Katherine Potter [Harry Potter]

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Capítulo veintiuno: Sirius Black

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algo malo estaba pasando.

podía sentirlo en mis huesos.

en mi pecho.

en mis venas.

el sonido de mis latidos acelerados retumbaban en mis oídos, siendo incapaz de escuchar algo que no sea eso, mi respiración era cada vez más rápida, el bosque a mi alrededor se volvía cada vez más oscuro y tenebroso.

mis manos temblaban y sentía mis huesos picar, mis ojos se llenaban de lágrimas, no sería nada nuevo a esta altura sentirme de esta manera.

las nauseas me inundaron, a lo lejos una silueta se asomaba, un animal negro y grande se acercaba cada vez mas.

un extraño sentimiento de calidez me comenzaba a inundar cada vez que se acercaba más a mí, estiré mi mano, con intención de tocarlo, pero en ese momento mi hermano me despertó.

me levante exaltada de donde estaba durmiendo, nos encontrábamos en el caldero chorreante, habíamos escapado de la casa de Petunia, no podíamos ir a la casa de mamá, debido a su puesto como profesora, se había mudado a otro lugar, más cómodo para ella.

Hacía varios días de eso ya, no habíamos oído nada de ella, ni una sola carta, llamada o visita, había desaparecido, comenzábamos a preocuparnos pero suponíamos que era normal con la mudanza, era alguien que se agobiaba muy rápido.

Queríamos llamarla, visitarla, enviarle cartas, pero aun no sabíamos donde se encontraba aquella casa donde vivía, me desestabilizo aquello, me faltaba Pollux y no sabia que hacer.

por lo que estaba un poco irritable con todos y todo, era casi imposible hablar conmigo, lo admito, no fui alguien con quien pudieras contar en esos días, pero una pequeña discusión con Arthur ocasionó que me largara del caldero chorreante antes de lo previsto.

la huida de sirius black me tenía extrañamente conmocionada, incómoda ante aquellos comentarios que hacían sobre él, por lo que cuando el señor Weasley nos advirtió a mi hermano y a mi no acercarnos por nada del mundo a él, algo dentro de mi hizo click, y sin saber por que, me encontraba defendiendo a un asesino.

nada tenía sentido para mí en estos días.

algo malo estaba por suceder.

lo sabía.

llegando a el tren junto a mi amigo platinado y su madre, subimos y nos ubicamos en un vagón alejado, por el rabillo del ojo vi la silueta de un animal pasar por mi lado, giré buscando pero no encontre nada, solo una mirada extrañada de mi amigo.