Reconciliación.

29 3 0
                                    

Después de estudiar con Raúl me pasé todo el día pensando una forma de hacer pública mi relación con Helena, el problema radicaba en que no sabía cómo lo fuera a tomar ella. No sabía si estaría feliz porque ya seríamos novios oficiales o si se enojaría porque no quería que nadie se enterara.

Ya iban a dar las seis de la tarde, estaba acostado en mi cama tratando de adivinar la reacción de Helena, pero mi madre entró a mi cuarto y me sacó de mis pensamientos.

—Alguien te busca.— Me dijo.
—¿Quien?— Pregunté tratando de recordar si había quedado con alguno de mis amigos.
—Mario.
—Dile que pase.— Le dije a mi madre.
Después de cinco minutos entró Mario a mi cuarto, parecía demasiado feliz.
—¿Ahora qué pasó? —Le pregunté.
—Ya llevé el celular. —Dijo sentándose a un lado de la cama.
— ¿Y en cuánto tiempo estará listo?
—Como en 2 semanas.
—Está bien pero, ¿ya sabes cómo vas a tratar de averiguar quién le dijo a Ramiro?
—Pues con suerte y esté abierta su sesión de Facebook, si no me meto a sus mensajes y registros de llamadas —me empezó a explicar—. Me imagino que quien le dijo debe conocer a Mariana, y nosotros conocemos a casi todos sus amigos.
—La neta no creo que funcione.—Le dije la verdad sobre lo que pensaba.
—Pues yo sí, me mantengo positivo —dijo orgulloso—, aparte no quiero que alguien como Ramiro se burle así de Mariana.
—Debe gustarte demasiado.
Volteó a verme con cara de pocos amigos porque no habíamos hablado de sus sentimientos con Mariana, y parecía ser que no le gustaría hablar de ello.
—No es tanto por el hecho que me guste -me respondió—. Es porque no quiero que se aprovechen así de de ella. Me extraña que tú no estés encabronado.
—¿Cómo sabes que no estoy encabronado?
—No lo demuestras, ¡actúas como si te valiera verga! —Empezaba a enojarse.
—Es sólo que han pasado demasiadas cosas en este año...
—Pues sí —dijo ya un poco relajado—. Pero vamos a echarle huevos, ya faltan menos de 5 meses para que se acabe el año.
Me quedé pensando un rato, hasta que recordé una duda que tenía desde el día después que nos emborrachamos en la pulquería.
—¿Miriam no te volvió a ver desde el día de la pulquería? —Le pregunté.
— ¿A qué viene eso? —Preguntó extrañado.
—Es sólo que se me hace raro que hayas superado tan rápido a Mariam, decías que ella era "el amor de tu vida".
Mario se quedó callado un minuto.
—No la eh superado del todo.
— ¿Y Mariana qué?
—Mira, casi duro un año con Miriam, esas cosas no se superan así de rápido, pero cuando estoy con Mariana me olvido por completo de ella... —Suspiró—, pero aunque no me guste aceptarlo, Miriam sigue siendo mi primer pensamiento cada que empieza un nuevo día, y parte de mí sabe que si ella viene a pedirme perdón, yo la aceptaré de vuelta.
—Eso dices porque no la has visto desde que cortaron, si la vieras en este preciso instante te aseguro que no pensarías lo mismo—-le dije—. Toda la ira que sentiste cuando ella te dejó saldrá.
—No creo, o tal vez, quién sabe.
—Pero por ahora —continúe hablando-, no intentes nada con Mariana.
—¿Por qué?—Me preguntó asombrado.
—Porque no sería justo para Mariana —le expliqué—. Por ahora sólo intentaremos separarlos, pero cuando eso pase no intentes con ella nada hasta que aclares tus sentimientos por Miriam.
—Está bien. —Dijo algo triste.

