siempre me pongo música de piano.

—¿Y qué sueles escuchar? —pregunto, ahora también mucho más interesada en la conversación.

Antes lo estaba, claro, pero hablar de música con alguien a quien también le gusta la música, es una de mis cosas favoritas.

—Un poco de todo, la verdad: Chopin, Mozart, Beethoven, Bach...

—Mozart es mi favorito —comento.

Él me sonríe.

—También el mío.

Sonrío también y fijo la mirada en la piscina que tengo delante.

—¿Aparte del piano hacer algo más? —pregunta unos segundos después —¿Cantas, guitarra...?

Suelto una carcajada.

—Si canto rompo las ventanas créeme —niego con la cabeza —, y me gustaría aprender otros instrumentos en un futuro, cuando no esté tan centrada con el piano.

—Claro —asiente —, pues viéndote juraría que tienes buena voz.

Lo miro divertida.

Lo único que canto son canciones de Taylor Swift y no suelo cantarlas, bueno, no suelo gritarlas bien.

—Cuéntame algo sobre ti —lo animo —, que solo hemos hablado de mí.

—Pues... —parece que se lo piensa —me gusta leer.

¿Por qué no para de sorprenderme? No es que generalice a todos los futbolistas pero conozco a muchos, por mi hermano y sus amigos, y casi ninguno de ellos lee.