Vincent Maslow sabía que no debía desearlo, su nuevo asistente temporal estaba completamente fuera de sus propios límites, demasiado joven para él, demasiado impoluto, y aun así no podía apartar sus ojos de él, no podía evitar imaginar los escenario...
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VINCENT MASLOW
Vince sintió un peso sobre el pecho, primero pensó que estaba teniendo un infarto, al abrir los ojos se dio cuenta de que en realidad se trataba del hermoso joven que descansaba desnudo encima de él. Dormido y tranquilo, el Cody atormentado que se encontró aquella noche en la catedral había sido sustituido por uno lleno de paz y descanso. Viendo su adorable expresión de calma reposando sobre su pecho desnudo, Vince volvió a creer que estaba teniendo un infarto.
Como si incluso dormido pudiera sentir su mirada acariciando su piel, Cody comenzó a abrir sus ojos. Al principio pareció desorientado y un poco de pánico se filtró en su semblante, el pánico se disipó en cuanto descubrió que se encontraba con Vince.
Estás con Daddy, no hay nada que temer. Pensó acariciándole el cabello.
-Buenos días.- Dijo Vince.
Cody dejó caer su cabeza de regresó a su pecho y renegó contra él.
-Buenas noches.-
Vince rió.
-¿No eres fanático de las mañanas?-
-Lo soy cuando estoy dormido.-
Cody miró la hora en rolex que permanecía atado a la muñeca del magnate.
-Son las once de la mañana.- Sus ojos se abrieron por completo ante la sorpresa. -¿suele despertar tan tarde señor Maslow?-
Vince encogió un hombro. -Tengo excusa, un jovencito hiperactivo gastó toda mi energía anoche, ¿cual es la tuya?-
Cody sonrió.
-Anoche gasté toda mi energía pateándole el trasero a un viejito en Mario Kart.-
Vince dejó caer su pesada palma sobre el tierno glúteo de Cody, generando un sonoro sonido de impacto que casi hizo retumbar las ventanas. Cody jadeó sorprendido y Vince sintió su polla palpitar contra su muslo.
-Daddy...- Dijo con sorpresa en la mirada y una sonrisa en los labios.
Te gusta recibir nalgadas ¿no es cierto pequeño pervertido? Pensó ansiando darle muchas más.
-Vuelve a llamarme viejito y ve que pasa.- Amenazó con una sonrisa igual de grande que la de Cody.
El chico abrió la boca, listo para debatir, pero el teléfono de Vince sonó reventando su burbuja de paz matutina.
Vince tomó su teléfono y frunció el ceño al ver la pantalla.
-¿Pendientes?-
-No, pero requieren mi presencia en la oficina.-
-Pero es sábado.- Inquirió Cody.
-Una de las muchas maravillas de ser adulto.- Respondió sarcástico.
