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El castaño lo miraba fijo.

Teru no entendía por qué Arata lo miraba así.

---¿Qué te pasa?--- le preguntaba.

---Tú.

---¿Qué hice?--- inquirió nuevamente, Teru, intrigado por la frialdad del muchacho.

---¿Cómo te imaginas a la chica?

---¿Qué...?--- Arata interrumpió a Teru con su movimiento de cejas, haciendole entender que estaba preguntando estupideces ya desde demasiado temprano. Teru sostenía entre sus dedos la carta del día, recién descubierta, y sus pies casi que jugaban.

"Así que... Teru no puede estarse quietito por las cartas de Mirai. Vamos tigresa, que tú puedes".

---Oh, ella--- se aclaró la garganta antes de hablar.

---"Oh, ella"--- lo imitó el de cabello largo--- ¿Quién más? Te prometo que te está tocando mucho todo éste asunto, estás como en las nubes con tu nueva vida de padre soltero--- habló refiriendose a sus "hijos verdes".

Teru sonrió.

---No la he imaginado fisicamente nunca, así que sólo es una chica con el uniforme de la escuela con... una personalidad pacífica y creo que es buena escuchando.

"Veamos: si, esa si es verdad. Bueno, a ver, no se te ocurra pensar que eso es cierto, es un gorila. Ah, si, si, esa si es verdad, si la encuentras con sueño te escucha por horas", pensaba el florista con entusiasmo, casi oyendo campanas de boda.

---Bien, si, quizás sea asi. Pero, ¿no hay algo que te hubiese gustado esperar de ella?

---No lo sé. Quiero conocerla, pero no lo sé--- Teru era demasiado vago con sus respuestas, Arata necesitaba datos, información, colores, detalles, ¡comprensión para el Cupido del asunto! Si Miyabi no había querido meterse, era su trabajo, pero si el rubio no ayudaba en nada, era imposible sacarlos a los dos de ese fondo horrible del abismo de la ignorancia amorosa.

Arata jugó con sus dedos, pensando en Mirai, que había crecido con las rodillas lastimadas, que tenía poco interés en ser blanca como la nieve, que... que cuando un muchachito había intentado besar a su hermana ,aunque ésta se había negado, Mirai había atentado conta el maxilar del jóven.

Mirai era la hermana del medio, y eso estaba claro, tenía menos historias para contar que el resto de sus hermanos, porque casi nadie le daba demasiada atención a ella, pero... pero necesitaba cariño.

"¿Qué vas a contarle a tus nietos cuando envejezcas? ¿Eh? Eres una aburrida, Mirai", recordaba haberle dicho.

Pareció pensar demasiado porque, en el momento en que se imaginaba una relación entre Teru y Mirai, el primero le habló:

---¿Tú no sabes quien es?--- inquirió con curiosidad.

---No por ahora, ¿por qué?

---Porque siempre estás aquí cuando están las cartas. Al principio pensé que era, de hecho, una broma tuya--- dijo--- Pero tu caligrafía es horrible, así que no.

---Oye, respeta mi letra, es hermosa.

---No--- admitió sencillamente el rubio--- Créeme que no. Pero quizá a un arqueólogo le gusten--- espetó mientras analizaba la nota con una sonrisa de la que, si bien Teru no se había percatado, Arata podría haber utilizado libremente mil y un fotografías de ella para hacer postales para el resto de su vida.

De paso, era casi seguro de que Teru en realidad sí quisiera tener una conversación, un choque de palabras, un "buenas tardes" de y con la chica de las cartas.

---Bien, bien. Como tú quieras--- declaró Arata, pensando en que ya llegaba la profesora y todos comenzaban a sentarse--- Yo sé que mi letra es preciosa, así que me conformo con eso.

---¡Buenas tardes!--- clamó el pelilargo en su teléfono. Teru había desaparecido misteriosamente otra vez, y no había nada de malo en reportar los cambios.

---Estamos en la clase de al lado, ¿es en serio?--- preguntaba Mirai por el otro lado.

---Es que así es más emocionante, me siento un espía, ¿tú no?--- le aseguró--- En fin, Teru muestra mucho interés en ti y me atrevo a decirte que es muy probable que sea algo romantico.

---... Oh.

---¡Y me dijo que quiere conocerte!--- mintió con tanta seguridad que Mirai se asustó, pensando que era verdad--- Dijo que después de confirmar que no había sido una broma mía, le interesaba saber quien estaba detrás de las plantas.

---Entonces, ¿qué?

---No lo sé, dímelo tú--- habló--- Yo, personalmente, adoraría que se encontraran, sería fantástico.

Pero, por más que le gustara a él, a Mirai no pareció encantarle cuando produjo un gemido incómodo disfrazado de un sonido afirmativo, un "bien por ti, entonces".

Entonces, quizá el problema era que Mirai estaba muy segura sobre lo que deseaba, sobre el amor que él mismo había sentido alguna vez por alguien, con ganas de profesarselo todos los días y a todas horas; pero Teru no, Teru quizá no estaba seguro, porque no siempre es fácil enamorarte de alguien que no has visto, que quizá es producto de una broma...

Alguien en quien no terminas de confiar, porque no sabes si existe.

Pero Mirai era real, y Teru también.

---Entonces, ¿qué opinas?--- preguntó Arata, con miles de ideas cruzando por su mente.

Entonces, precisamente, cuando creía que Mirai iba a decirle algo...

"Pip, pip, pip".

El muchacho se quedó quieto, por unos segundos.

---¿Por qué eres así?--- interrogó al teléfono, aunque Mirai había cortado--- Tú de verdad no vas a contarle nada interesante a tus nietos, ¿verdad?

El muchacho dirigió sus ojos hacia la silueta de Mirai, que salía de su salón, para hacerle una mueca de simulado dolor, antes de verla irse de allí.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruWhere stories live. Discover now