Capítulo 6. Allegra

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Se retiró de la piscina, caminando con lentitud. Estaba segura de que Nick había estado a punto de besarla y ella, ¿quería? Definitivamente, sí. Llegó al final de la escalera. Tenía dos opciones. Si iba hacia la parte derecha, entraría en su habitación y tal vez de los besos pasarían a otra cosa. Pero después, ¿qué ocurriría? ¿Cómo sería la relación?

Negó. No podía hacerle eso a Joanna y, por otra parte, tampoco ella quería sufrir. No quería ser la chica del día y luego ver cómo él salía con otras mujeres.

Se metió en la cama y tuvo pesadillas con Paolo. La perseguía por el jardín, la había encontrado. Gritó hasta que alguien le cogió de la mano.

—Allegra, ¿estás bien? —dijo Joanna con el rostro preocupado.

—Sí, sí... perdona, tuve una pesadilla. ¿Ya estáis levantadas?

—Sí, y dicen las gemelas que quieren bañarse antes de desayunar.

—Uff, eso no. Primero desayunaremos y luego veremos. Anda, ve y diles que voy enseguida.

Se duchó en minutos y salió con el cabello húmedo recogido en una trenza floja. Bajó las escaleras y el lío en la cocina era monumental. Las niñas reían y gritaban y el señor Rodríguez estaba muy apurado, haciendo tortitas. Moira y Charlie paseaban por el jardín de la mano.

—Señorita Allegra, la cocinera se ha puesto enferma —dijo el hombre apurado.

—Yo le ayudo. Niñas, vamos, tranquilas. Hoy tenemos un día muy largo y lleno de sorpresas, ¿no querréis cansaros antes de tiempo?

—¡Nooo! —dijeron ellas.

—Venga, sentaos todas en la mesita y enseguida os llevamos las tortitas. Mientras tanto, aquí están los zumos de naranja.

Allegra pudo poner por fin orden y las niñas se sentaron en la mesa, charlando. Ella se acercó a Joanna y le dio un beso en la mejilla.

—¡Feliz cumpleaños, Jo! Luego te daré tu regalo.

—Ay, no era necesario, pero gracias —dijo ella sonriendo.

Nick entró en la cocina, enfurruñado al ver a tantas niñas, pero luego se acercó a su hija con un paquete.

—Felicidades, Joanna.

Ella lo miró asombrada y luego miró a Allegra, que sonrió. Comenzó a desenvolver el paquete y cuando vio lo que era, se lanzó a abrazar a su padre, que la acogió con agrado.

—Gracias, gracias —dijo Joanna casi llorando—, es justo lo que más quería.

Las niñas se lanzaron a ver la Tablet que Joanna sacó con mucho cuidado mientras Nick se puso un café en la taza y se apoyó en la encimera. Allegra se acercó a él.

—La has hecho muy feliz.

—Gracias a ti. Si no me lo hubieras dicho, no habría tenido un regalo o lo peor, hubiera sido algún peluche o algo comprado sin pensar en ella.

Nick la miró con intensidad, emocionado, hasta que el señor Rodriguez le indicó que su desayuno estaba en la mesa.

Allegra lo vio alejarse. Llevaba camiseta y pantalones cortos y desde luego, su cuerpo atlético y musculoso la llamaba de una forma increíble.

Moira entró con Charlie, bromeando y sonrientes. La abrazó, mientras Charlie se iba a por un café.

—Ay, creo que me he enamorado —dijo su prima.

—Moira, lo conoces desde ayer, por favor. Si estos tíos van de flor en flor —riñó Allegra.

—Ya lo sé, que no soy tonta. Pero que no, que te digo que es especial. Hemos dormido juntos y si te digo la verdad, la mayor parte del tiempo estuvimos hablando. Hemos conectado, te lo digo yo.

Entre tres palosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora