Inicio del fin - Parte 1

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El tiempo seguía pasando y todos se encontraban preparados para el inminente ataque, tenían el entrenamiento y un plan bastante bueno, ahora solo les quedaba crear armaduras y armas poderosas mientras esperaban a que los dioses hicieran el primer movimiento. Como era de esperar Juan estaba un tanto ansioso, uno de sus planes era muy arriesgado pero si salía bien les daría una ventaja increíble sobre los dioses del caos. El hechicero suspiro profundamente mirando el techo de su habitación escuchando la suave respiración de su novio quien dormía a su lado pensando en todo lo que estaba por pasar. Hizo plan tras plan en caso de que el anterior fallara, entreno hasta el cansancio para saber que no cometería errores y aun así su preocupación no parecía desaparecer y el sabía perfectamente porque. No importa cuanto se preparara ni cuanto planeara nada podía prepararlo para hacerle frente a Toska, para darle la cara una ultima vez donde Juan esperaba salir victorioso, sabía que las runas lo protegería de cualquier tipo de alucinación, pero no había nada que lo protegiera de lo que la presencia de ese imbécil lo hacía sentir.

Una parte de el quería creer que ya no le tenia el mas mínimo miedo al dios, pero sabía que eso no era del todo cierto, las sesiones de terapia con Auron lo han ayudado mucho con ese tipo de sentimientos, pero una cosa es imaginarse como sería enfrentar al dios y otra es verlo cara a cara ... odiaba la idea, pero no era algo que pudiese evitar, Juan sabía que el dios nunca lo dejaría tranquilo pues el era la mezcla perfecta de todo lo que ese dios consideraba atractivo, recordar eso le dio escalofríos. El castaño finalmente logro salir de ese tren del pensamiento al sentir un peso sobre su abdomen, era nada mas y nada menos que Pelusa decidiendo que ese seria el mejor lugar para tomar una siesta. Juan sonrió levemente acariciando la cabeza de la gata haciéndola ronronear. "Eres igual de oportuna que tu dueño." La gata no presto la mas mínima atención al comentario dando una vuelta sobre el abdomen de Juan antes de acostarse sobre el, ronroneando en demanda de mas caricias las cuales Juan no tuvo ningún problema en dar, los ronroneos del felino logro calmar los nervios de Juan al menos por ese momento, finalmente permitiéndole al castaño conciliar el sueño.

Al llegar la mañana fue Juan quien se despertó primero, sin embargo, no se movió de su lugar hasta que Spreen se levanto. "¿Me ayudas?" Spreen lo miro confundido, Juan simplemente apunto a la gata en su abdomen la cual no mostraba el mas mínimo indicio de querer quitarse de ahí. "No seas boludo y solo quítala de ahí." Juan puso una expresión triste. "No puedo, me da pena moverla cuando se ve tan cómoda. ¿Y si se enoja conmigo?" Spreen negó levemente con la cabeza rodando los ojos, solo Juan no movería a un animal durmiendo por miedo a parecer grosero con la gata. "Anda Pelusa, tenemos cosas que hacer." Spreen levanto a su gata, la cual se despertó levemente bostezando, y la puso en una de las almohadas, la gata no tardo mucho en volverse a acostar y quedarse dormida. "Te complicás demasiado solecito." Juan se sentó de inmediato ante el apodo, siendo esta la primera vez que Spreen le ponía un sobrenombre relativamente cariñoso. "¿Cómo me dijiste?" Pregunto Juan emocionado, Spreen se sonrojo levemente al darse cuenta que su cerebro aun medio dormido lo había hecho decir eso en lugar de pensarlo.

"No se de que me hablas Gafotas." Dijo Spreen saliendo de la habitación, Juan no tardo mucho en salir tras el. "Spreeeeeen! No te avergüences! Me gusto como suena!" Reclamo Juan en un tono divertido. "Yo también puedo darte apodos bonitos para que no te de pena! Mi vida! Corazón! Mi cielo! Cariño! Osito! Tesoro! Chiquistriquis!" Ante ese ultimo Spreen tuvo que detenerse para voltear a ver a Juan intentando no reírse. "¿Chiquistriquis? ¿En serio?" Juan se encogió de hombros aun con esa sonrisa ilusionada en su cara. "Me estaba quedando sin ideas, pero ese no es el punto! Me dijiste solecito!" Juan jamás se había visto tan emocionado por un apodo en toda su vida, simplemente le había hecho mucha ilusión escuchar eso por parte del oso.

Spreen estaba considerando decirle a Juan de esa forma mas a menudo si eso significaba que podía verlo así de feliz todo el tiempo. "¿Podes culparme cuando tenes una sonrisa tan brillante?" Por una vez Juan no se avergonzó con los coqueteos del oso. "Me esta empezando a gustar que suenes tan cursi." El castaño estaba mas que encantado de recibir el afecto del oso, normalmente que lo tomara por sorpresa es lo que causaba su vergüenza, pero esta vez su emoción era mas fuerte que cualquier otro sentimiento. "Ya era hora." Juan no tuvo el tiempo de procesar cuando Spreen lo jalo de la cintura con una sola mano apegándolo a el sin ningún tipo de dificultad para besarlo, nuevamente el oso había sabido como sonrojarlo y se veía extremamente satisfecho por ello. Despues de esa mañana tan peculiar ambos chicos continuaron con su rutina, desayunar juntos, hacer algo de limpieza, cuidar el jardín, etc. Fue en este ultimo lugar donde sucedió algo fuera de lo habitual.

Matar a un dios • SpruanUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum