Capítulo 17|| Parte I

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La alarma suena y vacilo un poco en la cama, pero al ver a mi perro a mi costado, encuentro la motivación para levantarme y comenzar el día. La veterinaria le dijo a mi mamá que los pulmones de Olmo no están del todo bien, así que estamos siguiendo un tratamiento que me comprometí a cumplir. A pesar de todo, noto que mi perro está mejorando, mueve la cola y se mueve más rápido de lo habitual. Sin embargo, me cuesta darle sus medicamentos, ya que logra escaparse cada vez que intento administrárselos.

Me sirvo un jugo mientras busco otra manera de darle la medicación a mi perro. Esta mañana no quiero bañarme ni cambiarme de ropa, estoy a punto de ir así a la escuela, en pijama. Ya no me importa nada.

Jota jamás respondió el mensaje de disculpas que le envíe. Y creo que eso es una señal de que es oficial, y recién mi cerebro y corazón lo entienden, esta es una ruptura por completo. Ya no hay esperanzas. Él no quiere estar conmigo y debo respetarlo.

Lo que más me duele es que no solo había perdido un novio, también había perdido a mi mejor amigo y eso es muchísimo más doloroso para mí. Dolía más porque también he puesto a Samuel en medio, él ya no me frecuenta mucho por estar con Jota. Y creo que a pesar de todo estoy en una buena posición porque tengo a Majo y a Marjorie. No me imagino como estaría sin amigas que me apoyaran.

El sonido del timbre me quita de mis pensamientos.

No sé qué hacer. Tengo el gotero de la medicación y a Olmo con la boca abierta. así que decido ignorar el timbre y concentrarme en mi perro. Pero vuelve a timbrar nuevamente y mi perro se desespera. No me queda de otra que cargarlo para que no huya de mí y camino hacia la puerta.

-Paula...- Qué inoportuna, y justo el día en que no me quiero bañar.

-Hola, ¿estás ocupada?- Apenas escucho su voz hace que mis mejillas se incendien, es algo que no puedo controlar jamás.

-Un poco.- Camino hacia la sala y dejo que Paula cierre la puerta para continuar con Olmo.

-¿Qué le pasó, está bien?

-Sí, está bien, pero debo darle la medicación y no se deja.

Paula toma el gotero y acaricia a Olmo para que llegue a su hocico y lo inmoviliza suavemente. Yo lo sostengo firmemente para evitar que se mueva.

-Solo dos segundos, perdóname. – le dice Paula a Olmo como consuelo mientras le administra el medicamento.

-Gracias.- suspiro de alivio al ver que finalmente hemos logrado darle el medicamento completo.

-No hay de qué.

Después de terminar con la medicación, nos acomodamos en el suelo mientras yo sigo cargando a Olmo, que no parece tener intenciones de moverse.

-¿Te puedo acompañar a la escuela?-

-No.

-¿No?- La expresión de confusión en su rostro me da ternura.

-Es que creo que faltaré a la primera clase, quiero que mi mamá llegue y poder dejar a Olmo bien, al menos por hoy.

-Oh, entiendo. Entonces me quedo contigo.

-¿Segura? No deberías perder clases por mí.

-No lo hago por ti, lo hago por Olmo. - dice con una sonrisa.

Mis mejillas vuelven a encenderse, así que agacho la cabeza rápidamente y juego con mi perro.

Paula se recuesta boca abajo y apoya su cara en sus manos.

-Me gusta eso.

-¿Qué cosa?- Dios, cada palabra que emite esta chica me hace sonrojar más hasta el punto en que ya comienza a doler la piel.

Descubriendo a MarteWhere stories live. Discover now