A las lejanías de Masachusset, en un pueblo llamado Concordia, existía una familia conformada por cinco hermanas: Anne, Meg, Jo, Amy & Beth, además de un hermano por elección, su vecino, Theodore "Laurie" Laurence, quien como un gesto de agradecimie...
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El sueño de Anne fue interrumpido al recibir pequeños besos a lo largo de su cuello -Los niños llegaran pronto- murmuro entre ligeras risitas que provocaban que la sonrisa de su esposo se ampliara
-Le puse seguro a la puerta- intento convencerla ahora besando todo el largo de su brazo
Anne se dio la vuelta quedando frente a frente -Eso mismo dijiste cuando Edmund entro y- Anthony la interrumpió con un beso en los labios
Anne buscaba separarse, pero su esposo fue lo suficientemente inteligente como para tomar sus mejillas entre sus manos evitando así, que cumpliera su cometido. Se derritió en sus labios y simplemente se dejó llevar, justo cuando Anthony comenzaba a bajar sus besos hasta el cuello la puerta se abrió de par en par.
Definitivamente si Edmund Bridgerton decidiera dedicarse a la cerrajería, tendría un amplio futuro.
Ambos se separaron con la velocidad de la luz justo a tiempo, pues dos bultos de cuatro años saltaron sobre su cama
- ¡Mamá, Edmund me jalo el cabello!
- ¡No es cierto!
El cuerpo de su hijo fue tomado de sorpresa moviéndolo de lado para acomodarlo mejor sobre la cama - ¡Papá! - rio divertido
-Edmund, ¿Podrías solo disculparte con Wina?
Anne se levantaba de la cama escuchando unas ligeras disculpas de parte de su hijo debido a la distancia. Después de todo, Edmund era el niño de papá y haría todo lo posible para no defraudarlo.
- ¿Por qué no mejor ayudan a preparar el desayuno?
- ¿Newton ya se despertó? - los ojos de Edwina brillaron de emoción.
Su hija había heredado el cariño por su canino amigo, aunque lamentablemente el tiempo le había pasado fractura y los años convirtieron al Newton divertido en uno bastante gruñón, pues disfrutaba plenamente de los cariños de la pequeña, pero al poco tiempo se sentía abrumado y huía escondiéndose en la propiedad, buscando que lo dejaran en paz. Claramente no funcionaba, pues Edwina creía que era una clase de juego y terminaba encontrándolo.
