Capítulo 38 ✔️

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—¡Kiara, por favor, se lo suplicó, no vaya a meterme en problemas con el señor Bastián! — rogó el guardaespaldas tocando la puerta.

—¡Lárgate, James!

—Señora Davis, Bastián regresó— anunció de la nada.

Abrí la puerta de inmediato.

—¿En serio? — inquirí.

James se quedó en silencio.

—¡Ayyyyyy, eres un idiota igual que tu jefe! — escupí cerrando de nuevo la puerta.

—¡Joder! — lo escuché gritar.

No me dormiría esta noche si antes hablar con Bastián...

POV BASTIAN DAVIS

Llegué a mi departamento luego de acompañar a Erick a la comisaría y ponerme al tanto de la situación, le daría mi apoyo en el proceso judicial.

—Señor— anunció James, pálido al verme llegar.

—Habla— mandé; en el poco tiempo que llevaba trabajando para mí, he aprendido a conocerlo, y sé que algo le preocupa.

—Es la señora Kiara— informó.

—¿Dónde está mi esposa? — pregunté rápidamente.

—Está en su habitación, señor, creo que espera por usted, se ha negado a salir o dejarme entrar— explicó.

Ahora comprendía, la mayoría de mis empleados no le gustaba quedarse en el departamento con la mocosa, temían que ella hiciera algo que pudiese molestarme y perder sus empleos.

<<Kiara, Kiara ¿Qué mierda haré contigo, mocosa?>>

—De acuerdo. Puedes irte a descansar, James, yo me encargo.

El chico asintió.

Caminé a mi habitación, esta noche no deseaba pelear con Kiara, no después de ver lo que se siente perder a la persona que amas, no después de ver a Erick en esa situación.

Me preguntó qué sentiría yo si perdiera a la mocosa solo un día, no lo sé con certeza, pero tampoco quiero averiguarlo.

Tomé el pomo de la puerta girándolo, la puerta se abrió; había algunas luces apagadas y otras encendidas, Kiara se encontraba durmiendo en mi cama, al parecer se quedó dormida mientras esperaba por mí.

Me acerqué a la cama colocándome de cuclillas delante de ella para verla mejor. Tenía algunos mechones de cabello estorbando en su cara, los cuales retiré con cuidado, no quería que se despertará; bajé mi mano a su mejilla sintiéndola fría.

Me puse en pie buscando una manta, cubriéndola con ella.

Miré la hora en mi móvil, ya era más de medianoche. Me adentré al baño para darme una ducha antes de dormir, este día fue largo y estresante para mí. Dejé que el agua bañará mi cuerpo y lavé mi cabello; me detuve un momento a lavar mis dientes y me fue inevitable no mirarme al espejo.

<< ¿Qué diablos harás, Bastián? ¿Dejarla dormir en tu cama?>>, yo mismo me desconocía. Cerré mis ojos suspirando profundo, apoyando mis manos en el lavamanos.

<<Solo será esta noche>> traté de convencerme.

Fui al walking closet buscando un pantalón de dormir para meterme a la cama, estaba cansado.

Levanté la manta recostándome al lado de Kiara, llevé mi brazo a su cintura abrazándola, la quería tener cerca, quería respirar su aroma, sentir que podía pertenecerme, aunque no lo mereciera, que podía ser mía de otras maneras...

<<Bastián, hermano, has perdido la razón>> me gritó mi consciencia << ¿De cuándo a donde duermes abrazado a una mujer y menos con una con la cual jamás ha cogido?>>

—Bastián— susurró Kiara, soñolienta, girándose para quedar en frente de mí.

—Shuuuuu— emití, —duerme— le pedí llevando mi mano a su cara, dejando un beso en su frente.

La mocosa cerró sus ojos otra vez acercándose más a mí, sé que tiene frío, y yo tengo calor, todo mi cuerpo era una bola de fuego al lado de ella, pero este no era el momento; sé que tarde o temprano Kiara sería mía, así que no me desesperaría, cualquier paso en falso con ella podría arruinarlo todo.

Colé mi mano por debajo de su polera, acariciando su cintura, moviendo mi mano lentamente a su espalda, tal vez estaba loco, o era un enfermo, pero juro por Dios que podía sentir como la hacía mía con cada toque, con cada pequeña caricia... Desconocía que se podía hacer el amor de esta manera, era algo que jamás había hecho.

Miré a Kiara dormir por casi dos horas sin despegar mis malditos ojos de ella, quería grabar cada parte de su rostro en mi cabeza, aunque sospecho que esto terminara mal.

Quité mi mano de su espalda llevándola a su cuello, acariciándolo con mi pulgar, cada toque enviaba miles de sensaciones dentro de mí y me odiaba por ello; subí mi mano a su mejilla acariciando sus labios, su nariz, sus cejas perfectamente pobladas ¿Cómo es posible que haya tanta perfección en una sola persona? ¿Cómo es posible que una mujer sea tan hermosa? Su maldita belleza me dolía... Me dolía porque sé que es imposible estar con ella.

—Si me sigues tocando, te cortaré las manos— musitó con sus ojos cerrados, haciéndome sonreír.

—No me importaría ser un lisiado— contrarresté acariciando sus cejas. —De hecho, no me importaría perder alguna otra extremidad de mi cuerpo mientras sea por ti— confesé.

Ella se quedó en silencio. Deslicé mi mano por su mejilla.

—¿Es esto una confesión, señor Davis? — indagó la mocosa con una sonrisa en su boca, aún seguía con sus ojos cerrados mientras yo continuaba tocando su cara.

—Más bien un secreto.

—No soy buena guardando secretos— declaró.

—Duerme— ordené.

Kiara se dio vuelta pegando su espalda a mí, coloqué mi brazo encima de su cintura tocando su vientre, sintiendo esa sensación de paz otra vez, la misma que me inundó cuando bailamos en Coronado. Pasé mi nariz por su cuello dejando un beso ahí.

Cerré mis ojos para disfrutar de ella, quedándome profundamente dormido.

La MenorWhere stories live. Discover now