12. Lucha de poder en ciernes

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—¿La Royal Academy? —preguntó el capitán, el ambiente del equipo se volvió bastante desolador. 

—Esta mañana nos informaron que se había producido una reestructuración —dijo Celia, Anna frunció el ceño.

—¿No os parece fantástico? ¡Raimon contra Royal! ¡Estoy muy emocionado! —exclamó Arion.

—¿Crees que podremos hacer algo? Anna lesionada, Victor desaparecido y Duke fuera del equipo, diez jugadores contra la Royal, no tiene sentido —dijo Michael.

—Yo no estoy lesionada, en unos días estaré bien —explicó la chica.

—Lo que tú digas —comentó Michael de mala manera—. Deberíamos buscar un nuevo jugador cuanto antes... 

—No, así estamos bien —sentenció Riccardo—. Nos esforzaremos los que somos.

—¡Muy bien dicho, Riccardo! —exclamó el entrenador—. Nos lanzaremos a la victoria con los jugadores que tenemos.

El equipo salió al campo y, aunque todos se lo habían desaconsejado, la chica decidió entrenar con ellos. 

—Está claro que la Royal Academy no será un rival fácil —dijo Mark—. Vamos a necesitar un plan para poder ganarles.

—Entrenador, tengo una idea —habló Riccardo—. He pensado que podríamos emplear contra ellos el Trueno Ilimitado. Verá, se nos ocurrió hace un tiempo con el entrenador Travis, si pudiéramos usarla podríamos reventar la defensa inexpugnable de la Royal Academy. 

—Pero Riccardo, Victor no está y Anna está lesionada, ellos son los únicos capaces de realizarlo... —susurró Gabriel.

—Puede que no hayamos terminado todavía el Trueno Ilimitado, pero quiero probarlo igualmente —dijo el capitán, todos asintieron.

—¿Y sobre la formación? —preguntó Wanli.

—Probaremos con la misma de las últimas veces. Primero Adé, segundo Eugene, después Gabi, ¿ya tienes bien la pierna?

—Eh, sí —dijo Gabriel sonriendo.

—Muy bien, eres el tercero, el cuarto será WanChang. —Riccardo miró los moretones en las piernas de la chica.

—Yo seré la última —dijo ella—, si os parece bien, claro.

—No, lo haré yo —habló Riccardo mientras todos se ponían en sus posiciones.

Los jugadores bajaron el balón hasta la defensa, pero cuando Riccardo debió chutar, se vio que su fuerza no era suficiente, siendo lanzado hacia atrás por la potencia del balón.

—Riccardo... —Anna se le acercó.

—He fallado, no he podido con la fuerza del balón. Venga, otra vez.

—Esta vez dejadme a mí —dijo Michael.

—De acuerdo todo tuyo, venga a vuestros puestos.

Aunque lo intentaron otra vez, siguió siendo en vano. 

—Maldición...

—¡Dejadme a mí! —exclamó Anna—. ¿No veis que es la mejor opción?

—Anna, ¿qué parte no entiendes de que estás lesionada? —preguntó el portero, sonriendo.

—Solo son un par de moratones, dejadme probar, por favor.

—Está bien, pero si veo que no puedes, intervendré —dijo Riccardo, ella asintió y todos se pusieron en formación.

La chica comenzó a correr hacia la portería y sus compañeros comenzaron con los pases, cargando el balón de energía. Se dio la vuelta, la pelota iba directamente hacia ella, centelleando.

the edge of dawn | riccardo di rigoWhere stories live. Discover now