19: La cena, parte 2

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maratón 2/2

JAZMÍN.

Terminamos de comer, compartimos un buen vino y Emiliano agradeció al gerente del lugar por la excelente atención. Después nos marchamos.

Volvimos al auto y ahí decidí dejar mí calentura atrás y hablar con Emiliano como dos amigos. Se que no lo eramos, ya nos habíamos besado y sí todo salía bien podríamos iniciar una relación. Pero igualmente quería conocer más a Emi.

No quería que lo nuestro sea solo besos, palabras bonitas y otras cosas. También quería ser su amiga, conocer sus sueños, apoyarlo, escuchar incluso hasta sus más horribles secretos. Quería comprender y conocer al hombre del cual me estaba enamorando.

Nos subimos al coche y en silencio lo miré. El tenía una sonrisa de labios pegados mientras encendía el coche. Quise sonreír instintivamente. Claro, Emiliano era un gran arquero y futbolista, era famoso desde la copa América. Era rico en dinero y atractivo físicamente. Tenía todo lo que una mujer superficial podría desear.

Pero también era dulce, era atento. Sus ojos se iluminaban con un brillo curioso cuando estaba feliz. Era tímido y tenía inseguridades, como todo ser humano. Era sencillo... podía tener todo el dinero del mundo pero a el le encantaba pasar tiempo con los amigos comiendo un asado. Todo eso me encantaba de el, que se note a leguas que éste hombre era humano. Con un corazón noble.

—¿Qué me mirás tanto? —me regañó y yo salí de mí ensoñación, avergonzada.

—Ah, nada, nada.

—Me mirabas como si hubieras estado enamorada de mí hace tiempo —bromeó, conduciendo por las iluminadas calles de Doha.

Reí con cierta ironía. Si el supiera.

¿A dónde vamos a ir? ¿Falta mucho para llegar?

—Pareces una nena —se burló.

—Soy una nena.

Emi asintió, recordando. Yo solté una risa.

—Iremos a un puerto de barcos —admitió.

—Sos muy creativo para estas cosas, yo te hubiese llevado a comer choripanes en la esquina de mí casa.

Emiliano se rió, incrédulo.

—Eso va ser un buen plan también.

—¿En serio, te animarías? —lo miré burlona.

En la radio del coche, comenzó a sonar Arrancarmelo, de WOS. Un temazo, me ponía sentimental.

—¿Y por qué no, pelotuda? —Emi me miró medio indignado. Me reí.

—No, como vos sos de Londres. Uh la la, muy elegante.

Hice un gesto de estar tomando una tacita de té y Emiliano reía, mientras miraba la calle obvio. O sino íbamos a chocar.

—Crecí en una familia pobre, en Argentina —contó Emi, con seriedad— Los choripanes eran lo mejor de mis domingos, y estaban re caros los chorizos. Claro que me encantaría. Además, no importa los lujos, sino la compañía.

Me sonrojé, claramente. Yo debía combinar con mi vestido, mí tanga y mi labial.

—¿Y como fué? —lo miré, antenta— Ya sabés, mudarte a Londres tan joven.

—Admito que me asusté demasiado —Emiliano mascaba un chicle, mientras ponía atención a la calle— Era un nene, menor que vos incluso. Pero bueno, quería seguir mis sueños y esa era la única forma.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora