🧾Capítulo 6🧾

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Si tiene que ser, será.


Capítulo seis.

Disfruto del arroz y el pollo con pasión, como si nunca hubiera comido tal plato en mi vida.

Mis dedos embarrados de la salsa y mi esquina de la boca sucia por mi manera de comer.

—¿Nunca habías comido pollo y arroz en tu vida? —interroga mi amigo luego de cerrar la puerta.

Trago mi bocado a la vez que chupo mis dedos y me levanto, se acerca sonriente y me abraza.

—¡Axel! —estrujo sus mejillas besando su nariz y frente—, te extrañé mucho.

—No me acostumbro a tus ataques de cariño —expone pasando sus yemas de los dedos en las esquinas de mis labios—. ¿Todo bien? ¿Lista para ir al médico?

Relamo mis labios, me siento subiendo mis piernas al sofá. Axel se coloca frente a mí sin dejar de mirarme con ternura y diversión.

—No estoy segura —digo antes de tomar otra cucharada.

—Tenemos que ir —aprieta los labios bajando la mirada a mi barriga—. Hay que ver cómo va todo con el pequeño.

Asiento, trago con cuidado y apunto el tenedor a su dirección.

—¿Dónde estabas? —achino los ojos.

Muerde su labio, pensando en la mentira que decirme. Alzo una ceja.

—Por ahí.

—¿Puedo entrar a tu habitación del arte?

—¡No! —bajo los hombros, vuelvo a tomar bocado observándolo arrepentirse de su respuesta tan apresurada—. Sabes que no me gusta que entre nadie.

—¿Ni siquiera yo?

—Ni siquiera tú.

Pego mi lengua en la mejilla, pensativa. Asiento, terminando de comer. Me encamino a la cocina escuchando que suspira, dejo el plato en el fregadero y tomo un vaso de agua. Siento su mirada en mi cuerpo, supongo que esperando que le diga algo.

Me duele que no confíe en mí para contarme aquello que tanto le apasiona. Sin embargo, no digo nada respecto a eso. Yo también tengo cosas que no le he dicho.

—Ahí hay pollo y arroz, me quedó delicioso. Come algo antes de irnos —le sonrío, tuerce sus labios. Me acerco a él y acaricio sus cabellos con cariño—. Está bien, lo entiendo. Te entiendo.

—¿No estás enojada por no decirte?

—¿Me he enojado alguna vez contigo?

Alza sus cejas, achino mis ojos y frunzo mi ceño.

—La vez que toqué tus libros te enojaste mucho —señala, bufo jalándole el pelo.

—Estaban ordenados por orden alfabético, cuando fui a ver estaban ordenados por el color de la cubierta.

—Se ven más bonitos así.

—¡Pues no me gustan así! —gruño.

Se levanta rápido colocando sus manos en mis hombros. Hace presión en ellos sin dejar de mirarme con entretenimiento, arrugo más mi ceño.

—Ya, no te alteres. Mamá gruñona.

—Tío pendejo —me guiña el ojo. Carcajeo negando con la cabeza—. Ve a comer algo, me iré a arreglar.

Divorcio por el contrato (1) ✓Where stories live. Discover now