05. La torre de la tormenta

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El entrenamiento parecía más bien un funeral, Anna decidió sentarse un rato a descansar y los demás la imitaron. Riccardo no había ido a clases, así que después pasaría por su casa para dejarle los apuntes. No estaba el horno para bollos, así que prefirió no intervenir en la conversación sobre quién sería su nuevo entrenador. De repente, alguien apareció de la nada, Anna tuvo que fregar sus ojos para poder asimilar a quien estaba viendo: Mark Evans. En cuanto bajó al campo, la chica corrió hacia él con los brazos abiertos y él la recibió de la misma manera.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, Anna —dijo él—, ¿has perfeccionado tu espíritu guerrero?

—¡Y tanto! Ya lo verás —exclamó ella disolviendo el abrazo.

—¿Quién es ese? —preguntó Jade.

—¿Estamos todo el equipo? —preguntó Mark, la chica negó.

—Falta el capitán di Rigo —dijo Gabriel.

—Vale, a partir de ahora, soy el nuevo entrenador del club de fútbol, me llamo Mark Evans. —Todos los presentes se sorprendieron. —Encantado de conoceros. Tendréis una práctica especial en el campo de fútbol de la rivera, allí encontraréis algo que no podéis ver en el campo del instituto. Si practicamos todos juntos el Raimon será mucho mejor, os espero allí. —Mark se marchó y Anna se apresuró a coger sus cosas e ir detrás de su mentor. —Anna, por favor, avisa a di Rigo.

—Está bien, de paso le daré lo que hemos hecho en clase, hasta ahora. —Anna se despidió y puso rumbo a la casa de Riccardo, al llegar picó varias veces, por si no la había escuchado.

—¿Anna? —dijo el chico al abrir la puerta—. Pasa, pasa. —Se apartó y dejó entrar a la chica. 

—Toma, esto es lo que hemos hecho en clase, he pensado que te gustaría tenerlo en físico en vez de en foto —comentó sacando varios folios de su carpeta.

—Oh, muchas gracias —dijo él.

—Bueno, cámbiate, debemos ir a entrenar a la rivera.

—¿Por qué?

—Hay alguien que quiero que conozcas, ese profesor del que te hablé...

—Anna, ¿no lo entiendes? He hecho que Percival sea despedido, no merezco formar parte del club —explicó el chico.

—Hablas como si esto no hubiese estado planeado, haz lo que quieras, pero sigues siendo el capitán y estás bajo las órdenes directas de Mark Evans.

—¿Mark Evans?

—El entrenador... ¡Oh! Lo siento, se me ha pasado decirte su nombre. —La chica se levantó y agarró sus cosas. —Bueno, me iré, estaré en la rivera por si necesitas algo. Tranquilo, el fútbol siempre reclama a quien necesita, así que pronto volverás a él. —Sonrió.

El chico la acompañó hasta su puerta y se despidieron. Anna corrió hacia la rivera, JP y Arion ya estaban entrenando.

—Lo siento, no he podido traerle... —dijo la chica, Mark sonrió.

—Tranquila, ya vendrá, puedes ir entrenando velocidad dando vueltas al campo, no hace falta que te esfuerces demasiado. —Anna asintió y dejó sus cosas al lado de las gerentes. —Venga chicos, dejad de esconderos que vamos a empezar con la fuerza de tiro —gritó Mark, poco a poco todos comenzaron a acercarse—. Anna, siento darte órdenes contradictorias, pero ¿podrías entrenar con el equipo?

—Claro.

—Tendréis un tiro cada uno —explicó el entrenador, al ver que nadie se presentaba voluntario, lo hizo Arion.

the edge of dawn | riccardo di rigoWhere stories live. Discover now