Único.

10 1 0
                                    

Esperamos que vuelvas pronto.

Una vez que fijó su vista en el letrero, no pudo evitar desviar su atención hacia dichas palabras. No, no querría volver pronto. En realidad, hace un año hubiese preferido que le enterrasen vivo antes de volver allí, pero su memoria ya se encargaba de situarlo en el camino. Todos los días, todas las noches. Da igual cuántas veces lo niegue, él acaba estando allí.

Finalmente, el invierno se desprendía despiadado sobre el pueblo de Valentine, lo cual significaba que habían pasado cuatrocientos veinticuatro días desde que recibió esa llamada. Periodo en el que dudó cada momento si ocurriría el hecho de que regresase por aquel lugar, en el que pensó que primero tendría que arrancarse el corazón antes de pasar por la misma carretera, raspar el mismo asfalto, y repasar las mismas montañas que él alguna vez tropezó.

Pero, como en la mayoría de los casos, acabas siendo perseguido por la misma vida de la que huyes. Su pie se hundió con cautela en el acelerador, cree fervientemente que uno no debe dejar que la mente le traicione. Perseguir fantasmas era algo que se le estaba dando particularmente bien, siempre que sepa que ya están muertos. Jimin se preguntaba quién en su sano juicio pudo haber colgado aquella valla en una carretera tan peligrosa. No tiene sentido, nadie quiere volver a sentirse al borde de la jodida muerte.

Este hilo de pensamientos intrusivos parece no querer mermar, es decir, que es persistente. Está presente cuando baja la vista a la ladera del empinado cerro, cuando se estrecha el paso del asfalto sobre la superficie y se acerca a lo que parecen afiladas lomas, e incluso cuando logra esquivar una amplia grieta con el sensor vehicular. No se va. Y su estómago da un vuelco en su interior, porque está allí de nuevo. Ciertamente, el camino era eterno, y en el fondo no paraba de repetirse que ojalá no hubiera regresado, pero no hacía más que pensar en el significado ambiguo del letrero publicitario; él volvía allí cada momento.

Echa un vistazo en la pantalla del vehículo para comprobar el tiempo restante en la ruta hacia casa de T., pero la respuesta que obtiene es de lo menos confortante; tardaría alrededor de treinta y tres minutos, suponiendo que no tuviese ningún inconveniente. Eso es lo que pasa en Nebraska, o al menos es lo que él piensa, mientras relame su labio inferior con la punta de su lengua.

Durante la época de invierno aquel lugar de naturaleza inhabitable intentaba con todas sus fuerzas expulsar a los pocos que quedaban allí, y lo que debería ser un recorrido breve acaba siendo un paseo por la pesadilla que reemergía de sus profundidades. Como una pasarela hacia la muerte, en el sentido menos mórbido. Los verdaderos nativos en el condado de Cherry sabían, que los foráneos como él no eran bien recibidos, mucho menos desde entonces. Después de todo, él sólo había sido el primero en cargar con su propia cruz en lo que ahora es un paseo de mártires descalzos sobre trozos de vidrio cortado.

Ni rastro de una invitación extranjera en el periódico local, ni tan siquiera a las ferias de navidad. Nadie quiere pensar que entre sus allegados pueda existir semejante aborrecimiento humano, así que se limitan a creer que es uno de los otros. La otra gente. La muchedumbre infectada que viene de la ciudad, esa gente.

Últimamente había estado pensando en el archivo del asesino de las astas. Había un par de pendientes por matizar en el mismo; la incongruencia de la escasa investigación que le rodeaba, el familiar rostro de Jackson firmando el caso como un suicidio, el tema del muchacho desaparecido del hospital de su tío, y su reciente afición por avocarse a la enigmática rutina de una vida alejado de la realidad.

Él, aún anonadado por una amarga desazón de pérdida, había sido capaz de llegar a ver más lejos. Se maldice por todas las veces que pidió sentir algo más, algo fuera de lo común, porque desde que había puesto en pie en aquella casa lo que menos sentía eran emociones ordinarias. Alguien más que no quería que volviese, pero estaba seguro de que no era T.

evil people - kooktaeWhere stories live. Discover now