CAPÍTULO 39.- segundo fragmento

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Bael alzó una ceja "¿Está intentando matarme mientras estoy en trance?"

"Está intentando matarse ella misma mientras estás en trance"

Bael volvió a su conciencia exasperado, abriendo los ojos abruptamente y mirando a su alrededor. Aún estaba en el asiento de piloto y Jessy seguía recostada en el asiento trasero.

Con un movimiento rápido se estiró hacia atrás y sujeto las manos de Jessy asustándola. Encontró una pastilla en una de sus palmas y la retiró sin delicadeza mientras ella gimió de miedo.

—¿Qué carajos estás intentando hacer?

Ella no le respondió.

—¡Te estoy preguntando algo!

—Es...es una pastilla letal —habló Jessy casi susurrando.

Bael cerró los ojos intentando controlar su ira.

—Te dije que no te dejaría tomar el camino fácil.

—Por favor recházame —contestó Jessy—. Podrás salir herido si tu padre me mata en un ataque de ira.

—No intentes actuar como si yo te importara, no caeré en tus mentiras nunca más —habló Bael escupiendo con rabia cada palabra—. Tampoco intentes hacer nada estúpido, si te queda algo de decencia acataras mis ordenes desde ahora.

Bael volvió a arrancar, pero no fue hacia el palacio.

Una parte quería entregarla y rechazarla, otra parte de él, la más posesiva, no dejaría que alguien la tocara más que él. Ella era suya, así fuera una vil traidora, era suya y solo suya, si alguien tenía que hacer que ella pagará sus delitos sería él. Sus lágrimas, sus sonrisas, todo de ella le pertenecía.

Sería lo más sensato atravesarle el pecho él mismo y condenarlos a los dos a la muerte. Así se evitarían mucho sufrimiento, pero el reino lo necesitaba, su familia lo necesitaba. Hasta su demonio lo necesitaba.

Y también se negaba a soltarla.

Jessy le estaba arruinando la vida, estaba tentando sus principios y su misión.

Amarla lo estaba jodiendo todo.

Llegó a una separación de la ciudad con el bosque, sacó a Jessy del auto y la cargo. Desplegó sus alas y se internó en la espesura de los árboles. Le tomó un tiempo encontrar aquel lugar, hace mucho que nadie lo usaba, aunque algunas veces sus padres le habían contado de que fue el primer refugio para ellos en el bosque y que les fue de mucha ayuda durante el ataque de la manada rusa.

Bael detectó la cabaña maltrecha y abandonada.

Se internó en esta con Jessy en sus brazos, esta no se movía en lo absoluto, tenía el rostro cubierto de sus cabellos y no decía nada.

Era como verla totalmente rendida y Bael se odio a sí mismo al sentirse triste por ella.

Llegó a la chimenea destruida y vio el cuadro encima de este.

Al moverlo apareció el lector de huellas digitales, puso su palma y la chimenea se movió. Ingresó al refugio subterráneo que se escondía en esa cabaña.

Había sido su refugio propio el último año, venía aquí cuando quería alejarse de todo. Sus tíos y padre parecían olvidar que existía este lugar y eso lo hacía muy útil cuando no quería ser encontrado.

Puso a Jessy sobre una de las colchonetas que habían y se sentó frente a un enorme teclado que controlaba una gran pantalla, era un computador enorme que controlaba varias cosas en el reino, aunque no estaba muy actualizado y no era tan eficiente.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now