Con la aprobación de Zorman, finalmente el hechicero pudo ponerse el nuevo artefacto que usaría hasta nuevo aviso, Juan abrió y cerro sus manos un par de veces al igual que flexiono sus brazos para acostumbrarse al sentimiento de los artefactos, no entendía como Zorman lo hacía, pero por fin tras una semana sus brazos dejaron de temblar. “Zorman eres increíble!” No sabía como la mente de su amigo podía crear tecnología tan útil y especifica, pero si que estaba agradecido por ello.

El hechicero estaba listo para realizar algún hechizo de levitación, algo simple para poder probar sus nuevos guantes de soporte, sin embargo, no tuvo la oportunidad de intentarlo ya que comenzaron a escucharse las campanadas del profeta, lo que indicaba una misa obligatoria e inmediata. Los tres chicos en la habitación gruñeron con pesadez,  a nadie le gustaban las misas del profeta pero a menos de que quisieran perder todas sus cosas de valor tenían que asistir, sin muchos ánimos salieron del santuario poniendo rumbo a la iglesia. Al llegar tomaron asiento, Spreen y Zorman asegurándose de que Juan quedara sentado entre ellos, a pesar de que el hechicero había mejorado bastante con respecto al contacto físico externo, no querían arriesgarse a un ataque de pánico en medio de tanta gente.

Como ya era costumbre la iglesia estaba llena de gritos por parte de sus compañeros, algunos ponían música y otros tantos corrían por la iglesia en  lugar de sentarse, el profeta uso su bastón para lanzar rayos siendo esta la seña universal para que se sentaran y guardasen silencio.  “Hijos míos, comprendo que siempre están llenos de energía, pero el día de hoy debo hablarles sobre un tema muy importante, por esta vez realmente necesito su silencio y completa atención!” La voz del profeta resonó por toda la iglesia, Drako apareció a su lado con su propio bastón preparándose para silenciar a cualquiera que intentara pasarse de listo. “Me temo que nuestros pueblos se encuentran bajo una terrible amenaza, hace tiempo detecte la presencia de seres que solo tienen malas intenciones, seres que solo buscan la destrucción!” Ante eso ultimo todos los presentes parecieron interesarse, todos habían trabajado arduamente en sus construcciones, no querían que nada las destruyese.

“Estos seres son tan poderosos que algunos los consideran dioses!” Spreen sintió como Juan tomo su mano, aunque esperaban que no fuera el caso, el profeta parecía hablar del dios que ataco a Juan. “Aun no he podido definir el porque de su repentina presencia! Pero les aseguro que las puertas de la iglesia se mantendrán abiertas para todo el que necesite refugio! Aquí dentro esos dioses malignos no podrán dañarlos!” Antes de que alguien pudiera contestar al profeta, las luces de la iglesia comenzaron a parpadear y poco despues comenzaron a reventar, todos se cubrieron lo mejor que podían de los cristales rotos.

A las puertas de la iglesia se encontraba una mujer encapuchada, su risa burlona resonó por toda la iglesia. “Mortales, siempre piensan estar a la altura de un dios.” Su voz era calmada y a la vez confiada, incluso su tono parecía burlarse de ellos por el simple hecho de ser mortales, la dama se quedo quieta en la entrada de la iglesia su sola presencia generando una gran tensión en el ambiente. “Usualmente adoro destrozar todo a mi paso, pero hoy están de suerte, solo me interesa una persona y si sale por su cuenta dejare a los demás en paz.” La diosa era inteligente, a diferencia de su hermano había investigado a fondo a su objetivo y sabia que su punto débil eran sus seres queridos, los mortales y sus emociones podían ser tan predecibles que era aburrido.

Spreen volteo a ver a Juan, ambos sabían perfectamente a quien buscaba la diosa, el oso pudo ver la determinación en los ojos del hechicero listo para salir y enfrentar la amenaza el solo, Juan iba a intentar levantarse pero Spreen sujeto su mano con fuerza y negó con la cabeza, esto podía ser una trampa debían pensar en algo mas. “Veo que tienes dudas elegido, pero esta bien eres humano era de esperarse.” Una sola pisada de la diosa hizo la tierra temblar, se escucharon gritos de pánico dentro de la iglesia, nadie había venido preparado para una pelea. “Hijos tranquilos! Mientras se queden aquí adentro no podrá dañarlos! Se los aseguro!” Dijo el profeta en un intento de calmarlos, sin embargo, el también era humano y a pesar de su poder el sabía que no podía ganar la pelea contra un dios, especialmente no con una tan poderosa capaz de crear terremotos con sus pisadas.

