𝟏 | 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓 [ 𝒍𝒊𝒂𝒎 𝒅𝒖𝒏𝒃𝒂𝒓 ] ✔

[53] ✰ the hale dunbar

CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES┆LOS HALE DUNBAR

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EL RUBIO dejó los platos y cubiertos sobre la mesa, mientras que la castaña dejaba los vasos.

—¿Has hablado con Scott? —le preguntó Sky dándole una mirada de reojo—. ¿Ha... seguido viendo a Allison?

—Me dijo que no, pero... —Liam suspiró—...presentí que mentía —la miró de reojo también—. ¿Y tú con Malia? ¿Sigue en su relación con Parrish? —preguntó un tanto divertido.

—Sí —Sky rió un poco, haciendo que el rubio también. Se acercó a él, al igual que él a ella—. Pero al menos es feliz —apoyó su mano izquierda en la mesa—. Eso debe valer algo, ¿no?

—Sí —murmuró Liam mirando de reojo sus labios, relamiendo los suyos, y no dudó en besarla dulcemente, dejando su mano izquierda en su cintura para acercarla a él.

El beso duró unos segundos, pero se volvió un tanto intenso. El rubio pasó ambas manos alrededor de su cintura, y la castaña lo abrazó por el cuello.

Pero la puerta abriéndose los hizo separar sus labios, más no se alejaron del otro y solamente voltearon a ver.

Una coyote apareció cerca de ellos, trayendo un conejo muerto en su boca.

Los dos adultos se separaron, y Liam se cruzó de brazos, ambos estando frente al animal.

—Astrid, ¿qué te dije sobre ir a cazar animales al bosque?

Pero entonces apareció un lobo al lado de la coyote, con una ardilla muerta en su boca.

Esta vez Sky se cruzó de brazos.

—Nuffink, no pensé que te gustaran las ardillas.

Su esposo la miró algo extrañado, antes de que los dos animales frente a ellos dejaran a los dos pequeños animales muertos a los pies de sus padres.

—Qué asco —fue lo único que dijo Liam.

—Debieron traer ciervo —les dijo Sky con una media sonrisa.

La coyote junto al lobo se alejaron del comedor, seguramente para ir cada uno a su cuarto.

—Astrid es igual a ti —le dijo Liam a su esposa, sonriendo un poco.

—Pero se parece físicamente a ti —contestó ella, también sonriendo un poco mientras le daba un ligero golpe en el pecho antes de agacharse a recoger los dos animales muertos en el suelo para después ir a la cocina.

El rubio no pudo evitar sonreír un poco.

—Y Nuffink se parece a mí, pero físicamente a ti —le dijo mientras iba con ella, para poder abrazarla desde atrás por la cintura, dejando un beso en su cuello. Su esposa sonrió un poco, recargando su cabeza en su pecho—. Te amo —sonrió, mirándola a los ojos.

—También te amo.

Y ambos se volvieron a besar, antes de tener que separarse al escuchar la voz molesta de su hija mayor, ya de 15 años. Ambos ya estaban vestidos.

—¡Nuffink me mordió en la muñeca, mamá!

Y después escucharon la respuesta de su hijo menor, de 12 años, y bajando las escaleras detrás de ella.

—¡Tú me mordiste la cola! ¡Regáñala, papá!

Sky soltó una carcajada a la vez que Liam sonreía divertido. Ambos pasaron algo parecido una vez, solo que ella le había mordido su hocico de lobo cuando él había pisado su cola por accidente cuando salieron a dar un paseo, después de la guerra contra los cazadores.

Y fue gracioso ya que le había quedado la boca roja durante días. Incluso Theo dijo que era un "Rodolfo el Lobo".

—Dunbar, educa a tu hijo —le dijo Sky con una sonrisa ladeada, divertida, a la vez que sus dos hijos iban a la mesa.

—Y tú controla a tu hija, Hale —respondió Liam de la misma forma, y le dio un beso en la mejilla antes de ir con esos dos.

Sky solo sonrió antes de ir a sacar dos ollas, para terminar de cocinar al pobre conejo y a la pobre ardilla. Pero, vamos, tenían el apellido y la sangre de un Hale.

Incluso Liam ya se había acostumbrado a todos los hábitos de su esposa, y de su hija, ya que ella había sacado la personalidad de toda una Hale. Mientras que Nuffink era más parecido a él en cuanto a la personalidad, era más calmado.

Así era su familia. Extraña, algo macabra a veces, violenta, pero funcional, protectora, y se podía ver el amor que se tenían.

Además, Malia era madrina de Astrid y Theo su padrino, como eligió Sky. Y Cora era la madrina de Nuffink y Scott su padrino, como eligió Liam.

—Nunca más salgo contigo a cazar —dijo Astrid de malhumor hacia su hermano menor.

—No es mi culpa que seas una enojona —murmuró Nuffink por lo bajo, un tanto sarcástico.

Su hermana lo miró.

—¿Qué dijiste?

—Que no es mi culpa que seas una enojona.

—Ay, te voy a...

—Astrid —Liam regañó, mirando a su hija con sus ojos brillando de su color ámbar. Los ojos de la menor brillaron de su color azul eléctrico.

—Perdón, pa —murmuró la rubia, calmándose un poco.

—Así me gusta —su padre solo sonrió, orgulloso de sí mismo que al menos ella le hiciera caso. Sky... bueno, no le decía nada porque sabía de más cómo era.

Años saliendo con ella y un poco más de años casado con ella, ya la conocía.

Un teléfono sonando llamó la atención de los tres.

—¿Liam? —lo llamó Sky.

—Sillón —dijo él, tras agudizar un poco su oído.

Y Sky salió de la cocina para ir a buscar su teléfono al salón. No pudo evitar fruncir un poco el ceño al ver el nombre de Theo.

Contestó pues era extraño que la llamara a esa hora.

—Theo, ¿qué pasa? —eso llamó la atención de su esposo. A él también le era extraño.

—Soy Hikari —respondió ella, soltando un quejido—. Mi teléfono se rompió y Theo está herido —le dijo a su mejor amiga, mientras miraba la herida de su novio en su abdomen—. Está bien, pero... —tragó saliva. La lluvia los mojaba—. Tenemos un problema.

Sky se puso algo más seria al escuchar eso, compartiendo una mirada con Liam.

—¿Qué clase de problema?

—Robaron la caja, Sky.

Una palabra. Seis letras.

Mierda.