Al otro día en la escuela vi a Jaime hablando con Georgina, cuando Jaime me vio me hizo señas para que me acercara con ellos.
Ni sabía qué hacer, no había hablado con Georgina desde que peleamos.
—Hola. —Saludé a los dos.
—Ya me explicó todo Georgina.—Dijo de pronto Jaime.
Volteé a ver a Georgina y parecía triste de nuevo, Jaime se veía un poco preocupado.
—Lo siento mucho, Georgina —Empecé a decir-— No tenía derecho a decir que no tenías por qué preocuparte sin saber lo de tu madre.
Georgina me abrasó y escuchaba como sollozaba.
—No te preocupes —dijo al terminar el abrazo—. Yo no tenía derecho a meterme en sus vidas.
—Claro que tienes derecho —dijo Jaime-. Tú nos salvas de hacer estupideces.
Georgina se limpiaba las lágrimas con una gran sonrisa.
—¿Y cómo sigue todo en tu casa? —Pregunté.
—Siguen igual: mi madre en cama, mi padre trabajando hasta la madrugada y yo sin poder hacer nada. —Empezaba a volver a ponerse triste.
—Sabes que cuentas con nosotros para lo que sea —la consoló Jaime—. Si podemos hacer cualquier cosa para ayudarte, dinos.
Georgina se quedó en silencio unos minutos.
—Si hay algo que pueden hacer -dijo de pronto—. ¿Podrían ir a mi casa un fin de semana a cenar con mi familia?
Jaime y yo pusimos cara de extrañados.
—Claro que podemos —contesté—, pero, ¿en qué ayudaría eso?
—Nunca he sido de las personas que tienen muchos amigos —nos explicaba—, pero a mi madre siempre le cuento sobre ustedes, y se alegra de que tenga amigos, se pondría demasiado feliz si se los presento.
—Tú di a que hora y nosotros vamos. —Dijo Jaime.
—Los quiero, chicos —nos abrazo—. Pero ahora tengo que hablar con Darío a solas.
Me agarró por la muñeca y me sacó del salón, nos sentamos enfrente de la puerta del salón en una banca.
—¿Cómo vas con Helena? —Me preguntó— Pero, antes de que me cuentes, quiero que sepas que los apoyo, aunque no me guste que anden, apoyo su relación.
—Gracias —dije pasándole un brazo por el hombro—. Pues estuvimos bien el primer mes, pero ahora estamos peleados.
— ¿Por? —Me preguntó.
—Pues piensa que me avergüenza tanto como para no haberle dicho a mis amigos sobre que andábamos
—¿Aún no saben?
—No, sólo sabes tú.
—Pero porque los vi, no porque me quisieras decir —me dijo—. ¿Por qué no les has dicho?
—Porque no tienen buena impresión de ella y no sé cómo lo tomen.
—Mira, lo que nosotros pensemos de ella no te debe importar, al cabo tú vas a estar con ella, no nosotros.
—Eso no pensabas cuando nos viste besándonos. —Le dije riéndome.
—Bueno, así van a reaccionar todos, pero al igual que yo lo terminarán aceptando.
—¿Y sí no? —Pregunté.
—Pues, en el raro caso que no lo acepten, que no te importe, al cabo sabes que yo si los apoyaré.
—Gracias, Geo. —La volví a abrazar.
—De nada.
Justo cuando nos separamos del abrazo, Helena entró al salón.
—Una última cosa. —Le dije mientras me levantaba de la banca.
— ¿Cuál? —Dijo imitándome.
—Hoy quería hacer público mi relación con Helena, pero no sé cómo hacerlo.
— ¿Sabes que me gustaría a mí en ese caso? —Me preguntó pero no esperaba mi respuesta— Que fuera de lo más espontáneo, que él llegara y me besara enfrente de todos.
—Pero, ¿no quisieras que te dieran un detalle o algo así?
— ¿Cómo qué detalle?
—No sé -respondí—. Unas flotes, chocolates o yo qué sé.
—Las flores van a terminar por marchitarse y los chocolates se van a terminar en un santiamén, en cambio el recuerdo de esa persona besándome enfrente de todos como si no les importara no me lo podría quitar nadie.
Me quedé pensando un segundo, le volví a dar las gracias a Georgina y entré al salón. Busqué a Helena con la mirada, estaba en la esquina del salón, y me estaba viendo con una mirada dolida, fui hasta ella esquivando a Mario, Mariana, Gaby y mis demás amigos que me estaba hablando.
— ¿Qué haces? —Me preguntó Helena al verme enfrente de ella.
No le contesté, en lugar de eso le afrecí una mano para que se levantara de su silla, ella la aceptó un tanto dudosa, justo cuando se paró empecé a hablar.
— ¡Oigan todos! —Grité y todos se nos quedaron viendo— ¡Helena cree que me avergüenzo de ella!
—¿Qué estás haciendo? —Volvió a preguntarme.
— ¡Pero la verdad es que no!— Ignoré su pregunta— La verdad es que tenía miedo sobre lo que mis amigos pensaran sobre lo nuestro pero, ¿saben qué? —Hablé más para mis amigos que para los demás— A la verga lo que opinen, me gusta Helena y hace un mes empezamos a andar, y si me van a apoyar, pues que chingón, si no, pues es su bronca.
Seguí mirando a mis amigos y sus expresiones eran de asombro, hasta que Mario habló.
—Pues qué hacerle, ¿no? —Volteó a ver a Mariana, Jaime, Gaby, Azael, Pedro y Georgina— Nos alegramos por ustedes.
Volteé a ver a Helena y estaba feliz, no aguanté las ganas de besarla así que lo hize, por primera vez en público y, sin duda alguna, fue el mejor beso de todos los que nos dimos.

ComienzosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora