Narra ___.
Una vez nos habíamos despedido cerré la puerta detrás de mí, y con un paso lento me dirigí de nuevo a mi habitación. Mirando a mi alrededor, lo único que podía ver eran muchos objetos que me recordaban a lo que había vivido desde que llegué aquí.
Miré la cecilia que me regalaron por primera vez, que ahora estaba cubierta de laca y metida en un jarrón de cerámica, luego dejé la carta en mi escritorio. Después de eso me fijé en uno de los libros de la biblioteca en mis estanterías. Lisa pensó que otra persona no lo había devuelto y ahora tengo miedo de devolverlo, pero igualmente pienso que haberlo guardado fue una travesura que mereció la pena. Kaeya sabía que había sido yo, pero ambos guardamos el secreto con tal de ver a Lisa haciendo los recuentos con la esperanza de encontrarlo.
Tal vez lo deje en la biblioteca una vez esté de vuelta, y si me siento lo suficientemente amable en dicho momento.
Recogí mi ropa favorita en una maleta, junto algunos objetos que necesitaría una vez llegue allí. Tal vez debería recoger un poco antes de irme.
Dicho y hecho; quité el polvo de mis estanterías, puse orden dentro de mi armario y encontré una de las botellas de licor debajo de mi cama. Cierto, era una bebida muy fuerte que Diluc confiscó a Venti durante una revuelta en la taberna, y me pidieron que guardase solo en caso de que el bardo volviera a querer hacerse con ella.
Pensándolo bien, mucho del desorden de mi habitación se debe a trastos que me han ido dejando y olvidando pedir de vuelta, y que de alguna manera no he sido capaz de deshacerme. Olvidadizo de mi parte, irresponsable de la suya. Ambos somos igual de culpables con el vandalismo de esta estancia.
Dejé la botella en un hueco libre y metí una de las chaquetas que había tomado prestadas de Diluc dentro de mi maleta. Durante nuestro viaje a Espinadragón me dejó ponérmela, pero no me la pidió a la vuelta, así que interpreté ese gesto desinteresado de su parte como una invitación a que me la quedara por el resto de mi vida.
Una sonrisa se dibujó en mis labios, y antes de guardarla acerqué la prenda a mi rostro para sentir el aroma que había guardado la tela. Cerré los ojos disfrutando de ello, y al volver a abrirlos mi mirada se dirigió al espejo en la esquina de mi habitación. Me veía bastante siniestra haciendo algo así, por lo que rápidamente aparté la tela y volví a meterla con mi equipaje.
Busqué dentro de la maleta por si estaba todo lo que necesitaría, y al haber completado la tarea dejé mi equipaje junto a la puerta y me senté en la cama. ¿Y ahora que? Miré por la ventana y la abrí para ser bienvenida por la famosa brisa de Mondstadt. El paisaje nocturno del festival no dejaba nada que desear, las decoraciones de flores y en tonos menta eran algo que desde el principio me había atraído de esta nación.
Sentí una opresión en mi pecho al mirar aquellos recuerdos, y al observar un lugar como este. Esto era algo duro para mi, lo cual era curioso al tener en cuenta que no me había sentido así anteriormente. A lo mejor, ¿eso quiere decir que tal vez me he acostumbrado a este lugar? Me pregunto, ¿Dónde he dejado mi corazón errante durante este viaje? Este ha sido tan solo mi primer destino, ¿quiere decir que me sentiré así cada vez que tenga que ir?
No era capaz de entender que me estaba pasando, esos recuerdos me seguirían durante el resto de mi viaje y le prometí que seguiríamos en contacto, no había nada de lo que debería preocuparme. ¿Por qué sentía que los estaba abandonando a todos al irme? ¿Por qué sentía que algo malo pasaría? Tal vez esté siendo paranoica, no habrá una gran diferencia para nadie una vez me haya ido.
Pensé que solo había pasado media hora desde la despedida, pero tal vez haya perdido la noción del tiempo. ¿Qué hora es? Miré al reloj, pero mi expresión cambió a una de sorpresa al ver la hora, impactada.
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Ruby Eyes ~(Diluc Ragnvindr x reader)~
FanfictionAnte todo, he de decirte que te quiero. Llegué a este mundo, directamente desde las estrellas y escapé de mi vida anterior. Un mundo roto, una vida sin sentido. Todo... hasta que se derrumbó, y escapé. Entonces llegué a Teyvat. Ni en mil años podrí...
