Roselyn Stark abre por accidente un portal en el laboratorio de su padre. Pietro Maximoff la reta a entrar y pese a que Peter Parker le dice que es una mala idea, ella lo atraviesa.
Sin embargo, en cuanto lo cruza, queda atrapada en otra dimensión...
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Se sentía como en un maldito sueño. ¿A caso había muerto? ¿Era todo esto producto de su imaginación? Porque se sentía tan real.
Rose no pudo separarse de Peter en cinco minutos completos. Enterrando su rostro en la curva de su cuello y llorando como si su vida dependiera de ello. Quería aferrarse a que eso era real, que realmente estaba en los brazos de Peter luego de todo por lo que tuvo que pasar.
Peter tuvo que mantener la calma aunque también quería soltarse a llorar. Pero en su lugar acarició la espalda de rose y la presionó con fuerza contra su cuerpo. Tener a su novia de nuevo entre sus brazos se sintió como estar en las nubes. Aunque trató de no hacer tanta presión pues de inmediato notó las heridas de la chica.
—Estoy aquí, amor —le murmuró Peter al oído— estoy aquí y jamás volveré a dejarte ir.
Cuando Rose se sintió mejor, se separó un poco de Peter y lo miró fijamente a los ojos antes de unir sus labios con lo de él.
Sintió cosquillas en su estómago mientras sentía los suaves labios de Peter sobre los suyos. Había pasado tanto tiempo desde la ultima vez que se habían besado pero se sentía tan familiar y perfecto.
—Ven —volvió a hablar Peter. Rose aún no tenía la capacidad de formar una frase completa— pareces herida. Descansa un momento.
Peter la tomó de la mano y la guió por el lugar hasta encontrar un lugar libre donde pudieran tomar asiento. Pietro los siguió de cerca, siguiendo cada uno de los movimientos de ambos. Entendía que ese era el momento de ellos y no quiso interferir mucho por ahora.
—Toma esto —Pietro le entregó el intercomunicador y el brazalete— tal vez quieras hablar con tu padre.
Rose lo miró fijamente por un momento hasta que finalmente tomó los objetos. Primero se colocó el brazalete y luego puso el intercomunicador en su oído.
—Cariño —escuchó la voz de Tony y fue la sensación más hermosa de todo el mundo.
No se había dado cuenta de lo mucho que había extrañado a su papá hasta ese momento. Lo necesitaba, quería abrazarlo y pedirle que le dijera que ahora todo estaba bien.
Tony sonrió con los ojos llenos de lágrimas al ver a su pequeña hija por las cámaras de Peter y Pietro. Ella no lo podía ver a él, pero Tony tenía una imagen clara de su pequeñita.
—Papá... —murmuró Rose.
—Está bien, cariño. Aquí estoy. Pronto estarás de regreso.
Rose comenzó a llorar, pero esta vez fue un llano de alivio y felicidad. No había nada más en el mundo que quisiera más que estar con su padre.
—Quiero verte pronto, papá.
—Y lo harás. Sólo sube a los hombros de Pietro y ellos te traerán de vuelta en un segundo. Tenemos una camilla lista para llevarte a la enfermería. En un segundo estarás como nueva y podrás ver a los demás.
