15. "Donas Ensangrentadas"

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Habian pasado algunas horas desde el funeral de Reginald Hargreeves, la luna estaba resplandeciente en el oscuro cielo con pequeños puntos blancos brillantes acompañándola.

-Una manzana entera, cuarenta y dos cuartos, diecinueve baños pero ni una sola gota de café.- dijo Cinco urgando entre las alacenas de la vieja cocina.

-Papá odiaba la cafeina.- dijo la morena.

-Odiaba a los niños tambien y los tuvo de a montones.- dijo Klaus

Cinco ignoro a sus hermanos y en cambio tomo la mano de su esposa y salio apresurado de la cocina.- Me voy, me llevo el auto.

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Cuando ambos se encontraban dentro del auto Cinco le dijo que visitarian un lugar que el frecuentaba de niño, ese lugar era una cafeteria.

Cerca de diez minutos después llegaron al recinto, muy alegre y colorido para el gusto del ojiverde.

Con su cabeza recargada en el hombro de su amada le conto con detalle todos los momentos lindos que habia vivido con sus hermanos, cuando realmente se sentían niños y no superheroes con mascaras ridiculas.

Su platica se vio interrumpida cuando un hombre de mediana edad se sentó a lado de ellos, mirándolos con curiosidad y ternura al pensar que eran una pareja de pre-adolescentes en su primera cita o algo asi.

-¿Qué desean ordenar?- una pintoresca y sonriente mujer vestida de rosa les pregunto con un semblante amable. El hombre a su lado los dejó de mirar para poder tomar su orden, la mujer anoto rápidamente y dirigio su mirada a la pareja.

-Yo quiero una taza de café negro.- dijo con voz golpeada, el semblante amable de la mujer cambio a uno confundido.

-Café para el chico, ¿y tú criatura, qué deseas ordenar?

-Lo mismo que el y una dona de frambuesa, por favor.

Dicho eso la mujer de rosa se retiro para preparar las órdenes.

Minutos después la orden de las tres personas ahí llego. La pareja disfrutaba del amargo sabor del cafe con tranquilidad a diferencia del señor, el degusto lo que habia pedido sumamente rápido y habia abandonado el lugar, dejando a la pareja solos.

Quedaron unos minutos en silencio hasta que volvio a sonar la campana de la entrada la cual anunciaba cuando un nuevo cliente entraba al recinto.

Cinco vio por el reflejo de otra campanita plateada que habia ahí a nadie más que a los trabajadores de la comisión. Seguramente La Encargada en esos momentos buscaba sus cabezas por haber escapado.

-Que rápido, pense que tardarían más para encontrarnos.- dijo el azabache tranquilamente dándole un sorbo a su café.

-Portemonos como profesionales, levantense y salgamos de aquí, quieren hablar con ustedes.- dijo uno de los hombres apuntandole a Penny con un arma de fuego.

-Creo que no hay nada que decir.- contestó rapidamente la chica tomando la mano de su esposo por debajo de la barra.

-No nos compliquemos esto, no quiero matar a una pareja de estudiantes. No iría tranquilo a casa con eso en mi conciencia.

-No me preocuparía por eso, no vas a ir a casa. ¿Me haces el honor, cielo?- dijo dandole un pequeño cuchillo que se encontraba ahí.

Ella le dio un pequeño beso en los labios a su esposo antes de tomar el cuchillo que este le ofrecia para clavarlo justamente en los testiculos a el hombre que los habia amenazado, fue tan rápido que el no tuvo tiempo de actuar para defenderse, simplemente se dejo caer, retorciendose de dolor. Rápidamente los otros cuatro trabajadores dispararon hacia la pareja sin exito ya que Cinco tomo la mano de Penny y los teletransporto fuera del recinto, decidieron que se burlarian un poco de los trabajadores.

Cinco los teletransporto de un lado a otro, ambos asesinaban sin piedad a los trabajadores con lo que encontraban, uno fue apuñalado en el ojo con un lapiz, Penny le rompió el cuello a otro, e incluso Cinco uso su corbata para extrangular al que quedaba.

Eran asesinos profesionales, en eso los convirtió la comisión.

On my shoulder || Cinco Hargreeves Where stories live. Discover now