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Jungkook pasó todo el camino hacia el departamento pensando y practicando cada palabra que usaría para ablandar el corazón de Jimin.

Estaba segurísimo que lo encontraría enfadado y con justa razón, así que para sumar algunos puntos a sus disculpas había comprado un ramo de flores, narcisos amarillos para ser más exacto, que eran los preferidos del rubio.

Esperaba que eso, más el desayuno que planeaba prepararle, fuera suficiente para conseguir su perdón.

Odiaba cuando estaban de esta manera, odiaba sentir distancia entre ellos.

Jimin ni siquiera había respondido sus últimos mensajes la noche anterior así que el panorama iba a ser difícil.

Al entrar al departamento lo primero que captaron sus ojos fue la mesa completamente preparada a detalle, el balde con la botella de champagne sumergida en agua, que obviamente supo ser hielo y se fue descongelando con el pasar de las horas, las dos copas, los platos y utensilios, todo listo para ambos.

Incluso había movido algunos muebles para presentarla al centro del living, Jimin se había esforzado muchísimo para que la noche fuese especial.

Jungkook suspiró acongojado y culposo.

Se dirigió hacia la cocina a buscar algún recipiente o florero en donde poner el ramo, quizás podría usarlas para decorar la bandeja y llevarle el desayuno a la cama.

El rubio era un romántico empedernido y amaba cuando tenía esos pequeños detalles con él.

Por su parte Jungkook nunca había sido muy amante de ese tipo de demostraciones de afecto, varios años en una relación rutinaria lo habían convertido en alguien un poco seco, pero con Jimin todo era diferente.

Jimin sacaba lo mejor de él. Haría lo que fuera para provocarle una sonrisa y eso incluía todo tipo de regalos cursis y palabras melosas.

Mientras buscaba las cosas para comenzar a preparar algo delicioso escuchó el celular de Jimin sonar.

— ¡Mierda!— dijo por lo bajo mientras se apresuraba hacia la habitación para apagar la molesta alarma — no quiero que te despiertes todavía.

Entró y encontró a Jimin removiendose entre las cobijas. Afortunadamente tenía el sueño bastante pesado y necesitaba que la alarma sonara durante varios minutos para poder despertarse así que el pelinegro rápidamente logró acallar el aparato.

Más tranquilo se tomó un tiempo para observar a Jimin descansando.

Su rostro lo había cautivado desde la primera vez que lo había visto, no entendió como un hombre podía tener aquellos rasgos tan perfectos y delicados. Había causado en él un huracán de sentimientos que lo confundieron en demasía.
Conocerlo más en profundidad fue aún peor, porque Jimin no solo era hermoso, también era un ser humano increíble.

Su corazón y mente habían estado al límite del colapso durante algún tiempo intentando descifrar todo lo que esos pequeños ojos marrones causaban en él.

Enamorarse perdidamente del rubio fue inevitable, caótico, incluso peligroso pero no se arrepentía de haberlo hecho.

Jimin le había enseñado el verdadero significado del amor.

Olvidándose por completo del desayuno y de la idea de traerselo a la cama, Jungkook sucumbió a su deseo de acostarse a su lado y abrazarlo. Lo rodeó con una de sus piernas también haciéndolo quejarse un poco debido al peso repentino que sintió sobre su cuerpo.

— Jimin-ah — susurró cerca de su oído.

— mhm.

— lo siento... — dijo apenado mientras escondía su rostro en la nuca del contrario y olía su cabello.

♣️ House of cards ♦️Where stories live. Discover now