Por favor, no me dejes

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Todo hacia afuera se alineo para mantener su compostura, ya que todo lo de adentro era un colapso. Estaba cansada del viaje, mas aun por los acontecimientos obvios que conllevo; lo único que anhelaba mas que estrellar su mano contra la cara de Gabriel era verificar el estado de Adrien.

El verdadero Adrien, no el juego que había montado con su primo Felix intercambiando roles, lléndose este ultimo con ella en un viaje a Londres mientras que su muchacho se quedaba en Paris, con Gabriel.

El mármol de la escalera en la entrada no se sentía bajos sus pies, la fría puerta de la mansión tampoco. Los atuendos en negro colados en el interior de la mansión menos. La mejor tela, con el corte mas fino y la mejor mantención de la inmensa alfombra ni pensarlo. Todo esto para que no sea directamente apreciado por nadie. ¿Cual era el sentido de tener tales posesiones, si uno no las disfruta?

Por apariencias, se respondió.

Sus posturas y voces tampoco "eran" ella. Sus ojos se cerraron reprimiendo la decepción que sentía por todos estos años de aptitudes que no le correspondían a su forma de ser. La frialdad que tuvo que interponer ante su naturaleza reciproca de amabilidad.

Nadie tenia idea de su confusión interna, la imperfección de persona que Nathalie era cuando lograban conocerla de verdad.

Sus ojos se abrieron lentamente seguidos de un suspiro instantáneo de cansancio desde su garganta, encontrándose que todavía seguía estable en su camino.

De reojo observó la puerta del atelier. Había logrado divisar la mirada penetrante que Gabriel le daba desde la ventana de su oficina al momento que bajo del auto, pero se estaba absteniendo de ir a verlo; como bien dijo antes, tenia otras prioridades mas importantes de que preocuparse.

Siempre le divirtió que todos los días se sintieran como si eso fuera todo, a la espera que llegase el día en que te rompes. Donde el mundo se debilita dentro de ti y tratas de sacarte de ese hoyo en el que caíste para hundirte, resurgiendo como si volvieras a nacer para hacer esta vez todo bien.

Una amarga risa se escuchó y se da cuenta de lo irónico que ella suena, querer una vida mejor pero esperando que la vida misma lo cambie por ti.

Finalmente, después de llegar al ultimo escalón de la escalera que inconscientemente había subido se encuentra en un pasillo. Su puerta esta al fina, pero sabe que no es ahí donde sus piernas tienen pensado ir.

Un guardia la mira. Ella nota lo sorprendido que esta con solo ver sus ojos levemente exaltados, observándola de cuerpo entero, como si estuviera comprobando que en realidad era ella y no la trampa de su subconsciente creando una ilusión.

La puerta que buscaba se encuentra ahí, tras él. Después de un tiempo su colega y amigo la saluda de manera repentina y comienza a pasar por delante de ella, agradeciendo en un susurró haber vuelto. No lo ve irse, pero espera a que sus pasos desaparezcan.

Y una vez que lo hacen -ella ahora mas cerca de la puerta- se permite recostar la cabeza sobre el marco. La punta de su nariz a sólo centímetros de esta mientras que su frente se apoyaba completamente sobre la madera.

Sintió como el peso del viaje volvía inundándose a través de ese lugar, la presión de decaer atravesando sus debilitadas piernas. ¿Y si te desplomas, cayeras y simplemente durmieras aquí?, se preguntó; sus piernas temblando y sus ojos sucumbiendo al cansancio.

Pero luego un lamento desde dentro la hace abrir los ojos.

Parpadeó mas del doble cuando el presente se vuelve real. De repente, el mundo tomó colores, la puerta olía a roble, su textura suave al dócil tacto de su palma, sintiendo y oliendo todo un bosque de verano.

La maternidad no siempre es biológicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora