🧾Capítulo 17🧾

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Si te hizo feliz

no cuenta como error

-Bob Marley

Dejé de escuchar bien luego de esa oración.

—¿En Estados Unidos? ¿Qué haces ahí? ¿Y por qué carajo no me dijiste antes?

Fue algo de momento, tengo que solucionar algunas cosas respecto a mi vida.

Bufo abrazándome a mí misma, con los ojos llorosos y empañados. Ni siquiera se despidió.

—No te despediste, cuando dije que no quería hablar contigo no me refería a que te fueras al culo del mundo sin decirme —gruño.

Lo escucho reír en la otra línea, noto que su voz es baja y casi imperceptible. Cómo si se encontrara tan cansado que le costara hablar sin caer dormido.

Entonces el enojo se disipa, no sé porqué me ocultó todo, pero sea lo que sea parece ser importante. Él tuvo sus razones, además, no soy nadie para juzgarlo.

Aunque seguía molesta, pero al final terminaría perdonándolo.

Prometo estar cuando nazca, solo por eso culminaré todo aquí y regresaré contigo.

Sonrío, limpio mis mejillas intentando retener todas las lágrimas antes de que termine como magdalena.

—Te quiero, Axel Malik.

Te quiero, Michelle Stone.

Seguimos hablando un rato más, cosas triviales hasta que mencionó la búsqueda del nombre. No sabíamos si era niño o niña, así que teníamos las dos opciones por si acaso.

No nos decidimos, ninguno parecía gustarnos a ambos. Lo complicado de tener un hijo no es tenerlo, es buscarle un nombre cuando eres madre indecisa.

—¿Michelle?

Pestañeo, dirijo mi mirada a la puerta que se encuentra cerrada. Arthur toca nuevamente a lo que yo sonrío.

La forma en la que quiere darme espacio da ternura.

Oh, el imbécil.

Ruedo los ojos, divertida porque ya no lo dice con ningún ápice de molestia.

—Sí, Arthur está en la puerta.

Sí, sí, sí. Hasta aquí llegó la llamada, Axel, tengo que ir con mi hombre. Lo entiendo, Michelle, no tienes que ser tan directa.

Resoplo, me despido de él antes de susurrar un pase. Su rostro se deja ver primero, como si quisiera inspeccionar que me encuentre presentable antes de entrar.

Sus piernas estilizadas y largas guardadas bajo un pantalón negro de vestir acompañados por unos relucientes zapatos negros me hace mirarlo de abajo, para luego terminar en la parte de arriba y que se me escape un lamento de los labios con el suerte negro y ajustado que ha decidido ponerse.

¿Quién le dijo que le quedaba bien vestir así? Porque definitivamente es un mentiroso.

Está ardientemente guapo.

—Mierda.

—¿Estás ocupada?

Reparo en su rostro, la barba de tres días y cuidada me recibe, sus labios rojizos y rellenos tentándome un poco. Visualizo sus ojeras y el cansancio en sus ojos aún presentes.

Divorcio por el contrato (1) ✓Where stories live. Discover now