Capítulo 67 ✔️

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—¡Suéltame, salvaje! — lloriqueó, forcejeando conmigo.

Tropezó con sus pies cayendo al suelo de rodillas delante de mí. Aproveché su postura, reforzando mi agarré en su cabello, halando su cabeza hacia atrás, obligándola a verme.

—Mírame bien, maldita puta, que sea la última vez que se te ocurra coquetearle a mi esposo, ¡o te sacaré los malditos ojos! ¿¡Me escuchaste!?— grité furiosa.

Los lloriqueos de Bárbara se escuchaban dentro del lugar como si la estuviese matando. Los toques en la puerta se hicieron más fuertes y otras voces se podían escuchar pidiéndome que abriera la puerta.

Volví a clavar mis ojos en Bárbara, que seguía de rodillas, lloriqueando.

—¡Te hice una pregunta! — grité halando su cabello con fuerza.
—Sí, sí, te escuché— sollozó ella.

En ese momento la puerta del baño se abrió de repente.

—¡Kiara! — gritó Bastián acercándose a mí rápidamente, obligándome a soltar a Bárbara.

—¡Suéltame! — rabié —¡Mataré a esta zorra! — gruñí sintiendo las manos de Bastián sobre las mías, quitándome el cabello de la tonta.

Me sujetó por la cintura una vez que solté el cabello de Bárbara sacándome del tocador mientras yo gritaba un montón de maldiciones.

—¡Ríete ahora, maldita puta! — vociferé recordando como se burló de mí, la vez que la encontraré con Bastián en el jardín de esta casa.

La madre de Bárbara entró al tocador con la señora Charlotte a ayudar a Bárbara, quien seguían de rodillas llorando en el baño.

—Es una salvaje, señora Davis— lloriqueó Bárbara refugiándose en los brazos de Charlotte.

<< ¡Ay por Dios, que alguien terminé de abofetearla por mí!>>

—¿¡Salvaje!?— espeté, —¡soy una Walton, deberías saber lo que significa eso!

—¡Suficiente, mocosa! — gruñó Bastián.

Soltó mi cintura tomándome del brazo con brusquedad, arrastrándome por los pasillos de la casa sin delicadeza, abrió la primera puerta que encontró a su paso, obligándome a entrar.

Cerró la puerta con seguro, dándose vuelta, molesto.

—¡Me vas a explicar, pero ya!, ¿¡qué diablos te sucede!? ¿¡Acaso te has vuelto loca!? — bramó enojado.

Me acerqué a él dándole una cachetada, de todas las que no pude darle a Bárbara, guardé está para él.

—¡No dejaré que te burles de mí! — escupí mirándolo, desafiante.

Bastián no hizo nada, solo se quedó ahí de pie, mirándome. Me molestaba su actitud despreocupada, quería que hiciera algo, que me dijera algo.

—¡No dirás nada, maldita bestia! — vociferé, él se quedó callado otra vez.

Levanté mi mano con intención de pegarle de nuevo, pero en ese instante Bastián sujetó mi muñeca evitando que lo hiciera; me tomó por las piernas subiéndome a su hombro, caminando por la habitación, dejándome sobre una cómoda, y metiéndose en medio de mis piernas.

—¡Aléjate! — chillé golpeando su pecho, tomó mis manos sujetándolas.

Bastián pegó sus labios a los míos, no quería que me besara, no ahora, así que mantuve mi boca cerrada, pero el muy imbécil mordió mi labio inferior provocando que la abriera, quejándome de dolor, aprovecho el momento introduciendo su lengua en mi boca

Mi bestia soltó mis manos, llevando las de él a mi cara, profundizando el beso; Bastián Davis era mi debilidad, y no podía luchar contra eso, fui cediendo a su beso, dejándome llevar por él, y su maldita lengua caliente.

Abandonó mis labios cuando me sintió más calmada, sujetando mi barbilla con fuerza, pegando su nariz a mi boca.

—¿Cuántas copas te tomaste? — ladró serio, sé que mi boca era puro alcohol. —Escúchame mocosa, que sea la última vez que se te ocurra levantarme una mano; te lo permití a ti, porque te amo, pero no sé lo permito a nadie, ¿entendiste? — espetó furioso cerca de mi cara, volviéndome a besar, pero esta vez con furia.

Su beso era un castigo, su brusquedad me lastimaba, era claro que se encontraba molesto.

Bastián soltó mi boca alejándose, dándome la espalda.

—¿Acaso querías dejarla sin cabello? — espetó, aun de espalda.
—Te estaba mirando— me defendí, sintiéndome realmente estúpida, por lo que acaba de decir hace un segundo.

Bastián se dio vuelta escaneándome con su mirada.


—¿Tan celosa estás? — indagó acercándose a mí, apoyando ambas manos encima de la cómoda, encerrándome en él.

—No estoy celosa— gruñí.

Él se rio, cabreándome.


—Saliste con ella al maldito jardín, ¿Qué esperabas? ¿Que te felicite?, ¿¡por qué le sigues el juego!?— rugí molesta.

Esbozó una sonrisa de lado, enojándome más.

—No sabes lo dura que me la pones cuando estás así de celosa, sin embargo, golpeando a las personas no se solucionan las cosas, lo que hiciste no estuvo bien, Kiara, Bárbara es una amiga de la familia— explicó como si me importara.
—Puede ser una amiga de la familia, pero es una puta que intentan llevarse a ¡mi esposo a la cama! — recriminé.

Bastián bajo su cabeza suspirando. Quitó sus manos de la cómoda, parándose derecho frente a mí, alzó mi barbilla.

—Dime algo, mujer, ¿cómo diablo te hago entender que te amo? Que no me importa otra mujer que no seas tú, ¿cómo demonios te lo demuestro? — soltó de la nada.

Abrí mi boca, volviéndola a cerrar sin saber qué decir a eso; Bastián tomó mi mano, dejándola en el lado izquierdo de su pecho.

—Esto que late aquí es tuyo, Kiara, y te aseguro que ninguna otra mujer ha podido estar ahí, podrán estar en mi cama, pero no aquí, esto es tuyo, solo tuyo, mocosa— confesó él logrando que mis ojos se cristalicen.

—Bastián— susurré débil.
—Te amo, Kiara— concluyó besándome.

Mi cuerpo se estremeció, las manos de Bastián acariciaron mis piernas subiendo mi vestido hasta la cintura, separé mis piernas dejando que nuestros sexos se unieran, mi bestia movió mi braga a un lado moviendo sus dedos sobre mi clítoris.

Llevé mis manos a su cinturón abriendo su pantalón, manoseando su polla.

—Esto, también es tuyo— masculló haciéndome reír.

Nota de la autora:

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La MenorWhere stories live. Discover now