Into the unknown ⇝ Peter Parker & Harry J. Potter ✔

23

mini maratón 2/3

Los planes de Harry eran cada vez más... suicidas. Sabían que todo lo que hacían sería arriesgado pero parecía que ponían su vida en riesgo a propósito.

Luego de lo ocurrido en la Mansión Malfoy, desafortunadamente murió Dobby. Pero debían continuar con su misión y ahora Harry planeaba escabullirse a Gringotts para revisar bóveda de Bellatrix.

De todas formas no es que tuvieran otras ideas o más lugares a donde ir. ¿Qué más daba otra misión suicida? Al menos, de alguna milagrosa manera... habían salido casi ilesos de todas las situaciones.

Rose esperaba que esta no fuera la excepción.

•••

Peter salió del auto que lo había llevado al complejo de los vengadores y caminó lentamente por el camino que ya conocía a la perfección. Pero esta vez en lugar de ir al hangar o al laboratorio directamente, caminó por los pasillos del edificio hasta las habitaciones.

Se detuvo especialmente frente a la habitación de Rose mientras liberaba un profundo suspiro. Antes no se había atrevido a entrar pero esta vez sentía que estaba al borde de la locura. Sentía que ya no podía más y sólo quería un abrazo de su linda novia.

El problema, es que Rose no estaba allí.

Abrió la puerta y entró. Dejó caer su maleta junto a la entrada pero no se molestó en prender las luces y simplemente caminó hasta la cama de la chica y se dejó caer.

Las cobijas aún guardaban el aroma de Rose y por ello se permitió cerrar los ojos mientras enterraba su rostro en las almohadas.

Luego de un momento se dio la vuelta para quedar acostado boca arriba. Mirando el techo fijamente. Aún entraba un poco de luz por la ventana pero estaba a punto de anochecer y los rayos eran de un bonito color dorado.

Ladeó un poco su cabeza y desde esa poción, miró toda la habitación. Las lágrimas se acumularon en sus ojos pero esta vez no intentó retenerlas. Dejó que fluyeran junto con sus sollozos.

Aún recordaba con mucha claridad cuando él había tenido una mala semana y sólo esperaba al viernes por la noche para poder ir directamente a la habitación de Rose. Ella estaría haciendo su tarea en su escritorio, o estaría leyendo un libro en el sillón puff que estaba frente a la ventana.

Luego Rose vería el rostro de Peter y ese lindo puchero. Rose no diría nada pero dejaría de hacer inmediatamente lo que fuera que estuviera haciendo y tomaría a Peter de la mano para llevarlo a la cama.

Ambos se acurrucarían en silencio y Peter era el hombre más feliz de todo el universo en ese momento. Sintiendo cómo la mano de Rose se aferraba a su abdomen y él dejaba suaves caricias en su hombro.

Tony confiaba mucho en ellos y por ello le permitía quedarse a dormir en la habitación de su hija. A veces los regañaba, pero en realidad era puras bromas. Al inicio de su relación habían recibido una muy incómoda charla sobre sexo y que debían protegerse. Lo peor fue, que junto a Tony estaba Steve quien también daba sus puntos de vista y eso lo hacía aún más incómodo.

Peter estaba avergonzado pero Rose no se quedó atrás. Ninguno de los dos pudo ver a Tony o a Steve a la cara en una semana completa.

Pero luego de eso, Tony no se entrometió mucho en su relación. Sólo lo necesario, lo normal para un padre que se preocupa por su hija.

Rose le mencionó a Peter que su padre había dejado una caja de condones en su mesita de noche una semana después. Era una bonita caja metálica color negro con un moño rojo.

Ambos descubrieron que eran diversos tipos de condones. Había algunos texturizados, de sabores, colores, tamaños y marcas diferentes.

La pareja estaba roja de la vergüenza pero en el fondo le agradecieron a Tony por su... agradable gesto. Era obvio que no quería ser abuelo a tan temprana edad.

Peter notó entonces esa caja metálica. Aún permanecía en la mesita de noche y únicamente le faltaba un preservativo. De cuando fue la primera vez de ambos.

Todo fue tan raro e incómodo pero a la vez divertido y hasta cierto punto romántico. Aunque bastante patético si eran sinceros. Intentaban saber más del cuerpo del otro pero no tenían ni idea de qué hacer con exactitud.

Fue un completo desastre, pero ambos lo habían pasado muy bien. Pero decidieron esperar un poco más de tiempo antes de volver a intentarlo.

Peter sintió que su vista se volvía cada vez más borrosa por la cantidad de lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Su pecho dolía tanto.

Quería a Rose de regreso. La quería ya mismo de regreso. Se sentía culpable e impotente. Él podría haber evitado que ella pasara ese portal pero no lo hizo. Pudo haber evitado el sufrimiento de todo pero sólo se había quedado de pie mirando.

Se odiaba tanto. Tanto. Tanto.

Tomó una de las almohadas para abrazarla y culpar su rostro mientras seguía llorando. Realmente no entendía por qué tan de pronto se sentía muy miserable.

En algún momento se quedó dormido, agotado por el llanto y con la hermosa sonrisa de Rose en su mente.

No despertó hasta el día siguiente cuando los rayos matutinos comenzaban a atravesar la ventana. Peter sentía que le iba a explotar la cabeza en cualquier momento y en general toda su cara le dolía. Sabía que tenía los ojos hinchados por tanto llorar.

Se acomodó en la cama de Rose y respiró profundamente. Ese colapso mental había pasado y ya se sentía un poco mejor. Pero sólo un poco.

Permaneció acostado en la cama un rato más, no quería levantarse. Sólo quería aferrarse al recuerdo de Rose por un momento más. Pero algo hizo click en su cerebro.

¿Por qué aferrarse a un recuerdo si podía traerla de vuelta? Ya estaban tan cerca, sólo había algunos detalles que mejorar.

Finalmente se puso de pie, arregló un poco la cama y tomó su maleta antes de salir de la habitación. No fue capaz de mirar atrás. Terminaría llorando de nuevo si lo hiciera por lo que entró a su propia habitación para bañarse y cambiarse antes de dirigirse al hangar.

Se iba a esforzar aún más de ahora en adelante.