Capítulo 2. Nick

94 33 13
                                    


Las cosas iban de mal en peor. Primero, la niña; luego, los arreglos de la nueva casa. Después, una niñera tras otra. Algunas fueron insoportables, a otras, bueno, la culpa fue suya. Eran bonitas y estaban disponibles. Pero Rodríguez lo descubría y las despedía antes de que él se liara demasiado. Por eso, le había prometido que no lo volvería a hacer. Claro que con la nueva chica de cabello cobrizo y ojos azules lo iba a tener difícil. Por suerte, le caía mal. Parecía ser bastante antipática, aunque se asombró de lo rápido que conectó con Joanna. Por eso, no la despidió a pesar del impertinente comentario y su descarada actitud.

Por suerte, había pasado toda la semana liado con la promoción de sus camisetas en París y la zona norte de Francia. Allí se había llevado a Isabela, la nueva modelo de lencería con la que se había liado durante esa semana.

Lo cierto es que recordaba poco a la madre de Joanna y se sentía algo culpable por ello. Se había hecho las pruebas de paternidad, porque tener una hija de ocho años con 31 era todo un fastidio. No le había quedado otro remedio que hacerse cargo porque su representante le había dicho que, si la prensa se enteraba de que no había cumplido con sus obligaciones, lo iban a destrozar. Así que se llevó a la niña a casa. Mientras estuvo en el colegio, Rodríguez se encargó de ella, pero ahora tenía todo el día libre y no podía. Tres niñeras habían pasado por su casa hasta encontrar a la nueva.

En cuanto a Allegra, era bonita de una forma distinta o, como le decía su amigo Charlie, con quien se había desahogado, le parecía curiosa porque no le había hecho caso para nada. Quizá fuera una estrategia. Las mujeres se acercaban a él por su aspecto, pero también por su dinero y fama, lo tenía claro. Como capitán ganaba un sueldo decente, pero lo que le había traído un dinero muy jugoso había sido un contrato con una marca de ropa de hombres muy top, cuyas ventas se habían multiplicado. Él daba el aspecto de un hombre triunfador y que lo tenía todo en la vida. Además, como su amigo  le decía, estar con él suponía que se hacían famosas y subía su caché en publicidad.

De él no solían decir nada espacialmente malo. Ellas contaban que en la cama disfrutaban mucho y también de esos lujos, viajes o regalos. Él quería que no hablasen mal de él y desde que Joanna fue a vivir con él procuraba ser más discreto y no llevaba a sus amigas. Y si las chicas preguntaban, él se hacía el loco y evitaba contestarles con un regalito de las marcas que solía tener a mano por si acaso. Si, la vida no era tan desagradable.

Bajo del avión sudoroso, esperando llegar a casa y darse un baño en la piscina y descansar. Isabela había sido un rollo durante todo el viaje. No sabía si porque era joven o porque era ella, pero el caso es que no tenía muchos temas de conversación en común. 

El coche lo llevó a la entrada de su enorme casa. Rodríguez le preguntó por el viaje, pero solo contestó con un ligero gruñido.

—La niña está bien, ha estado yendo a jugar al tenis con Allegra y unas niñas de la urbanización. Nunca la había visto tan contenta.

—¿Pero hace los deberes? —dijo el frunciendo el ceño. No quería que su hija se distrajera de sus ejercicios

—Si, señor, todos los días antes de irse a jugar.

Nick no contestó. Eso tendría que verlo. Pero sería esa tarde o mañana. Ahora solo quería refrescarse. Entró en casa y se cambió rápido para disfrutar de la tranquilidad de su piscina.

Cuando bajo con su mínimo bañador y una toalla sobre los hombros, paró en seco al llegar abajo. Un ejército de niñas estaba chapoteando en su piscina mientras dos mujeres jóvenes estaba sentadas en la orilla con los pies metidos en el agua

—¿Qué ocurre aquí? —dijo sobresaltando las a las dos. Una de ellas, la de pelo cobrizo cayó al agua y comenzó a gritar.

La otra se metió en el agua y las niñas chillaron asustadas. Él tenía los brazos cruzados, preguntándose qué estaba haciendo.

La otra chica, una morenita delgada, estaba intentando sacar a la otra que parecía asustada. Nick comenzó a preocuparse y se acercó al borde de la piscina. Con un bufido, cogió la mano de la niñera y la sacó del agua, dejándola en el suelo, tosiendo como loca. Joanna se acercó a él y lo miró con mal genio, algo que nunca había hecho. Se puso de rodillas al lado de la niñera que seguía tosiendo.

¿En serio se medio ahogaba en una piscina de dos metros o estaba haciendo el tonto delante de las niñas? Y, por cierto, lo miraban acusatoriamente. Había dos iguales, vestidas con un bañador rosa. La joven que había intentado sacar a la niñera la había incorporado un poco. Lo miró y le aclaró.

—No sabe nadar.

Nick levantó una ceja incrédulo y se dio media vuelta. Estar con cinco mujeres podría ser un sueño si todas tenían más de veinticinco, pero no niñas y niñeras. Le habían fastidiado el baño así que decidió irse a tomar una ducha. Fría a ser posible.

Subió las escaleras murmurando acerca de lo molestas que eran las niñas y cerró su puerta con un fuerte golpe. Su balcón daba a la piscina así que salió disimulando. No quería aceptar que lo hacía por ver qué tal estaba. La niñera estaba echada en la hamaca y las niñas a su alrededor. Rodríguez le había acercado un vaso de agua. Al parecer la muchacha estaba afectada de verdad.

Pero ¿Cómo era que una chica joven no sabía nadar? Las miró durante un rato hasta que la chica se levantó. Joanna la abrazo y ella acarició su cabello con cariño.

El teléfono lo sacó de su distracción. Descolgó a Charlie que lo saludó con su grito de guerra.

—¿Sigue en pie lo del fin de semana? —Nick suspiró. No tenía muchas ganas de fiesta, pero les había prometido a los chicos una barbacoa para celebrar su vuelta de París.

—Pero sin mujeres. No quiero líos. Solo nosotros cuatro.

—¿Tan mal te ha ido por París? La tal Isabela era muy guapa.

—Prefiero no hablar de ello. Encargaré la comida y os quedáis a dormir el sábado. Así el domingo podemos ir a correr.

—Estamos de vacaciones, Nick. Danos un poco de cancha, aunque seas el capitán tenemos derecho a descansar. La semana que viene empezamos a entrenar.

—Está bien. Este fin de semana solo descansaremos.

—De todas formas, si no invitas a unas amigas, los chicos se sentirán decepcionados.

—Ellos o tú —sonrió con sorna.

—Bueno, yo tenía plan, pero lo dejaré por esta vez.

Nick colgó y se metió en la ducha. A ver cómo hacía para que la niña y la niñera no molestasen ese fin de semana.

****

Este Nick no parece muy simpático.... pero ¿por qué será? ¿Qué opináis? ¿Es porque es así de natural o hay algo por ahí que no sabemos? ¡Os leo!

Entre tres palosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora