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Dejó la servilleta en el asiento ésta vez. Arata había prometido dejar unas cosas listas con el consejo estudiantil, o algo así, y quizás era por eso que no estaba dispuesto a ayudarla ésta vez.

---¡Buenos días, Gorila!--- oyó una voz detrás de sí que la congeló hasta darse cuenta de quién era.

---Vaya, las ratas salen temprano--- él ignoró el comentario con una amplia sonrisa. De hecho... estaba demasiado sonriente.

---Ya, y tan rápidas somos que, ¿A que no adivinas quién viene el sábado con nosotros?

---¿El sábado? Yo el sábado voy a dormir, no sé dónde vas tú--- él se le quedó viendo, y se dejó reposar sobre el pupitre de al lado, con una mano en la cintura y un gesto de incredulidad. Mirai pensó por un momento y revisó su celular.

---Ah, ya, el sábado es la carrera, se me había olvidado. Gracias por recordarlo.

Arata se acomodó el fleco de la misma manera en que Miyabi a veces fingía tener unos momentos de diva consigo misma al lograr algo que quizás sólo le interesaba a sí misma.

---¿Y?

---¿Qué cosa?

---No sé, tú dime. Reiteraré mi pregunta: ¿Quién viene a la carrera el sábado?

---¿Tu novia?--- él perdió un poco el equilibrio y le costó recuperar el eje de sus movimientos, y se metió las manos a los bolsillos--- Oh, espera: ella te odia.

---¡Que no me odia! Y no es mi novia--- bajó la cabeza y se rascó la nuca--- Y no me lo recuerdes, me hace mal al corazón.

---Es que es gracioso--- admitió, con el rostro totalmente serio.

---No parece hacerte mucha gracia.

Ella imitó el rostro soñador y brillante de Miyabi. A Arata le producía escalofríos que hiciera eso.

---¡Ay, lo siento, cariño! ¡Es que de veras que sorprende que te gusten las chicas!--- él le empujó un hombro.

---¿Cómo no me iban a gustar? ¡Son geniales!

---¡Genial te parecía besar chicos en la secundaria!

---¡Todos los idiotas besamos a algún chico en secundaria!

---Yo no--- admitió la voz del presidente del consejo estudiantil, haciendo acto de presencia en el lugar. Y, acto seguido, una carcajada que venía de detrás de él.

---Presidente, buenos días--- saludó Mirai, con algunos rastros del gesto de su hermana. Arata apretó los labios con fuerza mientras los colores le subían al rostro--- Lamento interrumpir la maravillosa mañana, pero mire qué adorable se ve Arata en estado de... no lo sé, parece que le está dando algo.

Teru alzo una ceja con confusión.

---No, yo... o sea... es una... es...--- balbuceó él con las manos en una especie de juego de mirarse los dedos mientras los movía como si fuera una cosa maravillosa. Cualquier cosa era más interesante que ver a la secretaria del consejo, porque eso le causaba nervios y le dejaba sin poder respirar.

Teru se dirigió a su pupitre y Mirai simplemente lo miró.

Él le preguntó un par de cosas, y luego le enseñó el papelito para ver su reacción.

---¿Te gustan las fresas?

Teru asintió con una sonrisa.

Mirai se lamió los labios al verlo mirar el papel con tanta concentración y tanta necesidad de tratarlo con cuidado.

---Me gusta que me dé éstas cosas--- sonrió ampliamente--- , son útiles y hermosas. Además, nunca vi a una chica regalándole flores a un chico.

---¿Te sientes como una princesa?--- Mirai hizo la broma para si misma en su mente.

O eso creyó, hasta que lo oyó responder.

---Hmm.... no estoy seguro de ser una princesa--- admitió muy serio--- Quizás sólo me hace feliz. Me gustan mucho las plantas desde que pienso en ellas como... bueno, ella.

Mirai se sonrojó por completo.

Teru guardó la servilleta, se sentía muy cercano a los trillizos y a Arata, pero no querían que pensara que era raro. Querría quedarse con ellos el resto de su vida... ¿Sonaría raro?

Quizás estar con ellos sí se sentía como ser una princesa. Se rió ante el pensamiento.

Al final hablaron un poco más, y cuando la gente comenzó a juntarse en el salón, como debería suceder, la gente comenzó a notar algunas cosas...

Una de ellas era que Teru se veía hermoso hablando con sus dedos enredados tras la espalda, y que la chica con la que hablaba era una insolente: hablaba con el príncipe de la academia con tanta naturalidad...

Por cierto, cuando Mirai oyó algo al respecto, sólo pudo pensar: "y no te imaginas verlo atragantado con una hamburguesa en mi casa. El mejor escenario es ese, mortales".

Otra cosa, era que Arata estaba nervioso hablando con una chica.

Y Arata hablaba con casi todas las chicas de ese año por alguna u otra razón. Y la mayoría no lo sabía, pero él se había criado entre mujeres, incluso sólo con su madre, así que, al final, Mirai y Teru se consumieron también en esa burbuja de la juventud, en la que los demás hablaban de atmósfera tan rosa y tan hermosa en la que se hallaban los dos chicos, aunque... su conversación fuera algo desastrosa.

Teru estaba concentrado mirando, bastante contento por ella más que por él, porque era extranjera y necesitaba apoyo.

Y Mirai estaba concentrada mirándolo a él.

Siempre sería él.

---Nunca lo había visto nervioso, ni frente a ella.

---Es un payaso, pero le da miedo portarse raro frente a ella.

Teru sonrió con ternura, y Mirai sólo pudo pensar en la maravilla del milagro de esa sonrisa.

Creo que, concordaremos todos, que en ese momento fue cuando Mirai entendió que no tenía oportunidad con la idea de dejarlo de lado y superar su amor.



FELICES REYES A MI LUNITA HERMOSA Ann_Angels my life for the lunita juasjuas

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora