9 MESES ANTES

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3 meses habían transcurrido ya de lo ocurrido en el Hospital Psiquiátrico Raven Hill. La Bestia luchando contra ese hombre al que muchos llamaban “El Centinela”. Es curioso pero, y ha día de hoy, no se han tenido noticias de ellos desde hace bastante tiempo. Lo poco que se supo fue que Joseph, el hijo de aquel hombre, cuidaba de él durante lo que fue su recuperación. Aunque pasar mayormente encerrados y apartados del mundo exterior... No es una buena forma de poder recibir noticias.

Ambos se encontraban en una antigua casa. Una pequeña dónde las paredes eran delgadas y chicas para alguien como ella. El solo ver aquellos espacios cerrados le removían algo en su interior, la hacían estremecer y hasta cierto punto, incómodarla.

— Buenos días. — hablo Patricia, vestida con un suéter amarillo y una falda negra que cubría sus pantorrillas y dejaban al descubierto sus zapatos negros — El desayuno está listo.

Casey asintió y fue rumbo a la cocina con Patricia detrás de ella. Sobre la mesa, había ya dos platos de porcelana blanca, cada uno tenía un par de panes tostados untados en mermelada y un simple jugo de naranja. Patricia realmente cuidaba de su figura, y prefería que Casey hiciera igual. Está última, al entrar en la habitación, tomo asiento y Patricia hizo lo mismo justo enfrente de ella.

— Adelante. — pidió la mujer amable

Casey miro el platillo, le daba cierta incertidumbre y duda. Quizás estaba envenenada, tal vez incluso alterada para drogarla y hacerle lo mismo de nuevo. Y Patricia lo supo al instante, por ello, reprochó porque la tachará de asesina o una criminal. Decía que ella no era como Dennis; ella era refinada, prudente y poco hostil. Una perfecta dama.

— Eso lo sé. Te esfuerzas por demostrarlo constantemente. — dijo Casey, provocando en Patricia una mirada molesta, pero no le daría importancia a los insultos de la joven

Ambas continuaron con su desayuno, casi sin hablar, de lo poco que hablaban era precisamente de La Horda y los planes que tenían a futuro para ellos y La Bestia. Al menos hasta que la situación en la que se encontraban concluyera.

— ¿Y que hay de Kevin?

— Él está a salvó, y mientras siga lejos de la luz... él...

Patricia se levantó de manera repentina, sacudiendo la mesa y tirando a su vez los vasos. Casey hizo igual, pero en su rostro se reflejaba confusión, angustia y miedo. Patricia estaba cambiando. Alguien más vendría para hacerle compañía a Casey... ¿Pero quién?

Todo se detuvo de pronto. El ambiente tenso se desvaneció y, con cautela, Casey se fue acercando. Al estar frente a frente con el rostro ajeno, notando que se trataba de alguien a quien en verdad apreciaba mucho.

— Eres tú, otra vez. — Kevin la observó detenidamente, notando en ella algo diferente, pero luego fijo su atención en el alrededor de ambos — ¿Donde estamos?

— ¿No... No recuerdas nada?

— Te recuerdo a tí. Me abrazabas y pedías que me quedara contigo, pero luego me empujaste y... Fue entonces que todo se oscureció de nuevo. — decía Kevin nervioso

Casey lo veía hablar, ignorando que su cuerpo reaccionaba a los recuerdos que volvían a su mente. Eran borrosos pero casi exactos los recuerdos de aquel día. Por un instante, Casey olvidó que un confundido y desorientado Kevin seguía junto a ella.

— ¿Te lastimé? — preguntó Kevin al ver cómo Casey sujetaba su hombro de manera protectora, haciendo a su vez que la mencionada reaccionará — Lo siento.

— No, no ésto no fue tu culpa. — dijo ella acercándose a él — Tu no hiciste nada.... Y eso es lo malo. Tienes que tomar la luz, solo así esos hombres dejarán de seguirlos, de lo contrario, si La Horda o La Bestia regresan a continuar con los asesinatos, volverán a llevárselos y está vez... Tú eres el único que puede hacerles frente.

The Horde and UsWhere stories live. Discover now