23. Un rey sin reino

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Shawn Frost, el día anterior del partido contra el Instituto Alpino, les comentó que no tenían nada que hacer contra la defensa de su anterior equipo. Incluso con las Alas Gemelas, Anna no podía evitar estar un poco nerviosa. Su andadura no podía acabar ahí, no se lo merecían ni ella ni su equipo. Apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento del tren y observó a los del Instituto Alpino, que viajaban delante de ellos, separados únicamente por un cristal, con un temple casi pasmoso.

—No pongas esa cara, Anna, todo saldrá bien —dijo Arion, ella asintió.

Llegaron al estadio, se cambiaron rápidamente y, una vez ambos equipos estaban en el pasillo, las puertas que daban al campo se abrieron, dando paso a un aire gélido. La delantera se abrazó a sí misma del frío que hacía, su capitán se puso delante de ella para evitar que las ráfagas de aire helado le llegasen.

—¡¿Qué?! ¡¿Pero esto qué es?! —exclamó Arion al ver que se encontraban en una especie de cueva helada.

—Y quieren convencerme de que esto es al azar —susurró la catalana—. Obviamente los del Alpino están acostumbrados a climas extremos, esto es directamente injusto.

—Solo di que no podéis ganarnos, no hace falta que pongas tantas excusas —dijo el capitán del Alpino, ella dejó escapar una risa fingida.

—Ganaros en vuestra zona de confort será algo de lo que me acordaré siempre, prepárate —susurró la delantera.

Los dos equipos procedieron a entrar en el campo del Estadio Iceberg. Pudieron entrenar un poco sobre el hielo pero, para sorpresa de nadie, no paraban de caerse por culpa de tener hielo en vez de hierba. Las rodillas de unos cuantos comenzaron a sangrar, era imposible no caerse.

—Esto es como hacer patinaje artístico —susurró Anna, deslizándose por el hielo—. Solo que más difícil... —Alzó la vista del suelo y observó a los del Alpino, que se movían sobre el hielo de la manera más natural imaginable.

—Están acostumbrados a esto —dijo Gabi, la chica asintió.

—Claro, qué menos de un equipo del Norte, ¿verdad? —habló el capitán.

Fueron reunidos por Celia para comunicarles que Nishiki había llegado a Japón, aunque Anna no le conocía personalmente, todo el equipo parecía tenerlo en alta estima —no solo a él, sino a sus habilidades—, así que se alegró de que todos ellos estuvieran contentos. Por lo visto, era un gran centrocampista.

El partido comenzó. La desventaja del Raimon era abrumadoramente clara. Siquiera con los consejos de Shawn podrían correr por el hielo con normalidad. Anna subió con el balón, pero se lo robaron rápidamente. Por lo visto, el número diez del Alpino también conocía las supertécnicas de Shawn Frost, la delantera no pudo evitar pensar por qué las conocía.

Tras cientos de caídas, Anna decidió que no podían seguir así. Desató sus zapatos, cuyas suelas de goma no hacían más que entorpecerles el juego, y se los quitó. Los lanzó fuera del campo y se abalanzó contra los del Alpino. Sus pies dolían muchísimo, no solo por el frío, sino por cada vez que la pelota impactaba contra ellos, pero no tenía una mejor idea. Gracias a la lana de los calcetines, su agarre había aumentado y podía jugar con relativa normalidad. Su equipo la miró desconcertado, pero, cuando la vieron robar el balón con total normalidad, se alegraron.

Aun así, la delantera les desaconsejó que se quitaran los zapatos. Era doloroso y las lesiones se hacían más propensas. No hacía falta que los demás sufriesen, con tener a solo una persona capaz de robar el balón, debería ser suficiente.

Pero no lo fue, ni con todos las pelotas robadas de la chica, consiguieron enlazar más de tres pases y, eventualmente, el Alpino les marcó. La defensa del Raimon hacía aguas por todos lados.

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⏰ Last updated: May 06, 2023 ⏰

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the edge of dawn | riccardo di rigoWhere stories live. Discover now