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Melissa se despertó con el sonido de la televisión. Trató de incorporarse, pero el cuerpo lo sentía demasiado pesado. El dolor en el cuello, el dolor en la espalda baja, el dolor en las rodillas... todo era dolor, y lo peor, los días parecían más largos que de costumbres. Se sentía agotada, estresada, preocupada. Realmente hacerse cargo de un niño no era una tarea fácil.

Por lo menos, Annisse era una niña tranquila, pero se compadeció de Dina y Davos, aunque estaba segura de que ninguno de los dos se sentiría grato con aquella afirmación. Ser padre era un reto que no estaba dispuesta a afrontar en ningún punto de su vida.

Salió de la habitación dispuesta en preparar el desayuno. Entró al cuarto de Annisse y la mandó a bañarse y cambiarse de ropa.

Cocinó algo simple, al menos los gustos de su sobrina no eran exigentes. Un par de huevos con jugo, le parecían una comida decente. Lo bueno, es que Annisse había reconocido que su madre estaba equivocada.

-Tía Elia, sí puede cocinar, mejor que mamá. – dijo la niña saboreando la comida.

-Pon lo por escrito niña, necesito que Dina lo sepa.

Mientras Annisse desayunaba, Melissa se preparó para irse a la oficina. Ya casi cumplía una semana. Estaba satisfecha con el rumbo que habían tomado las cosas. No podía, no estar agradecida. Todo era tan tranquilo y relajante, no podía quejarse u objetar algo malo de sus compañeros. Y su jefa, Rhaenys, no era la excepción. No sobre exigente, no era demandantes, no era entrometida. Era simple una jefa. Si cumplías con lo solicitado, no habría problema.

Desde la noche del viernes, no habían cruzado palabras más allá de lo profesional. Melissa una hábil observadora, se había percatado que Rhaenys era muy cercana a la directora de cuentas junto con la jefa de contabilidad.

Garrett con Dálida, en algún momento le comentaron que se conocían desde antes de empezar a trabajar ahí. Aunque también le dijeron, que tuviera cuidado con Arleny Godwar. Podía verse como una mujer amigable, pero no era tan carismática y tolerante como se mostraba. De las tres, la peor era Arleny, seguida por Jeyce y de último estaba Rhaenys.

Melissa estuvo de acuerdo. Rhaenys era muy amable.

-Solo cuídate, no te confíes – Había sido la advertencia de Garrett.

- ¿Por qué? Se puede volver una bruja de repente. – Comentó Melissa.

-Las tres son lesbianas. – Aclaró Garrett. – Ten cuidado.

- ¿Por qué debería? – Preguntó ella. – ¿Me van a violar en archivo o en un pasillo oscuro?

Garrett la miró molestó. – Para nada, te lo digo en serio.

-Y yo también, si hay algún tipo de acoso, debes de denunciarlo a recursos humanos, Garrett. – Acotó Melissa enojada por la suposición prejuiciosa de él.

-Solo te digo que mantengas una relación cordial con Rhaenys. Es mejor que te vea conmigo.

-Gracias, pero no. Puedo cuidarme sola.

-Ella es superior, diferente a ti – dijo él en tonó demandante.

-Lo tendré en cuanta.

Melissa no se había acercado a él desde entonces. Había tratado de ser respetuosa. Lo saludaba, pero siempre tenía una excusa para alejarse o bien se justificaba con el montón de trabajo.

Condujo por la ciudad con la mente repleta de pensamientos innecesarios. Que rabia sentía por personas como Garrett. Sujetó con fuerza el volante, los nudillos se le pusieron blancos, ¿cómo las personas podían ser tan estúpidas? No quería llegar al trabajo por ese motivo. Sabía que Garrett había estado hablando. En realidad, no le interesaba lo que estuviera diciendo de ella, pero que por culpa de él se viera afectado el ambiente laboral, era lo que causaba más molestia,

Punto de inflexiónWhere stories live. Discover now