5. ¿Injerto capilar o genes impecables?

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Leo

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Leo.

A mitad del almuerzo, me atrevo a hacer la pregunta.

—¿Lo del sombrero rojo extravagante... es una oda a la época dorada de Hollywood, por casualidad?

No ha sido ninguna sorpresa recibir una llamada de Isabel a mediodía invitándome a comer. La sorpresa ha sido encontrármela sentada en una esquina del restaurante, camuflada bajo una boina a medio camino entre Emily in Paris y el look de una actriz de los años sesenta en la alfombra roja.

—Es por si acaso Wes nos ve —explica como si fuera lógico y evidente—. No quiero que me encuentre urdiendo un plan para reencontrarme con mi amor de la adolescencia.

Enarco una ceja.

—¿Desde fuera del restaurante?

—Sabe leer los labios como nadie.

Me guardo para mí que en el improbable caso de que Wes camine justamente por esta calle, el que va a salir mal parado soy yo. Además, no tendría tiempo de leer los labios de Isabel porque ya estaría llamando a la policía para convencerles de que he secuestrado a su abuela.

—Bueno —concedo—, te queda fenomenal.

Levanta la copa de champán.

—Gracias, querido. —Con la mayor sofisticación del universo, bebe un trago y me mira un poco más seria—. Ahora, vamos a pensar en cómo salir de esta pesadilla.

—De esta fantasía —corrijo.

—Sí. No. No lo sé. —Resopla—. Leo, yo ya no estoy para estas cosas. Por un lado, sabes que nadie se emociona tanto con los giros románticos de guion como nosotros, pero prefiero que les pasen a otros. Si te soy sincera, no veo una forma de que esto acabe bien. Seguramente, su curiosidad sea bienintencionada, pero ¿qué ocurre cuando vea la vieja pasa en la que me he convertido y se dé cuenta de que no soy la joven que dejó en el camarote cuarenta y nueve?

Trago saliva.

—Isabel, me veo en la obligación de decirte que los años han pasado para él también. Fijo que está calvo.

—No lo está. Está guapísimo. ¡Y con pelo!

—No puedes saberlo.

—Sí, búscalo en Internet. Esta discusión no la ganarás.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo que en Internet?

—Pon en Google: «Ángel Noriega».

—Voy. —Saco el móvil pero me detengo al segundo—. Espera. ¿Ángel Noriega... como el escritor?

—Ajá.

Parpadeo muy despacio.

—¿El Ángel Noriega? ¿El referente de la novela romántica al que le han hecho diez películas?

Una trama navideña.Where stories live. Discover now