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—¿Dónde estuviste ayer? No te encontrábamos por ninguna parte. Faltaste a la cita.

Joshua bebió el café con calma ignorando las preguntas de Jeonghan, era penoso tener que contarle que se fue en el autobús público para evitar la dichosa cita y terminó perdiéndose en medio de la noche. Jeonghan ya se burlaba de él sin razones suficiente, teniéndolas era un dolor de cabeza por completo. Miró alrededor en el lugar como si fuera interesante y despues regresó su mirada a Jeonghan.

—Solo olvide lo de la cita. Lo siento.

—¿puedes dejar de disculparte? No me gusta cuando te disculpas así, actúas como un idiota.— Jeonghan suspiró jugando con el martillo de madera en su mano, su nuevo objeto de apego o algo así. —Si te incomoda solo dilo, no voy a obligarte a hacer cosas que no quieres.

Bien, ahora se sentía un poco culpable por la voz tristona e infantil de su amigo. Jeonghan y él habían sido amigos desde los siete años, dos pequeños insoportables e inseparables que hacían berrinches enormes cuando no tenían clases juntos o cuando sus padres intentaban separarlos, Joshua pasó la mayor parte de su vida a lado de Jeonghan, durmiendo en la misma cama desde pequeños hasta que simplemente ya no lo hicieron, que fue a una edad considerablemente mayor.

Esta cercanía le daba a Joshua la ventaja de saber cuándo Jeonghan estaba haciendo un puchero o cuando estaba hablando con total seriedad, como en ese momento. No era un momento de bromas y lloriquea, era el momento de tomar las emociones en serio y hablar sin tapujos. Extendió su mano hasta tomar la de Han y la apretó con cariño.

—Quiero hacerlo Han, es solo que... estoy un poco estresado, es todo, perdí la noción del tiempo ayer.

Jeonghan miró sus manos y las entrelazó juntas sobre la mesa. El corazón de Joshua latió con cariño, y algo más.

Estaban tan acostumbrados el uno al otro, tan acostumbrados a tocarse y ser cariñosos, que esto no debería representar nada para ninguno de los dos, no debería provocar ningún sentimiento que no fuera el de cercanía y cotidianidad.

—Si es demasiado estrés para ti solo dilo y contrataré a alguien, no quiero causarte más problemas.

—Para no causarme problemas tendrías que dejar de existir, tú eres el problema.— Bromeó provocando una risa en Jeonghan. —¿podemos re agendar la cita? Prometo que despejaré mi agenda si es necesario.

Jeonghan por fin sonrió como un niño y colocó su mano sobre la de Joshua, mucho más feliz que antes. Odiaba sentirse así, tan feliz como Jeonghan, pero tan jodidamente triste a su vez.

—Despéjala ahora entonces. Hoy a las tres, tengo todo listo.

—Eres un tramposo.— Rodó los ojos. —Sabías que iba a pasar.

—Te conozco desde hace veinte años, idiota, si no supiera leerte sería el peor amigo del mundo.— Jeonghan se encogió en hombros tomando su celular. —Tengo todo listo... Si, la cita es a las tres, y para asegurarme de que no escapes voy a ser tu sombra de nuevo.

Rodó los ojos.

—Eres infantil.

—No más que tú.

Suspiró observando su mano aun entrelazada con la de Jeonghan.

Su estúpido corazón aun latía con fuerza. 

Breathe [Seoksoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora