1-Por fin han llegado

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Después de un largo viaje en ferry, finalmente llegamos a la isla Peregrine. Mi hermana y yo esperamos en el barco a que todos descendieran, con la intención de ser las últimas en bajar. Caminé detrás de Mia por el muelle, observando atentamente a quienes serían mis compañeros durante todo el verano. Pasamos cerca de un grupo de chicos, y pude sentir la mirada de alguien sobre nosotras. De reojo, vi al portador de esa mirada: un chico rubio, alto, con ojos cafés y una sonrisa encantadora. Desvié la mirada y recordé lo que había leído en el folleto del campamento: "Las vacaciones de tu vida, pasa un verano en la isla Peregrine y obtén recuerdos inolvidables".

Probablemente ya han visto a chicas como Mia antes, la estrella que brilla más en toda la constelación. Ahora, ella observa a sus posibles romances de verano, pero por las expresiones en su rostro, me doy cuenta de que no ha encontrado a alguien a su altura. También está decidiendo quién tendrá el honor de ser su mejor amiga.

A diferencia de Mia, se podría decir que soy una versión más discreta, una copia en miniatura con algunos detalles mal impresos. No seré la reina, pero sí la princesa, su mano derecha, su confidente. Ambas sacamos nuestros teléfonos intentando encontrar señal, pero no hay nada.

- Yo tampoco tengo señal - dijo una chica castaña, con el pelo largo y ojos oscuros, y con un pañuelo en la cabeza.

- Y déjame adivinar... No hay señal en esta isla - habló Mia, mientras se quitaba los lentes.

- Creo que no. Aunque debería ser un derecho humano o algo así - dijo la chica del pañuelo.

- Perfecto - respondí, utilizando cierta ironía. Vi que la chica miraba nuestras botas texanas y las de mi hermana, luego volvió a mirarnos y dijo.

- Me encantan sus botas - dijo admirando nuestras botas de nuevo, con una sonrisa. - Miren, tengo las mismas que tú - le dijo a mi hermana, pero se notaba que no eran las mismas.

- Sí, son exactamente iguales - respondí sarcásticamente, mostrando una sonrisa falsa.

- No exactamente - dijo mi hermana, con cara de indiferencia.

- Mi mamá dijo que tenían que ser aptas para correr por la isla, y yo dije "Quizás no sean aptas para correr, pero me veré bien parada". - soltó una risita. - Además, tengo un par de tenis en mi bolsa. Soy Kayleigh.

- Mia - dijo mi hermana, mientras volvía a ponerse los lentes.

- Elena, su hermana - añadí, y luego volví a ver al chico de la sonrisa encantadora. Mia se dio cuenta de mi acción y me miró con una sonrisa burlona cuando él pasó junto a nosotras. Empezamos a caminar hacia donde provenía una voz femenina.

- Vengan, rápido, por favor - instó una mujer de tez morena.

- Bienvenidos a la isla Peregrine - habló un hombre de piel blanca. - El campamento está por allá. - Señaló una parte del bosque. Empezamos a caminar mientras escuchábamos a la mujer morena hablar. Logré escuchar que su nombre era Mags y el chico se llamaba Dave.

- Oh, deberían haber traído mochilas - dijo Mags, mirando nuestras maletas.

- Nosotras no cargamos cosas - respondí mirando a Mags. Continuamos caminando hasta que Mia miró la cima de una colina. Imité su mirada y vimos a una chica en la cima. Mia me miró y le respondí con la mirada. Cuando volvimos a mirar a la colina, ya no había nadie. Seguimos por el camino de tierra hasta que pudimos ver unas cabañas. Habíamos llegado al campamento.

- ¡Deprisa, ya casi llegamos! - gritó el encargado del campamento, Dave.

- No se queden atrás - escuché decir a Mags.

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