¿Aun nada? Qué extraño, se que eres mas impulsivo elegido. ¿Quizá necesitas un incentivo?” La risa de la diosa resonó por la iglesia una vez mas, ella tenía la ventaja. “Si así lo quieres. Puedes salir a enfrentarme o todos sabrán to sucio secretito, sabes de que estoy hablando, ¿no?” La diosa sonrió, a pesar del ruido fue capaz de escuchar la respiración de Juan acelerarse ante sus palabras. El hechicero se puso completamente pálido, apenas y había podido hablar del tema en sus propios términos, ser expuesto de esa forma lo hacía sentir extremadamente vulnerable. “Te daré algo de tiempo para tomar tu decisión, se que harás la elección correcta y cuando lo hagas, sal solo.” La diosa camino hacía el centro de la plaza, ella ya sabia perfectamente que el hechicero la enfrentaría con o sin amenaza, pero la desesperación de los mortales era demasiado entretenida como para  dejarlo pasar.

Una vez la diosa se alejo de la entrada de la iglesia comenzaron los gritos, nadie sabía quien era la diosa o a quien estaba buscando pero claramente todos estaban en pánico ante la amenaza, Juan estaba listo para salir y enfrentar su destino, Spreen lo detuvo. “¿Estas loco? Es una trampa!” El oso intento alejarlos lo mas posible de todo el ruido para que pudieran hablar. “¡¿Crees que no lo se?! Es obvio! Pero no tengo muchas opciones! Salgo solo o lastima a todos!” Y claro le diría a todos que abusaron de el, pero su prioridad siempre esta en proteger a sus amigos. “Vos no salís solo ni en chiste! Aun no sabes si podes usar tu magia!” El oso no dudaba que Juan pudiera dar pelea, despues de todo ya había visto que tan poderoso podía ser, el problema es que aun no saben si Juan puede usar su magia para pelear.

“Pero lo tengo que intentar! Todos dependen de mi!” Seguían vivos únicamente porque la diosa no quería a todos muertos. “Soy el hechicero supremo Spreen, mi trabajo es mantener el orden y asegurarme de que todos estén a salvo! Quieras o no voy a salir y voy a pelear aunque sea lo ultimo que haga!” Spreen realmente jamás había sentido miedo, pero la idea de dejar a Juan salir a pelear solo, la idea de que podían dañarlo o incluso matarlo le aterraba.

El oso tomo la mano de Juan con fuerza entrelazando sus dedos. “Se que no puedo detenerte, pero no pienso dejarte salir solo.” La mirada de Spreen era completamente sincera, el tiempo que habían pasado juntos le permitió ver la versión mas pura y honesta de Juan, el encariñarse con el era inevitable. “Ya pele contra un dios antes y casi gane, juntos la podemos vencer.” Juan respiro profundo, había pasado de pelear contra Spreen a poder pelear a su lado, no dudaba en la destreza y fuerza del hibrido … pero una de las condiciones era salir solo. “Tick Tack elegido~ se acaba el tiempo~” Sonó la voz de la diosa una vez mas, Juan respiro profundo tomando una decisión, sabía que aunque le dijera que no Spreen saldría a pelear con el.

Juan asintió, ambos caminaron hacia las puertas de la iglesia ignorando como el profeta les ordenaba que se quedaran dentro o los gritos de sus compañeros, honestamente lo único que Juan podía escuchar era el propio latido de su corazón. Al llegar a la puerta Spreen sintió como si se congelara, se sentía incapaz de mover un solo musculo de su cuerpo, miro al hechicero confuso solo para notar una expresión de culpa en su cara. “¿Juan?” El hechicero soltó su mano, no se atrevía a ver a Spreen a los ojos. “Lo siento, pero mi trabajo es protegerlos a todos y eso te incluye a ti.” Juan salió de la iglesia, levantando un escudo en la puerta que no permitiría a nadie salir, los mantendría a salvo.

En cuanto se levanto el escudo Spreen recobro el control de su cuerpo, inmediatamente golpeo el escudo con todas sus fuerzas. “JUAN NO SEAS IMBECIL! JUAN!” Pero el hechicero hizo caso omiso caminando hacia la plaza donde la diosa lo esperaba la misma sonrisa juguetona y llena de confianza que tenía en la cara desde que se hizo presente. “SI ME QUIERES! AQUÍ ME TIENES!”  Juan no tenia la mas mínima idea de la fuerza de su adversario, ni las habilidades que poseía, estaba consiente de que su magia era limitada, ni si quiera sabía si los guantes de Zorman sobrevivirían la pelea, lo único que sabía es que no se podía rendir.

La diosa lo observo con cierta curiosidad, por un segundo casi la había convencido de que no pelearía por su cuenta, pero tal como predijo el hechicero acataría sus ordenes siempre y cuando ella mantuviera su palabra. La diosa extendió sus alas, estas eran parecidas a las de un murciélago o incluso a las de un dragón. Bajó su capucha revelando las mismas marcas que Juan tenía, solo que las de la diosa provenían de sus ojos y bajaban hasta su cuello, miro al hechicero a los ojos mientras tronaba sus dedos. “Esto va a ser divertido~



Matar a un dios • SpruanМесто, где живут истории. Откройте их для себя