Capítulo 7. Allegra

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La semana pasó volando y esa complicidad que habían tenido se había esfumado. Y todo por el miedo que tenía Allegra a hacerle daño a Joanna, pero también a perder el corazón por Nick. Si es que no lo había perdido ya.

La noche de la piscina, no pudo casi dormir. Sentía todavía la dulzura de sus labios, las manos sobre su cintura, como si hubiera dejado una marca permanente, un tatuaje en su piel.

Moira la había acompañado, nerviosa, hasta que le dijo que se fuera con Charlie, que prefería estar sola, pensar.

Y durante esa semana lo había esquivado todo lo que pudo, pero él le había prometido a Joanna que irían a verlo en el partido amistoso y allí iban, en el coche de Moira, que estaba emocionada por acudir también, como invitada de Charlie.

—Lo vamos a pasar genial, ya verás, no sé por qué estás seria, Allegra —dijo Joanna— ¿No te apetecía ver el partido?

—Sí, cariño, me apetece, es solo que... no sé, debo estar resfriada.

—Joanna tiene razón, lo pasaremos muy bien. Y qué mejor que ver a un grupo de hombres musculosos jugando...

—¡Moira! —interrumpió Allegra mirando alarmada a Joanna.

—Allegra, tengo ojos en la cara y sé que papá y Charlie son muy guapos. Siempre tienen admiradoras.

—Ya llegamos al estadio. Me ha dicho Charlie que nos guardan un sitio en la zona VIP, que nos identifiquemos y entraremos por ahí.

—¡Qué lujazo!

Accedieron al palco del estadio que estaba descubierto, pero bien situado, para poder ver el juego. Solo tres filas más abajo, tenían el banquillo de Los Leones, el equipo español. Un poco más lejos estaban Les Coqs, la selección de Francia. El partido era para recaudar fondos para una ONG que cuidaba de los niños y todo el campo estaba repleto. También había varias cadenas de televisión y muchos fotógrafos.

Allegra se asustó.

—Moira, no puedo salir en la televisión o en fotografías. ¿Y si me ve Paolo?

—Eso no ocurrirá, espera.

Moira se quitó el pañuelo que llevaba al cuello, se lo puso en plan pirata, recogiendo el cabello de Allegra y luego le dejó sus gafas de sol.

—Así serás menos reconocible. De todas formas, aquí los protagonistas son los jugadores, no el público.

—Bueno, me quedo más tranquila así.

Nick miró hacia la grada y saludó a las chicas. Joanna le devolvió el saludo muy animada, pero Allegra no quiso llamar la atención.

Eso sí, no lo perdía de vista. Vestido con el equipo de la selección, una camiseta roja ajustada y pantalones azules, estaba imponente. Su ancho pecho se dibujaba en su remera, y los brazos musculados eran todo un deleite para la vista. Llevaba el cabello revuelto y sonreía a sus compañeros. Charlie también estaba muy guapo y lanzó un beso a Moira que sonrió emocionada.

—¿Vuestro primer partido? —dijo una mujer joven con un bebé en brazos.

—Sí, y no tenemos ni idea, la verdad.

—Soy Carla, la mujer de Jason. Me dijo que tenía nueva niñera y que eras muy guapa.

—Bueno, gracias, soy Allegra y mi prima Moira.

—Me alegro de conocerte, Joanna. Mira, mi hijo Carlos tiene la misma edad que tú. ¡Carlos!, ven aquí. Tengo también dos gemelas de dos años que no han venido, se han quedado con los abuelos.

Entre tres palosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora